A principios de agosto de 2024 la bolsa de valores de Tokio tuvo una caída de doce por ciento, acompañada por la bolsa estadounidense con un desempeño similar. ¿Qué ocasionó ese brote de volatilidad? La respuesta de mayor aceptación es muy simple: las vacaciones de verano.
El pasado 5 de agosto de 2024 la bolsa de valores de Tokio tuvo una caída de doce por ciento, acompañada por la bolsa estadounidense con un desempeño similar, aunque de menor magnitud. Un reporte negativo del mercado laboral estadounidense, publicado el viernes anterior, y una subida de las tasas de interés fijadas por el Banco Central de Japón activaron una liquidación masiva de posiciones especulativas conocidas con el nombre de Carry Trade.
Lo más desconcertante de esta caída de precios fue su gran magnitud. Si bien la información reportada no era positiva, tampoco justificaba una pérdida de valor de un billón de dólares en un día, en el caso del mercado japonés.
Para el viernes de esa semana buena parte de las pérdidas, tanto en Japón como en Estados Unidos, había desaparecido. Los valores de los índices bursátiles volvieron a los niveles previos a los anuncios.
¿Cuál fue la razón de ese brote de volatilidad? Hasta ahora la respuesta de mayor aceptación en la comunidad financiera internacional es muy simple: las vacaciones de verano.
En este momento del año los bancos de inversión y otros agentes intermediarios de los mercados de valores reducen al mínimo el personal en funciones. Por lo tanto, ante un hecho inesperado de cierta importancia, algunas empresas se quedan temporalmente sin funcionarios de suficiente jerarquía que puedan salir a los mercados financieros a buscar líneas de créditos para hacer frente a ventas masivas de títulos financieros de sus clientes.
Frente a una caída brusca de precios, los empleados de guardia minimizan las operaciones de compra y venta de títulos valores, lo que dificulta aún más las operaciones de liquidación de posiciones de sus clientes. La iliquidez temporal de los mercados financieros alimenta el pánico. Esta iliquidez se observó también, en esos días, en los mercados de bonos del Tesoro y bitcoines.
Esta situación no es nueva y la posibilidad de que se repita forma parte de las leyendas urbanas de los mercados de valores. Dada la cantidad de riqueza que puede desaparecer en pocas horas, siempre queda en el ambiente la sensación de que estos episodios de volatilidad extrema podrían controlarse si se conociese a ciencia cierta cómo ocurren.
En el año 2009 los profesores Hong y Yu, de las universidades de Princeton y Columbia, respectivamente, publicaron un artículo que reporta un análisis exhaustivo con una muestra de 51 mercados bursátiles. Estudiaron cómo un factor exógeno —las vacaciones de verano— afectaba las relaciones entre el volumen de negociación de los títulos financieros y su rendimiento esperado.
Confirmaron «la creencia generalizada de que la rotación de acciones es significativamente menor durante el verano, porque los participantes del mercado están de vacaciones». Asimismo, encontraron que el rendimiento promedio de las acciones era menor durante el verano en países con caídas significativas de actividad comercial.
También encontraron que la reducción del volumen de transacciones era independiente del tamaño del inversionista, tanto entre inversionistas institucionales como entre los individuales. La diferencia entre los precios de compra y venta de los títulos valores (spread), que es una medida de liquidez, aumenta durante los periodos vacacionales, lo cual es congruente con la reducción del volumen de transacciones.
Hong y Yu no ofrecen una explicación de cómo se desarrollan estos colapsos masivos de precios ante reducciones súbitas de la liquidez de los títulos financieros. Pero sí identifican la necesidad de desarrollar modelos que incorporen la existencia de agentes heterogéneos (inversionistas institucionales, creadores de mercados, personas naturales, etc.) en la explicación del comportamiento de los precios.
Es de esperarse que lo sucedido el pasado 5 de agosto haya producido información financiera muy valiosa sobre una situación atípica. Nuevos artículos —tanto de académicos como de analistas de la industria financiera— apuntarán a minimizar el impacto de esos brotes de volatilidad conociendo mejor su mecanismo de funcionamiento.
Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.
Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.
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Referencia
Hong, H. y Yu, J. (2009). Gone fishin’: Seasonality in trading activity and asset prices. Journal of Financial Markets, 12(4), 672-702. November. https://ideas.repec.org/a/eee/finmar/v12y2009i4p672-702.html