¿Se repite el pasado ? El mercado accionario estadounidense de la próxima década

1380
Fotografía: Pexels.

Para facilitar la construcción de carteras de inversiones se supone que los retornos de las acciones siguen distribuciones normales (a largo plazo tienden a revertir al valor medio). Tal supuesto es útil para hablar en un contexto atemporal, pero no para dar consejos de inversión en momentos específicos: se corre el peligro de crear falsas expectativas.

Carlos Jaramillo / 12 de septiembre de 2019


 

La mayoría de los inversionistas carece de un horizonte de inversión que coincida con el «largo plazo» de las estadísticas. Su desempeño financiero está muy condicionado por el momento histórico en el que ocurren las inversiones. Si usted invierte dentro de un ciclo económico de bajo crecimiento, al menos la porción en acciones de su cartera tendrá un desempeño similar al de ese ciclo y, para compensar, usted debería hacer un esfuerzo de ahorro superior al de quienes tuvieron la suerte de ahorrar en un contexto económico expansivo.

Estas consideraciones permiten presentar con mayor claridad las declaraciones, en la revista Barron’s, de Rob Arnott, presidente de Research Affiliatte, un grupo de asesoría financiera que maneja 185.000 millones de dólares mediante una familia de 198 fondos de inversión distribuidos en conjunto con Pimco, FTSE/Russell y Charles Schwab. Según Arnott, durante los últimos cien años, en Estados Unidos el dividendo promedio ha sido 4,5 por ciento, pero en décadas recientes apenas ha promediado dos por ciento. Para alcanzar el retorno total accionario de diez por ciento, que ha sido el promedio del último siglo, se necesitaría un crecimiento de los precios de los títulos valores del orden del ocho por ciento, lo que solo sucede al final de un ciclo recesivo y no en el pico de un ciclo económico como el actual.

El cociente precio/utilidad por acción de Shiller —un indicador ampliamente usado para señalar si un mercado accionario, o una acción particular, está sobre o subvaluada— se encuentra en un nivel de 32, usando como referencia el S&P 500. Su promedio histórico es 17 por lo que, para alcanzarlo, las acciones deberían tener un crecimiento negativo interanual de un seis por ciento en los próximos diez años. Ahora bien, el hecho de que un mercado esté sobrevaluado no significa que la corrección sea inminente.

Una valuación de 32 implica que el mercado accionario estadounidense está valorado para un escenario perfecto: las empresas componentes del índice mantendrán su liderazgo en sus sectores de actividad y no serán afectadas por tecnologías disruptivas, como puede ser la masificación del uso de la inteligencia artificial, o cambios de patrones de consumo hacia productos orgánicos fabricados por empresas locales. El consejo del señor Arnott para sobrevivir a esta década de contracción es ante todo desarrollar una actitud «disidente» frente al riesgo financiero. Es decir, atreverse a comprar esas acciones extremadamente castigadas de los mercados emergentes, y aguantarlas hasta que finalmente sus precios se recuperen, sin dudar ni un momento cuando los artículos de prensa o los formadores de opinión digan que el Armagedón, o el Ratnarog si usted prefiere la versión nórdica del fin del mundo, está a pocos días de ocurrir.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.