Covid-19 y la situación de las mujeres venezolanas

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Ilustración; Marek Studzinski / Pixabay

Los riesgos que enfrentan las mujeres latinoamericanas por la covid-19 se han intensificado en Venezuela por el efecto de la emergencia humanitaria compleja en marcha desde 2014.


Durante los últimos cincuenta años se ha ampliado el consenso sobre la necesidad de la participación plena de las mujeres en diversos ámbitos de la vida social, para lograr sociedades democráticas y con desarrollo sostenible. Tal es la importancia que se le atribuye a esta condición, que la igualdad de género aparece como el quinto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 de las Naciones Unidas.

La búsqueda de equidad de género no consiste exclusivamente en promover indicadores paritarios entre hombres y mujeres en diversos aspectos económicos y sociales como ingreso, educación o acceso a la salud. Modificar estos indicadores requiere reconocer las bases detrás de las históricas diferencias entre ambos sexos, y supone comprender con mayor profundidad los condicionantes que impiden una autonomía plena de las mujeres en varios planos que se interrelacionan: autonomía económica, autonomía física y autonomía en la toma de decisiones (Rico, 2016).

En América Latina se ha configurado una agenda regional de género en múltiples conferencias regionales y mundiales que analizan la situación de las mujeres y han hecho propuestas de políticas públicas a los gobiernos. Se han alcanzado importantes avances en las áreas educativa y laboral, entre otras (Rico, 2016). Pero, pese a los esfuerzos, persisten importantes desigualdades que no podrán ser eliminadas solo con políticas educativas, acceso a la salud o cambios legislativos, porque esas desigualdades están arraigadas en orientaciones culturales tradicionales.

Uno de los principales obstáculos para la autonomía plena de las mujeres es su papel tradicional de cuidadoras, que las carga de una importante cantidad de labores domésticas, asumidas de forma casi exclusiva en muchos hogares. Pese al incremento del nivel educativo promedio de las mujeres y la tendencia a la reducción de la fecundidad en toda América Latina, las mujeres todavía dedican mucho más tiempo que los hombres a estas tareas. Esta brecha de los cuidados aumenta en los hogares más pobres con niños pequeños y se asocia con una menor participación laboral de las mujeres que residen con su pareja (Marchionni y otros, 2018).

En este contexto en el que las mujeres llevan la responsabilidad del cuidado de sus hogares, niños, enfermos y adultos mayores, las medidas de confinamiento necesarias por la covid-19 han tenido importantes repercusiones. El cierre de los centros de estudio implica un incremento del cuidado de los niños en los hogares, mientras que la red de salud colapsada por la atención a los enfermos de covid-19 traslada a los hogares el cuidado de otras dolencias. Todas estas nuevas responsabilidades recaen mayoritariamente sobre las mujeres, especialmente sobre las más pobres (Cepal, 2020).

A este incremento de las labores de cuidado dentro del hogar se agregan otros impactos sobre las mujeres. Las más vulnerables se ocupan en gran medida en el trabajo doméstico y es difícil mantener estos empleos en medio de las medidas de emergencia (Cepal, 2020). Al mismo tiempo, los sectores económicos en los que ha aumentado más el desempleo por efecto de la pandemia son los que concentran mayor empleo femenino (OEA-CIM, 2020). Por último, la convivencia en el núcleo familiar de forma permanente, ante la imposibilidad de salir a trabajar o a estudiar, ha aumentado también significativamente el riesgo de violencia de género y ha disminuido las posibilidades de las víctimas para pedir ayuda (OEA-CIM, 2020; ONU Mujeres, 2020).

Las mujeres venezolanas comparten la situación descrita para América Latina. Pero la emergencia humanitaria compleja ha aumentado la desigualdad de género en Venezuela. Una de las principales causas de la mayor desigualdad es la pérdida de autonomía física de las mujeres, al no poder decidir sobre su fecundidad por la escasez de métodos anticonceptivos y el deterioro de los servicios de salud públicos, que ha terminado por causar graves incrementos en la mortalidad materno infantil con una tasa que se calcula por encima de 110 muertes por cada 100.000 nacimientos vivos registrados (Kislinger, 2019). Adicionalmente, cinco de cada diez mujeres son pobres menstruales; es decir, no pueden adquirir productos para la absorción del flujo menstrual (Avesa, 2020b), lo que acarrea dificultades adicionales para la inserción educativa o laboral de estas niñas y mujeres.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2019-2020, la participación laboral de las mujeres venezolanas es 43 por ciento: la tasa más baja de América Latina (UCAB, 2020). Esto significa un importante retroceso en su autonomía económica, cónsono con su intensa dedicación a las labores del hogar: 13 horas diarias para el conjunto de las mujeres y 16 horas entre las que no tienen un empleo fuera del hogar (Avesa, 2020a). Este promedio es superior al reportado para la región latinoamericana (8 horas diarias). La diferencia radica en las peores condiciones de la situación venezolana, que obliga a las mujeres a dedicar largas horas a conseguir agua, gas para cocinar o comida.

Con unas condiciones de partida mucho más precarias que las de otras mujeres latinoamericanas las venezolanas deben, además, enfrentar los efectos de la covid-19: pérdida de sus pocos empleos, aumento de las tareas de cuidado en el hogar y mayor probabilidad de violencia intrafamiliar. Si ya las desigualdades de género aumentaban, los efectos de la pandemia podrían contribuir a la consolidación de esta tendencia.

La recuperación de una senda hacia el desarrollo implica, necesariamente, pensar en políticas públicas diseñadas con un enfoque de género. No deberían abordarse estos temas como una moda o una exigencia de las agencias multilaterales para obtener financiamiento. Por el contrario, el empoderamiento de las mujeres venezolanas es condición indispensable para la disminución de la pobreza y el aumento de las oportunidades en las poblaciones más vulnerables. Es necesario retomar políticas de cuidado infantil que permitan la inserción económica de las madres y políticas de conciliación familia-trabajo, entre otras que promuevan la autonomía económica de las mujeres.

En el marco de la polarización política de Venezuela, temas como este pasan por debajo de la mesa. Tanto en las políticas del oficialismo como en las propuestas y acciones de la oposición democrática, la grave situación de las mujeres venezolanas más pobres no forma parte de la agenda. Por ello es imprescindible recordar que la democracia y el desarrollo no serán una realidad mientras la mitad de la población se mantenga en una situación de precariedad y total ausencia de autonomía y libertad.

Referencias

  • (2020a). El tiempo que dedican las mujeres al cuidado familiar y su impacto en la pobreza de los hogares: Un desafío para las políticas públicas. Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa. https://avesawordpress.files.wordpress.com/2020/08/economiadelcuidado.pdf
  • (2020b). Higiene menstrual, salud sexual y demanda de anticoncepción: Situación diferenciada de las mujeres en la emergencia humanitaria en Venezuela. Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa. https://avesawordpress.files.wordpress.com/2020/08/economiadelcuidado.pdf
  • (2020). La pandemia del COVID-19 profundiza la crisis de los cuidados en América Latina. https://www.cepal.org/es/publicaciones/45335-la-pandemia-covid-19-profundiza-la-crisis-cuidados-america-latina-caribe
  • OEA-CIM. (2020). COVID-19 en la vida de las mujeres: Razones para reconocer impactos diferenciados. Organización de Estados Americanos-Comisión Interamericana de Mujeres http://www.oas.org/es/cim/docs/ArgumentarioCOVID19-ES.pdf
  • (2020). Encuesta nacional de condiciones de vida 2019-2020. Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, Universidad Católica Andrés Bello. https://assets.website-files.com/5d14c6a5c4ad42a4e794d0f7/5f0385bbed5a517dddd2f648_Presentaci%C3%B3n%20ENCOVI%202019-Trabajo_compressed.pdf
  • Kislinger, L. (coord.). (2019). Mujeres al límite 2019: derechos de las mujeres de cara al agravamiento de la emergencia humanitaria compleja en Venezuela. Equivalencias en Acción. Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa. https://avesawordpress.files.wordpress.com/2019/05/mujeres_limite_a4web.pdf
  • Marchionni, M., Gasparini, L. y Edo, M. (2018). Las brechas de género en América Latina. Corporación Andina de Fomento. https://scioteca.caf.com/bitstream/handle/123456789/1401/Brechas%20de%20genero%20en%20America%20Latina.%20Un%20estado%20de%20situacion.pdf?sequence=5&isAllowed=y
  • ONU Mujeres. (2020). Prevención de la violencia contra las mujeres frente a COVID-19 en América Latina y el Caribe. https://www2.unwomen.org/-/media/field%20office%20americas/documentos/publicaciones/2020/05/es_prevencion%20de%20violencia%20contra%20las%20mujeresbrief%20espanol.pdf?la=es&vs=3033
  • Rico, M. (coord.) (2016). Autonomía de las mujeres e igualdad de género en la agenda del desarrollo sostenible. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/40633/4/S1601248_es.pdf

Lissette González A., coordinadora de Proyectos de la Federación Internacional de Derechos Humanos / Provea e integrante de Acuerdo Social, asociación civil dedicada a la elaboración de propuestas de políticas públicas para Venezuela / acuerdosocialvenezuela@gmail.com. Twitter: @LissetteCGA