En 2025 se cumple el plazo para que el banco central de Estados Unidos revise su estrategia en temas como el cambio climático, los cambios repentinos de flujos de capital, los participantes del mercado que debe supervisar, la conexión entre activos digitales y banca tradicional, y los cambios en sus políticas comunicacionales para responder al nuevo entorno.
En 2019 la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) emprendió su primera revisión pública e integral del marco de política monetaria —estrategia, herramientas y prácticas de comunicación— que emplea para lograr los objetivos de máximo empleo y estabilidad de precios establecidos por el Congreso de ese país. El 27 de agosto de 2020, el Comité Federal de Operaciones de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés, un organismo de la Fed) publicó una «Declaración revisada» sobre objetivos a largo plazo y estrategia de política monetaria.
Este documento establecía los objetivos de la política monetaria, articulaba el marco de políticas y servía como base para las acciones del FOMC. Establecía, además, que el FOMC debería revisar aproximadamente cada cinco años su estrategia, herramientas y prácticas de comunicación de política monetaria. Esta tarea debe comenzar en los próximos meses, de manera que se haga público el nuevo marco de política monetaria en el último trimestre de 2025.
A partir de la gran crisis financiera de 2007-2009 la Fed ha tenido la oportunidad de experimentar con la aplicación de políticas monetarias en contextos inusuales.
El proceso de revisión requiere definir una lista de temas referidos a los cambios que han ocurrido en el sistema financiero internacional y que afectan las operaciones de las instituciones financieras, dentro y fuera de Estados Unidos. Es probable que en el simposio anual que organiza la FED en Jackson Hole (Wyoming) se discuta el material que definirá el marco de política monetaria estadounidense del próximo quinquenio.
Entre la lista de temas de alto impacto se encuentran el papel de los bancos centrales frente al cambio climático, la atención a los cambios repentinos de flujos de capital que afectan la estabilidad del sistema financiero (corridas bancarias), los participantes del mercado financiero que deben ser sujetos a la supervisión de la Fed, la conexión entre los activos digitales y la banca tradicional, y, por supuesto, los cambios en las políticas comunicacionales de la Fed para responder a un nuevo entorno que hace cinco años no existía.
Tal vez uno de los temas más polémicos sea el del papel que debe desempeñar un banco central en la lucha contra el cambio climático. Hasta ahora, los directivos de la Fed han sostenido que la naturaleza de esa institución les impide formular un objetivo de política explícito, similar a los que existen para temas tales como inflación o desempleo. Pero, en la medida en que los fenómenos meteorológicos extremos causan pérdidas que afectan las carteras de crédito de los bancos y la viabilidad económica de las empresas de seguros, se hace necesario comprender las consecuencias del cambio climático en la estabilidad del sistema financiero y el modo de atender una crisis sistémica ocasionada por este tipo de fenómenos.
La Fed llevó a cabo un ejercicio piloto de análisis de escenarios climáticos en 2023 para identificar los desafíos de la gestión del riesgo climático para las grandes organizaciones bancarias y mejorar su capacidad para reconocer, evaluar, monitorizar y gestionar los riesgos financieros relacionados. En el ejercicio participaron seis grandes conglomerados bancarios: Bank of America Corporation, Citigroup Inc., Goldman Sachs Inc., JPMorgan Chase & Co., Morgan Stanley y Wells Fargo & Co.
El ejercicio piloto de análisis de escenarios climáticos fue exploratorio y no tuvo consecuencias en cuanto a fijar el capital bancario requerido ni implicaciones de supervisión. La Fed no prohíbe ni desalienta que las instituciones financieras brinden servicios bancarios a clientes de cualquier clase o tipo específico, siempre y cuando lo permitan las leyes o las regulaciones.
Los participantes informaron de importantes desafíos en materia de datos y modelos para determinar riesgos financieros relacionados con el clima. Existe una carencia de datos completos y consistentes relacionados con las características de los edificios, las coberturas de seguros y los planes de las contrapartes para gestionar riesgos climáticos. En muchos casos, las instituciones financieras confían en proveedores externos para llenar los vacíos de datos y modelos.
Las corridas bancarias siguen siendo un peligro potencial para la estabilidad del sistema financiero.
Los participantes destacaron la importancia de una mejor comprensión y seguimiento de los impactos indirectos (por ejemplo, perturbaciones en las economías nacionales) y riesgos crónicos (por ejemplo, aumento del nivel del mar) para gestionar los riesgos climáticos. Destacaron, también, el papel de las empresas de seguros en la mitigación de riesgos para los consumidores, las empresas y los bancos. Señalaron la necesidad de monitorizar los cambios en la industria de los seguros —incluidos los cambios en los costos de las pólizas a lo largo del tiempo— y los impactos de esos cambios en los consumidores y las empresas en mercados y segmentos específicos.
Las corridas bancarias siguen siendo un peligro potencial para la estabilidad del sistema financiero, lo que resultó evidente en el colapso del Silicon Valley Bank en marzo de 2023. Afortunadamente, la Fed y otros organismos relacionados montaron sobre la marcha el Programa de Financiamiento Bancario a Plazo, que ofrecía préstamos a bancos y otras instituciones financieras. Adicionalmente, revisaron y ajustaron algunos procesos de supervisión bancaria para identificar y enfrentar vulnerabilidades más rápidamente en el futuro. La nueva estrategia de política monetaria debe incorporar los aprendizajes de estas experiencias, para ejecutar planes de emergencia con la celeridad requerida.
El grupo de instituciones candidatas a que la Fed las regule incluye, en la lista corta de «nuevos miembros del club», las instituciones financieras no bancarias —«bancos en la sombra»— que a finales de 2023 poseían el 47 por ciento de los activos financieros del mundo (217,38 billones de dólares), según el Reporte mundial sobre intermediación financiera no bancaria, publicado por el Consejo de Estabilidad Financiera, un organismo vinculado al G20. El 53 por ciento restante está en manos de la banca clásica, los bancos centrales y las instituciones financieras de los Estados.
La Fed y sus homólogos europeos han desarrollado una extensa investigación sobre el fenómeno de los bancos en la sombra que servirá para identificar qué aspecto de su funcionamiento debería caer bajo su paragua regulatorio. También es necesario evaluar si su estrategia vigente se adapta adecuadamente a los cambios macroeconómicos derivados del crecimiento de las instituciones financieras no bancarias.
En el ciclo anterior de revisión de la estrategia de política monetaria de la FED no se consideró la vinculación entre criptoactivos y finanzas tradicionales. La aparición de un ETF de criptomonedas al contado (spot) y la quiebra de un importante intermediario del mundo de criptoactivos como fue FTX sucedieron apenas en 2023. Por ello, la nueva estrategia necesita incorporar un objetivo que atienda a la pregunta de cómo podría el ecosistema de activos digitales afectar el cumplimiento del mandato de la FED.
Es innegable que la imagen del presidente de la Fed ha cambiado mucho desde que Ben Bernanke asumió el cargo en 2006. Hasta ese momento, las autoridades del banco central estadounidense tenían por principio ser lo más escuetas posibles sobre los cambios que tenían en mente. Pensaban que si los mercados financieros les anticipaban «la jugada», con sus acciones podrían anular buena parte del impacto que el organismo intentaba ocasionar en la economía.
Con Bernanke se implantó la política de reducir la incertidumbre de los actores económicos (forward guidance), anticipándoles posibles acciones de la Fed. Así, el sistema se movió del hermetismo a la vocería. Hay momentos en los que probablemente muchos se pregunten hasta qué punto el volumen de información publicado por los funcionarios de la Fed, acompañado de las declaraciones de una variedad de altos ejecutivos del organismo, en lugar de aclarar, confunde.
En este nuevo ciclo de revisión de la estrategia de la política monetaria se hace necesario evaluar la experiencia para hacer más específicas las comunicaciones, sin olvidar que, según Bernanke, «la política monetaria es 98 por ciento conversación y 2 por ciento acción».
A partir de la gran crisis financiera de 2007-2009 la Fed ha tenido la oportunidad de experimentar con la aplicación de políticas monetarias en contextos inusuales que incluyen una pandemia y un inesperado brote inflacionario. La nueva estrategia de política monetaria debe reflejar lo aprendido en las dos últimas condiciones, con miras a responder con mayor rapidez y eficiencia a los riesgos que acechan a un mundo en constante transformación.
Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.
Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.
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