Reflexiones de un presidente saliente

1763

En marzo de 2020 terminará el mandato de Mark Carney en el Banco de Inglaterra. Entre los desafíos que enfrentarán sus sucesores se encuentran sortear una eventual «trampa de liquidez», conducir el sistema financiero británico en un mundo posbrexit y controlar los riesgos financieros creados por el calentamiento global.

Carlos Jaramillo / 16 de enero de 2020

 


Es difícil encontrar un calificativo para describir la trayectoria profesional de Mark Carney, tal vez la única persona que ha sido presidente de dos bancos centrales: el de Canadá (2008-2013) y el del Reino Unido (el Banco de Inglaterra, 2013-2020). Economista de Harvard y doctor en esa disciplina de la Universidad de Oxford, comenzó su carrera profesional en Goldman Sachs, grupo bancario donde permaneció trece años acumulando experiencia en riesgo soberano y bonos de mercados emergentes; además, participó activamente en el manejo de la crisis financiera rusa de 1998.

En 2003 Carney comenzó su carrera en el sector público cuando ingresó al Banco de Canadá, en el que permaneció diez años. Durante su gestión como presidente del banco hizo frente a la crisis financiera global de 2008. Redujo las tasas de interés y garantizó fuentes abundantes de liquidez a la banca local, razón por la cual Canadá fue el único miembro del G-8 que salió prácticamente ileso de tal crisis.

En 2013 Carney aceptó dirigir el banco central británico, donde ha tenido la oportunidad de lidiar con asuntos tan diversos como el brexit, del cual ha sido un gran crítico, el papel distorsionador del dólar en el comercio internacional o la creciente desigualdad en la distribución de la riqueza en los países desarrollados. El 16 de marzo de 2020 terminará su período y en estas últimas semanas la prensa especializada, a manera de cierre de ciclo, le ha dedicado una serie de entrevistas que recogen sus percepciones sobre los asuntos que enfrentarán los bancos centrales de los países desarrollados en los próximos años.

Su mayor preocupación es, sin duda, la posibilidad de que los bancos centrales de los países desarrollados no tengan capacidad para enfrentar una contracción económica. En su opinión, la economía mundial se está dirigiendo hacia una «trampa de liquidez», situación en la cual las políticas monetarias de los bancos centrales pierden capacidad para reactivar la economía vía la reducción de tasas de interés y la inyección de grandes masas de dinero a muy bajo costo. Si tal trampa sucede efectivamente, para frustración de funcionarios como Carney, los bancos centrales se quedaran de manos atadas a la espera de que los gobiernos nacionales logren consenso político para aplicar las clásicas políticas fiscales a su alcance: reducción de impuestos y aumento del gasto público.

Durante las negociaciones del brexit el gobierno británico debe poner particular atención en evitar comprometerse a alinear sus potestades reguladoras, sobre su sistema financiero, con las de Bruselas. Un sistema financiero tan complejo como el británico no puede tercerizar dichas responsabilidades, con un ente que tiene su agenda propia y que no necesariamente coincidirá con la británica. En tal sentido, mantener la libertad de cambiar a voluntad los niveles de capitalización de la banca nacional, para regular la oferta de crédito, no es negociable.

El sistema financiero británico debe ver el control del calentamiento global como una oportunidad de negocios excepcional, en vista de las grandes inversiones que serán requeridas para adaptar los diferentes sectores de la economía a los nuevos estándares ambientales. El sistema financiero puede ayudar a promover el control del calentamiento global si condiciona el financiamiento al cumplimiento de estándares ambientales. Pero tales medidas deben implantarse en un contexto regulatorio donde participen muchos más actores que los del sector financiero y en el cual se fijen metas de reducción importantes y mecanismos creíbles para hacerlas cumplir.

A partir del 17 de marzo de 2021 Carney asumirá una posición temporal como enviado especial de las Naciones Unidas, y colaborará en la preparación de la Conferencia sobre Cambio Climático que tendrá lugar en Glasgow en noviembre de 2021. Se espera que el marco de referencia al cual deben someterse las organizaciones financieras y no financieras para prevenir los riesgos ambientales, que Carney promovió durante su gestión en el Banco de Inglaterra, se transforme luego del evento de Glasgow en un referente universal para la evaluación de inversiones sostenibles.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

Suscríbase al boletín de novedades aquí.