El saldo de la pandemia para la comunidad internacional

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Fotografía: Jeyaratnam Caniceus / Pixabay

El impacto del covid-19 va mucho más allá de las impresionantes estadísticas de salud que constantemente se publican. El virus también ha afectado algunos modos de relación, cuyas implicaciones aún están por verse, en el funcionamiento de la comunidad internacional.


A principios de agosto de 2020 se sabe que el covid-19 ha contagiado a 18,5 millones de personas en todo el mundo, de las cuales 701.278 han fallecido (Johns Hopkins University & Medicine, 2020). Esta cantidad de contagios y defunciones es quizá el foco principal de la preocupación global cuando se evalúa el avance del virus, aunque también existen otros saldos cuyas implicaciones son muy relevantes para la nueva cotidianidad pospandemia.

¿Cuál es el saldo social de las nuevas formas de relación que trajo el covid-19? ¿Cuál es el impacto económico mundial de toda esta crisis? ¿Qué implicaciones tiene la pandemia para las instituciones internacionales y la reputación de algunos Estados? ¿Habrá consecuencias políticas para los gobiernos que respondieron equivocadamente al virus? Éstas y muchas otras interrogantes son pertinentes y van más allá del número de contagiados y fallecidos.

Saldo 1: La superpotencia que no está a la altura de las circunstancias

En su obra Homo Deus, el historiador Yuval Noah Harari (2018: 2) argumenta que el hambre, las plagas y la guerra han pasado a ser retos controlables. «Ya no necesitamos orar a ningún Dios o santo para que nos rescate de ellas. Sabemos bastante bien qué se necesita hacer para prevenirlas, y normalmente somos exitosos haciéndolo». Según el historiador, el hecho de que sigan ocurriendo no significa que la humanidad no sepa cómo resolverlas y, cuando no las resuelve, puede encontrarse una conexión con decisiones sobre políticas públicas. Dicho de otro modo, el conocimiento para resolver estos problemas existe, solo que a veces alguien decide no utilizarlo.

Esta afirmación cobra importancia cuando se evalúa el desempeño de Estados Unidos frente a la «plaga» del covid-19. Hoy se sabe que el distanciamiento físico, el uso de mascarilla y el aseo permanente de las manos constituyen una estrategia efectiva para controlar la pandemia, hasta tanto se disponga de la vacuna (Centers for Disease Control and Prevention, 2020). Los gobiernos más exitosos en el combate del covid-19, como Corea del Sur y Nueva Zelanda, han promovido esta estrategia y como resultado han controlado el virus.

La respuesta del gobierno de Trump puede calificarse de errática, si se considera que a mediados de enero el presidente afirmó que todo estaba bajo control: solo se había detectado un viajero proveniente de China que no representaba mayor amenaza. En febrero insistió en que no existía una amenaza mayor, y anunció que pronto desaparecería, pues era un problema similar a las gripes estacionales de cada año. En marzo comenzó una abierta politización del tema: el gobierno responsabilizó al Partido Demócrata de «inflar» todo lo relacionado con la pandemia. También ofreció volver a la normalidad el 12 de abril, día de celebración del Domingo de Pascua (Stevens y Tan, 2020). Recientemente, Trump reconoció la amenaza que representa el virus y apareció usando tapaboca y recomendando su uso, un hábito del cual se había mofado.

El resultado es que aproximadamente el 26 por ciento de los casos y el 23 por ciento de las muertes de todo el mundo ocurren en Estados Unidos. Estos porcentajes lucen desproporcionados, si se considera que el país tiene 4,2 por ciento de la población mundial (Johns Hopkins University & Medicine, 2020).

La aproximación del gobierno de Estados Unidos al covid-19 no es congruente con el liderazgo que una superpotencia debe ejercer en los ámbitos económico, diplomático, científico-tecnológico y cultural. La fuerza de una superpotencia se expresa no solo en su capacidad para dominar a otros Estados sino también en su habilidad para trabajar con otros actores en el logro de metas que beneficien a la comunidad internacional como un todo (Huntington, 1999).

Saldo 2: La organización global de la salud se debilita

La habilidad para trabajar con otros actores es un rasgo fundamental del liderazgo que, además, significa colaborar con otros a pesar de las diferencias que existan. El gobierno de Estados Unidos decidió suspender su aporte económico y retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) porque «fallaron en ejecutar las urgentes reformas solicitadas», según lo expresado por el presidente Trump el 29 de mayo (Hoffman y Maegan, 2020).

¿Qué significa que Estados Unidos se retire de la OMS? Significa, en primer lugar, que cederá sus derechos de voto, su asiento en el comité ejecutivo y, en general, su participación en la organización. Significa también que la OMS verá afectada su capacidad para atender enfermedades como sida, tuberculosis y malaria, cuyas estrategias de combate eran financiadas en un setenta por ciento con el aporte de Estados Unidos, que constituía el veinte por ciento del presupuesto de este organismo.

Ahora más que nunca se necesita coordinación internacional, para atender los problemas mundiales de salud. Pero esto parece improbable, en vista del ofrecimiento de Estados Unidos de ceder esos fondos a otros ejecutores; que, de concretarse, conduciría a respuestas globales más fragmentadas y menos focalizadas (Glassman y Brin, 2020).

Saldo 3: China enfrenta problemas de reputación

La aparición del virus colocó a China en el ojo del huracán, y ocasionó que en todo el mundo se hicieran afirmaciones que afectan su reputación y enfatizan su responsabilidad por la difusión del virus. Se ha dicho que el virus fue creado en un laboratorio chino, como un mecanismo de control poblacional; que el origen del virus está en los «exóticos» hábitos alimenticios de su población, que incluyen la ingesta de la ahora célebre sopa de murciélago; que callaron y escondieron los casos iniciales de contagio, precisamente por razones de reputación.

Más allá de lo cierto o falso de estas afirmaciones el hecho constatable es que han formado una percepción global que no favorece la imagen de China, y contradice sus esfuerzos para transmitir una imagen de liderazgo responsable. Tampoco favorece su promoción como potencia económica mundial, con capacidad para invertir en todos los países del mundo y ofrecer un mercado atractivo para las inversiones de otros países.

La reputación de los países constituye un factor relevante en las relaciones internacionales, pues determina en gran medida los flujos de inversiones, turistas y exportaciones. Con el fin de fortalecerla, los países promueven la creación de marcas propias y tratan de incidir en las decisiones de los múltiples actores internacionales para que jueguen a su favor.

China tiene plena certeza de los riesgos asociados con una imagen desfavorable en el mundo de hoy. Su «pecado original» es haber sido el primer país afectado por el virus, además de dar algunas respuestas iniciales desacertadas, como la de acusar de desleal al médico que inicialmente alertó sobre el covid-19.

China hará su «control de daños» para cambiar las percepciones negativas inducidas por su desempeño inicial. Tiene capacidad y voluntad para hacerlo, y de ser necesario intentará «reescribir la historia del coronavirus y proteger su reputación en casa y en todo el mundo» (Gilsinan, 2020).

Saldo 4: Un grave impacto económico y social

Las secuelas económicas de esta pandemia no son pocas. Se prevé una contracción del 5,2 por ciento del PIB mundial en 2020; la recesión global más profunda en décadas, a pesar de los esfuerzos extraordinarios de los gobiernos para contrarrestarla mediante políticas fiscales y monetarias (World Bank, 2020). A largo plazo se espera que la recesión deje cicatrices duraderas, debido principalmente a la disminución de la inversión y la erosión del capital humano, por la pérdida de empleo y problemas de escolarización.

Muchos de los países menos desarrollados no tienen capacidad para financiar paquetes de ayuda a la población y enfrentan problemas por la mala calidad de su infraestructura sanitaria, que imposibilita cumplir recomendaciones básicas de higiene para minimizar las posibilidades de contagio. Además, amplios sectores de esos países viven del ingreso que se procuran día a día, por lo que les resulta imposible quedarse en casa como medida de prevención.

Las consecuencias económicas del covid-19 son muchas, aunque todavía no estén claras su profundidad y extensión. Pero puede afirmarse que, debido a las disimiles capacidades de respuesta de los Estados, la pandemia tiene el potencial de profundizar la desigualdad que ya existe entre ellos. Es necesario esbozar un marco para comprender los cambios de una comunidad internacional que aún trata de hacer los ajustes necesarios para adaptarse a la nueva realidad pandémica.

Referencias

  • Centers for Disease Control and Prevention (2020): «How to protect yourself & others». 13 de julio. https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/prevent-getting-sick/prevention.html
  • Cull, N. J. y Magnier, M. (2020): «International reputation & covid-19: China, the U.S. and beyond». Center on Public Diplomacy. 30 de abril https://www.uscpublicdiplomacy.org/blog/international-reputation-covid-19-china-us-and-beyond
  • Gilsinan, K. (2020): «How China is planning to win back the world». 28 de mayo. https://www.theatlantic.com/politics/archive/2020/05/china-disinformation-propaganda-united-states-xi-jinping/612085/
  • Glassman, A. y Brin, D. (2020): «What is the World Health Organization without the United States?». Center for Global Development. 26 de mayo. https://www.cgdev.org/blog/what-world-health-organization-without-united-states
  • Harari, Y. N. (2018): Homo deus: a brief history of tomorrow. Nueva York: Harper Perennial.
  • Hoffman, J. y Maegan, V. (2020): «Trump announces end of US relationship with World Health Organization». 29 de mayo. https://www.cnn.com/2020/05/29/politics/donald-trump-world-health-organization/index.html
  • Huntington, S. P. (1999): «The lonely superpower». Foreign Affairs. 78. No. 2: 35-49.
  • Johns Hopkins University & Medicine (2020): «Coronavirus Resource Center». 5 de agosto. https://coronavirus.jhu.edu
  • Stevens, H. y Tan, S. (2020): «From “It’s going to disappear” to “WE WILL WIN THIS WAR”». The Washington Post. 31 de marzo. https://www.washingtonpost.com/graphics/2020/politics/trump-coronavirus-statements/
  • World Bank (2020): «The global economic outlook during the COVID-19 pandemic: a changed world». 8 de junio. https://www.worldbank.org/en/news/feature/2020/06/08/the-global-economic-outlook-during-the-covid-19-pandemic-a-changed-world

Gerardo Perozo, director de PMart Consultancy, con sede en Chicago. Investigador asociado de la Unidad de Políticas Públicas de la Universidad Simón Bolívar. Integrante de Acuerdo Social, asociación civil dedicada a la elaboración de propuestas de políticas públicas para Venezuela / acuerdosocialvenezuela@gmail.com. Twitter: @gperozo