Consejos para manejar carteras de inversión en la pandemia

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Ilustración: Geoffrey Whiteway / Stockvault

Los mercados financieros no han considerado en sus previsiones de beneficios empresariales de los próximos trimestres el impacto del cierre de la economía en las reacciones de empresas y hogares.

Carlos Jaramillo / 23 de abril de 2020


 

Durante la primera quincena de abril ha habido un intenso debate sobre la forma que adoptará la curva de recuperación de la economía mundial una vez que cese la pandemia. Se habla de recuperaciones tipo V, L o U, y de las posiciones encontradas sobre cómo se desenvolverá el reinicio de actividades.

Mohamed El-Erian, economista jefe de la multinacional de servicios financieros Allianz, ha hecho una importante contribución a esta discusión. Afirmó que los mercados financieros han sido excesivamente optimistas al no tomar en cuenta en sus estimaciones de beneficios empresariales de los próximos trimestres el impacto del cierre de la economía en las reacciones de las empresas y los hogares.

Existe un conjunto de riesgos de los instrumentos de renta fija y variable que apenas comienzan a vislumbrarse: el endeudamiento de las empresas para proveerse de liquidez durante la crisis, la dispersión del desempeño empresarial (no todos los sectores de la actividad económica sufrirán por igual) y el impacto de la intervención gubernamental en las políticas de remuneración de empleados y en el reparto de dividendos en las empresas que reciban dinero de los programas de auxilio de los gobiernos nacionales del G-20.

Para mediados de abril de 2020 los montos de las emisiones de los bonos de grado inversión, colocadas gracias a los programas de apoyo de la Reserva Federal, han excedido el valor de los recursos colocados durante la Gran Crisis Financiera de 2008-2009. Además, la reducción de costos —vía despidos, licencias y permisos no remunerados— ha alcanzado dimensiones extraordinarias. Entre la segunda quincena de marzo y mediados de abril de 2020, 22 millones de personas quedaron sin empleo en Estados Unidos, cantidad equivalente al trece por ciento de la fuerza laboral de ese país, y solo alcanzada en los momentos más críticos de la pasada crisis financiera.

La caída del empleo tiene consecuencias directas tanto en el gasto corriente de los grupos familiares como en el consumo futuro. Luego de una gran crisis no solo aumentan los montos de los ahorros preventivos: también ocurren cambios permanentes en los patrones de consumo que incidirán en las industrias del lujo, el turismo y la diversión.

¿A qué puede deberse el excesivo optimismo de los mercados financieros? El-Erian lo atribuye a vicios estructurales de los mercados, desarrollados en la década pasada cuando la FED intervenía con la inyección de recursos baratos cada vez que surgía un evento que amenazaba con ralentizar la economía. En ese contexto, los inversionistas apostaban a que cualquier corrección de precios sería temporal, y lo importante era anticipar la respuesta del banco central estadounidense y comprar títulos financieros que eventualmente subirían de precio.

Otro factor que contribuye al excesivo optimismo es un limitado entendimiento de la capacidad de las políticas fiscales y monetarias para incidir en el desarrollo de esta crisis económica en particular. Los bancos centrales pueden proveer liquidez temporal a empresas y mercados secundarios de títulos valores; pero no pueden evitar eventos de insolvencia tanto de empresas como de gobiernos nacionales en economías emergentes ni, mucho menos, regular la velocidad a la que pueden reactivarse las economías nacionales al finalizar la cuarentena.

Una vez reconocido el optimismo excesivo El-Erian sugiere a los inversionistas tres movimientos: 1) vender los títulos financieros de empresas con balances generales débiles y mover el dinero hacia empresas con reservas de efectivo y capacidad para generar caja en estos tiempos (un razonamiento análogo aplica a la deuda soberana de países emergentes), 2) vender los títulos de empresas que tendrán dificultades para regresar rápidamente a los niveles de actividad previos a la pandemia y preferir compañías con baja exposición a cadenas de suministros globales y a la tercerización (tanto física como virtual) y 3) apostar a la desglobalización y conservar efectivo para aprovechar fallas de mercado reflejadas en la caída desproporcionada de los precios de activos financieros que se transan en mercados poco líquidos.

La economía no se recuperará del todo hasta que no exista una tecnología que permita detectar tempranamente el virus para reducir su tasa de contagio. Mientras tanto, los especialistas deben centrar su atención en identificar indicadores que reflejen la evolución de la crisis económica, algo que es una ardua tarea. Los inversionistas, por su parte, deben seguir revisando y ajustando sus carteras con criterios inspirados en las recomendaciones de El-Erian.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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