La carta anual de Warren Buffett

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Todos los febreros, desde hace décadas, Warren Buffet dirige una carta a los accionistas de Berkshire Hathaway, la sociedad tenedora que dirige. La última contiene sus reflexiones sobre los cambios ocurridos en las prácticas de gobierno corporativo en los últimos 62 años.

Carlos Jaramillo / 28 de marzo de 2020


 

En muchos aspectos, sin darse cuenta de ello, la gente vive como si fuera eterna; como si muchos eventos que dependen de la voluntad de terceros nunca dejarán de suceder. Tal es el caso de la carta que todos los febreros, desde hace décadas, Warren Buffet dirige a los accionistas de Berkshire Hathaway, la sociedad tenedora que dirige.

Cada año la carta es esperada con ansiedad, no solo por la rendición de cuenta tradicional, que incluye desde hace algunos años comentarios escuetos sobre los planes de sucesión de una empresa cuyos principales líderes —Warren Buffett y Charles Chares Munger— cumplirán 90 y 96 años respectivamente en 2020, sino también por las agudas reflexiones de Buffett sobre el mundo empresarial, las tendencias industriales y la política estadounidense.

Este año no quiso hablar de política, tal vez porque habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre. Pero sí habló del papel de los directores en las juntas directivas de las empresas: en un pasado no tan remoto, los abogados lideraban el debate sobre las responsabilidades de los miembros de los directorios, mientras que hoy los inversionistas institucionales y los políticos profesionales han entrado con fuerza en tal debate.

Buffett habló también de una asignatura pendiente: lograr una mayor participación de las mujeres en las juntas directivas. Si bien reconoció que treinta años atrás las únicas mujeres integrantes de los directorios formaban parte de las familias que controlaban las empresas, actualmente hay muchas más, pero la equidad de género está aún lejos de ser una realidad.

No importa cuánto se haya avanzado en la implantación de reglas y procedimientos que refuercen el buen funcionamiento de los directorios. Según Buffett hay un reto que siempre estará presente: encontrar y retener una persona talentosa, íntegra, y que dedique el resto de su vida profesional a la empresa en la presidencia ejecutiva. Cuando esto se logra el trabajo de los miembros del directorio es realmente sencillo; cuando no es así, las vidas de todos se complican.

En la actualidad los comités de auditoría trabajan muchas más horas y con mayor seriedad que en el pasado. Lamentablemente, esos comités no siempre consiguen gerentes que les igualen en intenciones e intereses. Buffett recuerda a unos cuantos presidentes ejecutivos que manipularon las cifras, para satisfacer sus egos más que por un interés crematístico.

Los comités de compensación se apoyan cada vez más en costosos consultores externos, y resulta cada vez más difícil entender los planes de compensación de los gerentes. ¿Será tal vez porque es difícil justificar los altos honorarios que estos asesores reciben por preparar un sencillo plan de compensación?

Una buena práctica de gobierno que ha surgido con los años es la reunión periódica de la junta directiva sin el presidente ejecutivo. Antes de la implantación de esta práctica era muy raro participar en una junta directiva en la cual las habilidades del presidente ejecutivo, sus adquisiciones y su remuneración se discutieran francamente.

Las propuestas de adquisición siguen siendo un problema particularmente complejo para los integrantes de las juntas directivas. La orquestación legal para hacer tratos se ha refinado y hecho más compleja y costosa. Sin embargo, los presidentes ejecutivos siguen actuando defensivamente cuando alguien objeta una adquisición que desean mucho. Buffett confiesa que él también se comporta a veces de esa manera. Sigue existiendo un gran sesgo hacia las adquisiciones que gozan del favor del presidente ejecutivo y sus colaboradores.

Otro aspecto que preocupa a Buffett es cómo reclutar directores verdaderamente independientes, en empresas cuyas dietas por reunión pueden bordear los trecientos mil dólares. Lamentablemente no propone recomendaciones en este particular.

Para Buffett los atributos de un buen integrante de junta directiva no han cambiado, en esencia, durante los últimos sesenta años: deben ser personas con astucia empresarial, comprometidas con el bienestar de los accionistas y con intereses muy específicos en las empresas en cuyas juntas se sientan.

Ojalá no sea esta la última carta de Warren Buffett a los accionistas de Berkshire Hathaway. Tal vez algún día llegue esa última carta para recordarnos que, si no somos eternos, siempre tenemos la opción de intentar ser pertinentes, y el señor Buffett lo ha sido, y mucho.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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