A la espera del control de la curva

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Fotografía: Annca / Pixabay.

Al implantar el control de la curva de rendimiento (CCR) la Reserva Federal intentaría mantener la inflación cerca de su meta, sin tener que intervenir cotidianamente en los mercados secundarios de renta fija. Pero no hay pruebas del impacto de esta política en la inflación de las economías que la han aplicado.

Carlos Jaramillo / 2 de julio de 2020


 

El control de la curva de rendimiento (CCR) es una herramienta que la Reserva Federal (FED) podría utilizar como un complemento a la conocida expansión cuantitativa (QE), en la cual el banco central estadounidense compra bonos de largo vencimiento con objeto de mantener bajas las tasas de interés a largo plazo. A diferencia de la QE, que dispone de un presupuesto mensual destinado a la adquisición de títulos de renta fija, el CCR establece un retorno máximo que debe alcanzar un título financiero en un plazo de vencimiento definido, y la FED hace compras programadas para asegurar que tal retorno se mantenga.

Al implantar el CCR la FED intenta mantener la inflación estadounidense cerca de su meta de dos por ciento, sin tener que intervenir cotidianamente en los mercados secundarios de renta fija y evitar que sus compras ocasionen una reducción importante de la cantidad de títulos valores que deberían estar en manos de inversionistas institucionales y el público en general. Gracias al CCR, el Banco Central de Japón pudo reducir a un 25 por ciento el monto destinado a la intervención en los mercados secundarios de deuda soberana en el año 2019-2020.

Basta con que los actores del mercado financiero adviertan la firme intención de mantener los rendimientos fijos mediante este mecanismo para que se inhiban de actuar en sentido contrario a los deseos de la autoridad monetaria. Aunque Japón y Australia vienen aplicando el CCR desde 2016 y 2020, respectivamente, todavía no hay claras pruebas de que este mecanismo ayude a cumplir las metas inflacionarias de los bancos centrales.

Reino Unido y Estados Unidos siguen desojando la margarita sobre la posibilidad de aplicar el CCR en un futuro próximo. Los inversionistas institucionales siguen con mucho interés este tema, pues cualquier señal de su posible aplicación crearía una presión al alza en el mercado accionario.

Estados Unidos no aplica controles a las tasas de interés desde la Segunda Guerra Mundial, cuando tal mecanismo prometía reducir el costo del financiamiento del esfuerzo bélico. Tal medida impulsó una escalada de poco más de treinta por ciento en el año siguiente a su implantación.

En el contexto actual, de tasas extremadamente bajas, un excesivo endeudamiento empresarial y un mercado accionario sobrevaluado (a juicio de muchos), el CCR ayudaría a mantener con vida la escalada que empezó en marzo de 2020 y que muchos no entienden cómo se sostiene.

La gran oferta de fondos baratos seguirá manteniendo con vida a las compañías zombis: empresas cuya utilidad operativa es inferior al servicio de su deuda y que en algún momento deberían enfrentar las reestructuraciones propias de la bancarrota.

Los ensayos macroeconómicos de los bancos centrales de los países desarrollados mostrarán, en algún momento, su lado oscuro.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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