Corrección y apertura: las claves para transformar la industria energética venezolana

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Refinería El Palito (estado Carabobo, Venezuela).

«Cambio» es la palabra clave en la recuperación y la explotación del potencial energético de Venezuela. Las correcciones incentivarían la inversión extranjera que traería los recursos para que el país vuelva a estar a la vanguardia de la producción de combustibles y otras energías.


 

Venezuela tiene capacidad para triplicar la producción de hidrocarburos o alternar la generación de energía hidro o termoeléctrica a corto plazo. Pero, para ello, debe implementar un cambio preciso y profundo de las políticas de administración de la industria. Juan Szabo y Gilberto Morillo, expertos y consultores en petróleo y energías, analizaron las perspectivas del país en el seminario web «Proyecciones energéticas en Venezuela para el corto y mediano plazo», organizado por el IESA.

Venezuela tiene la mayor oportunidad de crecimiento en el mundo, pero también enfrenta un gran desbalance entre los recursos recuperables y su producción. «No hay otro sitio en el mundo en el que se tenga un exceso de recursos recuperables en reserva por 100.000 millones de barriles de petróleo, pero que esté produciendo 800.000 barriles diarios. El país es un brown field o campo con infraestructura existente o por desarrollar», apuntó Szabo.

El ingeniero aseguró que las condiciones ofrecen un sinfín de oportunidades de desarrollo de «ciclo corto y bajo costo» aprovechables en el marco de la coyuntura mundial en materia de hidrocarburos, en el que la demanda sobrepasa la oferta. Explicó que los combustibles fósiles siguen cubriendo el ochenta por ciento de la demanda de energía del mundo. Las energías eólica y solar apenas han experimentado un pequeño crecimiento porcentual.

Szabo precisó que «únicamente las empresas que tienen deudas importantes con PDVSA son las que están pensando en hacer inversiones en el futuro cercano. Entre ellas están Chevron, Maurel & Prom y Repsol». Esas compañías recibieron licencia para realizar transacciones con la petrolera venezolana en medio de las sanciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de Estados Unidos.

La española Repsol, por ejemplo, mantiene su interés porque participa en la explotación de los campos en la Costa Oriental del Lago, que tienen gran potencial de producción petrolera. Empresas como BP, Shell y la Empresa Nacional de Gas de Trinidad también muestran interés por solicitar licencias, debido a la creciente demanda de gas en la isla caribeña. Reliance y Global anunciaron su deseo de obtener una licencia para adquirir crudo venezolano; esta última para producir asfalto en Curazao.

 

Revisar y corregir políticas

Juan Szabo identificó las causas del declive en la industria petrolera, que llevó de producir unos 3,5 millones de barriles de petróleo diarios a 800.000 hoy: «Hubo colapso en los precios del crudo, inversión insuficiente, expropiaciones, mantenimiento inexistente y accidentes, escasez de personal capacitado, incertidumbre legal, inseguridad, vandalismo, mala administración y corrupción».

«En 2019 la OFAC impuso las sanciones petroleras a Venezuela. Las sanciones afectaron los ingresos petroleros del gobierno y solo tangencialmente a la producción. Las reales razones son toda esa lista de causas, por lo que es importante recordar que la mayoría de ellas no han sido resueltas y siguen presentes en Venezuela», enfatizó Szabo.

La merma empeoró en 2020 debido a la baja demanda de combustibles por la covid-19. El experto petrolero concluyó que es necesaria la inversión privada y la corrección de fallas en la industria para lograr cambios coyunturales en materia de hidrocarburos en el futuro mediato. «Los cambios y el crecimiento sostenido van a permitir una exitosa renegociación de la deuda. El financiamiento privado masivo es una condición ineludible, ya que es la forma de poder invertir y traer los 100.000 millones de dólares y las empresas que se requieren para llevar a cabo el plan», puntualizó.

 

Pobreza energética

Gilberto Morillo enfocó su análisis en los recursos hídricos. Afirmó que Venezuela está en situación de «pobreza energética o con poco acceso a la energía». Para Morillo, casi todos los países con sistemas montañosos de Latinoamérica generan energía hidroeléctrica: «En Venezuela se había aprovechado con represas como la del bajo Caroní, por ejemplo. Tenía un superávit que facilitaba llevar electricidad al norte de Brasil. Ahora no tenemos excedentes. Más bien tenemos una crisis. No tenemos recursos para hacer inversiones, reparar todo lo que está en mal estado y todo el parque eléctrico nacional. En Guri no funcionan todas las turbinas y en Planta Centro, de cinco unidades eléctricas solo funciona una», recalcó.

El ingeniero contó que en Venezuela se combinaba la generación hidroeléctrica con la termoeléctrica. En la zona central estaba Tacoa, con un papel clave: surtir a Caracas, los Valles del Tuy y varias plantas de diésel y gas o mixtas. Actualmente, casi todas las unidades están fuera de servicio.

«Esta podría ser una oportunidad de introducir las energías renovables en Venezuela. Por ejemplo, los molinos de viento y los parques solares pueden implementarse, aunque se necesita bastante terreno para ello. Pero en poblaciones aisladas, en los llanos venezolanos, podrían suplirse de ese tipo de energía y no depender de transmisión que no puede llegar ahí», explicó.

En el diagnóstico y las posibles soluciones para mejorar las perspectivas del país a mediano plazo, esbozadas por Morillo, también se apunta a los cambios y la corrección de fallas. «Recomendaría despegar en la parte económica y mejorar la parte energética. Rescatar la industria de los hidrocarburos. Con esos recursos pudiéramos hacer las inversiones necesarias en materia energética renovable, como la producida por el sol, la hidroelectricidad y el viento. Además de obtener el apoyo de entes multilaterales».

Morillo destacó la necesidad de corregir el sistema tarifario: en Venezuela no se paga casi ningún servicio debido al estado de empobrecimiento general. «Para que los servicios e inversiones puedan proyectarse se necesita el cobro de tarifa para remunerar el capital que se invierta. De permanecer todo igual será todo más difícil».


Lissette Cardona, periodista.

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