Putinismo sin Putin

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Ilustración: Victoria Borodinova / Pixabay.

Vladimir Putin sorprendió al mundo político al anunciar una reforma constitucional, que será sometida a referéndum antes del 1º de mayo de 2020, destinada a asegurar su ejercicio del poder a partir de 2024, cuando termine su mandato.

Carlos Jaramillo / 23 de enero de 2020


 

La semana pasada Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, sorprendió al mundo político al anunciar una reforma constitucional que será sometida a referéndum antes del 1º de mayo de 2020. El principal objetivo de la reforma es garantizarle un papel protagónico a partir de 2024, año en el que terminará su mandato.

¿Qué hará Putin después de entregar la presidencia? Esa es, sin duda, la mayor pregunta después de su anuncio de cambios. En principio se espera que intente desarrollar una estructura para gerenciar el poder que no requiera su presencia cotidiana, lo que ya empieza a conocerse como «putinismo sin Putin». La idea es asegurar la continuidad de la élite gobernante en un contexto donde Putin tenga la última palabra.

¿Cuáles son los principales cambios constitucionales propuestos?

 

  • Otorgar a la cámara baja del parlamento (la Duma) autoridad para nombrar al primer ministro, sus diputados federales y ministros del gabinete, y prohibir al presidente rechazar estos nombramientos.

Este cambio restituye potestades al poder legislativo, y fortalece la posición del partido político que ejerza la mayoría parlamentaria; actualmente, Rusia Unida, la plataforma política de Putin. Sin embargo, el presidente de la Federación Rusa sigue definiendo las actividades y prioridades del gobierno, y mantiene el control sobre las fuerzas armadas y el sistema de justicia, lo que impide que Rusia se convierta en una fuerte república parlamentaria, uno de los grandes temores de Vladimir Putin.

 

  • Limitar el ejercicio de la presidencia a dos mandatos, sean o no consecutivos.

La constitución vigente no impide la reelección presidencial en múltiples ocasiones, siempre y cuando no sean consecutivas.

 

  • Los candidatos presidenciales no podrán tener segundas ciudadanías y deben haber vivido al menos 25 años en el país para optar a ese cargo.

Con este cambio se espera anular contendientes, en particular de partidos de oposición, que por temor a la represión hayan hecho parte de su vida política fuera de Rusia.

 

  • La Constitución rusa debe prevalecer sobre los tratados internacionales.

Esta reforma intenta evitar la remota posibilidad de que acuerdos internacionales o afiliaciones a órganos supranacionales impongan compromisos o restricciones similares a las que viven los países miembros de la Unión Europea, que no son del gusto de los políticos interesados en manejar Estados soberanos «fuertes y autónomos», como son los casos de Putin o los militantes de la derecha británica.

 

  • Convertir al Consejo de Estado, órgano asesor de Putin establecido cuando fue elegido presidente por primera vez en 2000, en un órgano oficial de gobierno.

Al formar parte de este consejo, los gobernadores de la Federación Rusa tendrán mayor participación en las decisiones federales, lo cual proporcionará un espacio para que se manifieste la diversidad del país y una plataforma para que Putin siga ejerciendo el control, al presidir el consejo.

 

  • Prohibir a los legisladores, ministros del gabinete, jueces y otros funcionarios de nivel federal poseer segunda ciudadanía o residencia permanente en el extranjero.

Al igual que en el caso de los candidatos presidenciales, este es un mecanismo para anular actores políticos incómodos.

 

  • Otorgar a los senadores poder para destituir a los jueces de la Corte Constitucional y la Corte Suprema que presenten conductas inapropiadas de acuerdo con la propuesta del presidente.

Este cambio constitucional abre la posibilidad de que los políticos cometan más abusos, pues el término «inapropiado» es bastante ambiguo.

 

  • Establecer el salario mínimo de Rusia en o por encima de la línea de pobreza y ajustar anualmente las pensiones a la inflación.

Este cambio responde a una de las grandes críticas a la gestión de Putin: no haber logrado mejoras en la condiciones de vida de la población luego de casi veinte años en el ejercicio del poder.

 

¿Cómo se proyecta el futuro de Vladimir Putin con estos cambios constitucionales? Como un nuevo padre de la patria rusa, al promover la separación de los poderes ejecutivo y legislativo, limitar la reelección presidencial y crear restricciones a las candidaturas de sus enemigos políticos, impedirá que alguien —de dentro o de fuera de los cuadros de la élite política que ha creado— le haga sombra.

Para ser el padre del país no necesita ser presidente. Le basta con controlar las instituciones donde reside el poder; en este caso, el Consejo de Estado, un organismo multirregional donde convergen todos los grupos de intereses de la Federación Rusa.

¿Qué hace un padre de la patria? Delega en sus segundos el manejo cotidiano del país y se dedica a los juegos geopolíticos internacionales y a blindar su legado, que en el caso de Putin consiste en recuperar el sueño zarista de una nación fuerte, relevante y con posibilidad de actuar y vetar cambios políticos en su área de influencia.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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