Cuando los funcionarios de los bancos centrales comunican su percepción de cuán lejos se encuentran las tasas de interés vigentes de la tasa neutra, dan pistas de hacia dónde se moverán las tasas en el futuro cercano.
Carlos Jaramillo / 6 de diciembre de 2018
Una de las quimeras que persiguen los bancos centrales es la llamada tasa neutra: la tasa de interés a la cual crece el producto territorial bruto cuando sigue su tendencia natural y la tasa de inflación es estable y tolerada por los agentes económicos. Este concepto fue acuñado por Knut Wicksell, economista de la escuela austriaca, y es una pieza fundamental de la teoría de ciclos de negocios que propone esa escuela.
Los encargados de formular políticas públicas deben comparar esta tasa con las vigentes, y tratar de mantener una mínima brecha entre ellas; de lo contrario se produce inestabilidad monetaria. Lamentablemente, la tasa neutra es una construcción teórica y no es observable, aunque existen métodos empíricos para calcularla.
En la nueva tendencia de los bancos centrales conocida como «preanuncio monetario» (forward guidance), que consiste en dar señales a la economía de sus posibles acciones para reducir la volatilidad de precios y la incertidumbre en los mercados, la tasa neutra se convierte en una herramienta útil. Al comunicar los funcionarios de los bancos centrales su percepción de cuán lejos se encuentran las tasas de interés vigentes de esta «tasa de equilibrio», dan pistas de hacia dónde se moverán las tasas en el futuro cercano.
El pasado miércoles 28 de noviembre Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (FED), en una conferencia en el Economic Club de Nueva York, afirmó que la tasa de redescuento, a la cual los bancos estadounidenses se prestan dinero al plazo de 24 horas, estaba ligeramente por debajo de la tasa neutra. Los mercados interpretaron este comentario como una señal de que el organismo regulador reducirá el paso en su proceso de elevar la tasa de redescuento, que partió de cero en diciembre de 2016, se ubicó entre 2,0 y 2,25 por ciento, y hasta ahora se pensaba que no pararía hasta muy entrado 2019. El índice S&P 500 subió 2,3 por ciento en respuesta a las declaraciones del señor Powell.
La FED usa la tasa de redescuento para inducir cambios en el costo del dinero. Desde la Gran Crisis Financiera de la década pasada, esa tasa se mantuvo en niveles extremadamente bajos que permitieron, entre otras cosas, financiar la compra de activos financieros a costos muy bajos, lo que produjo una presión alcista en los precios de acciones y bonos estadounidenses.
En septiembre pasado Powell anunció que la tasa de redescuento tenía un camino muy largo que recorrer antes de alcanzar la tasa neutra, que para muchos la FED calcula en tres por ciento. Este comentario activó un proceso de venta de acciones, debido a un potencial aumento del costo del financiamiento de las posiciones especulativas, que produjo una caída de ocho por ciento del S&P 500 durante el mes de octubre.
El cambio de opinión de Powell, en un plazo de menos de dos meses, señala al menos dos hechos. El primero es que el preanuncio monetario es una política comunicacional dinámica, que se adapta al quehacer económico; y el segundo, que la tasa neutra también cambia con los aires de la economía. Lamentablemente, las recientes declaraciones de Powell fueron antecedidas por una crítica del presidente Trump a la política de la FED de aumentar las tasas de interés en los últimos dos años, lo que siembra algunas dudas sobre la independencia de Powell en su proceso de decisión.
Hay muchas razones para pensar que la FED es inmune a las presiones presidenciales. Pero el impacto corrosivo de las constantes declaraciones de Trump contra los usos, costumbres y papeles institucionales no dejan de ser motivos de preocupación, sobre todo en un mundo donde los aires populistas soplan con fuerza.
Carlos Jaramillo, profesor del IESA.
Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.