¿Adónde van las tasas de interés en Estados Unidos?

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Ilustración: Jack Moreh / Stockvault

Desde septiembre de 2019 la Reserva Federal ejecuta un programa de compra de bonos del tesoro, por el orden de los 60.000 millones de dólares mensuales, para dar liquidez a los mercados de financiamiento de muy corto plazo. Su duración dependerá de cuánta reserva debería mantener la banca para responder a los picos de demanda de liquidez.

Carlos Jaramillo / 27 de febrero de 2020


 

Uno de los grandes retos de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) es transmitir de la manera más inocua posible la intención detrás de su intervención en los mercados financieros. Desde el pasado mes de septiembre de 2019, la FED ha ejecutado un programa de compra de bonos del Tesoro a través de repos por el orden de 60.000 millones de dólares mensuales, con el propósito de darles liquidez a los mercados de financiamiento de muy corto plazo, al que acuden bancos y grandes inversionistas institucionales.

Los funcionarios de la FED insisten en que estas operaciones no deben confundirse con una reactivación de la expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), que consistía en comprar bonos de largo vencimiento para estimular las inversiones en la economía real. Algunos analistas de los mercados financieros consideran irrelevante esta distinción; pues, sea o no QE, la inyección de liquidez ha empujado al alza los precios de las acciones y los bonos en Estados Unidos.

La tendencia alcista del mercado bursátil podría mantenerse si las operaciones de inyección de liquidez pudieran ejecutarse por tiempo indefinido. No es de extrañar, entonces, que la principal curiosidad de los líderes de opinión en los mercados financieros se refiera al papel de estas compras a mediano plazo.

Por ahora se espera que se mantengan hasta el segundo semestre de 2020. Pero la duración de este programa está condicionada a la respuesta de una pregunta muy difícil: ¿cuál es la cantidad de reservas que debería mantener la banca estadounidense para responder a los picos de demanda de liquidez, propios de los cierres de mes o de la temporada de pago de impuestos empresariales?

Las necesidades de liquidez bancaria las fijan las dinámicas transaccionales de muy corto plazo, que cambiaron de manera significativa luego de la Gran Crisis Financiera de 2009. Los bancos centrales de los países desarrollados, y la FED no es la excepción, tienen una baja tolerancia a las fluctuaciones de los mercados, que refleja grandes dudas acerca de cómo implantar políticas monetarias en un mundo poscrisis.

Además de la compra de treasuries vía repos la FED tiene una herramienta para afectar la liquidez de corto plazo: mover a conveniencia la tasa de interés que paga a los bancos por las reservas excedentarias que colocan en esa institución (IOER, por sus siglas en inglés). El comité de las operaciones de mercado abierto de la FED (FOMC) subió esa tasa cinco puntos básicos, de 1,55 a 1,60 por ciento, el pasado miércoles 29 de enero de 2020.

Con la subida de la tasa IOER la FED espera crear las condiciones para que la tasa de redescuento se desplace del rango de 1,5-1,75 por ciento a niveles superiores. Lo peor que puede pasarle a un banco central es enfrentar una fuerte recesión, en un contexto de bajas tasas de interés donde se reduzca su margen de maniobra.

En enero de cada año la FED publica versiones revisadas de sus estrategias y metas de largo plazo. Adicionalmente, rota a cuatro de los miembros del FOMC. Este año decidió diferir por unas semanas la publicación de estas piezas estratégicas, y nombrar entre los nuevos miembros del comité a dos individuos que favorecen el alza de las tasas de fondos federales (los economistas Loretta Mester de la FED de Cleveland y Patrick Harker de la de Filadelfia), un moderado (Robert Kaplan de la FED de Dallas) y un defensor de las tasas bajas (Neel Kashkari de la FED de Minneapolis). ¿Dan estos cambios alguna pista de hacia dónde irán las tasas de interés en Estados Unidos durante los próximos años?


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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