Venezuela: ocaso del bonapartismo

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Si en Venezuela no se enfrentan adecuadamente los puntos neurálgicos políticos asociados al autoritarismo ideologizado que destruyó el progreso económico alcanzado hasta 1998, no parece posible enfrentar los retos económicos del presente y los del futuro.


El 24 de junio de 2021 se celebrará el bicentenario de la batalla de Carabobo que, junto con las de Boyacá (1819), Pichincha (1822) y Junín y Ayacucho (1824), consolidan la independencia suramericana de la corona española y sirven de base a la aspiración de los militares a copar los gobiernos de las nuevas repúblicas, que se mantuvo a lo largo del siglo XIX, con ecos en los siglos XX y XXI.

En el caso de Venezuela, a partir de 1999, el sector militar se asocia a la ideología marxista-leninista, producto de la influencia de la Guerra Fría, cuando se usa el término liberal para distinguir la democracia occidental del autoritarismo o bonapartismo soviético (1917-1989) y el bonapartismo chino suavizado o, sin pretérito perfecto, según Xi Jinping, en su discurso ante el XVIII Congreso del Partido Comunista en 2012. Tal matrimonio ha resultado en un desastre para el que todos buscan una salida tanto en lo político como en lo económico.

Clave política: los partidos

¿Cuál ha sido el papel de los partidos en las grandes tensiones políticas en Suramérica durante los últimos veinte años? Politólogos contemporáneos como Molina y Álvarez (2004), basados en la opinión de Gunther y Diamond (2001) y analistas europeos, han sostenido que, en el caso de Venezuela, ha ocurrido un proceso de desinstitucionalización asociado con: 1) exceso de personalismos, 2) fosilización de ideologías (presentadas como conceptos etéreos en lugar de objetivos específicos) y 3) persistencia en buscar apoyo en el sector militar. Estas circunstancias han permitido eludir el requisito de permanencia, considerado indispensable por Mainwaring (1995). Así, ha predominado la tendencia a organizarse con propósitos electorales… mediatizables. A esto puede añadirse la poca atención prestada al cambio macroeconómico ocurrido y a la abstracción teórica correspondiente, puesta de manifiesto por Galbraith (1991) y Greenspan (2008), entre otros.

Todos estos elementos redundan en una creciente apatía de los ciudadanos. A esta apatía contribuye la abundancia de noticias sobre eventos coyunturales difundidos por los medios masivos de comunicación social, convertidos en actores relevantes al sustituir, de facto, el liderazgo de los intermediarios políticos entre gobierno y sociedad civil —los partidos— que han sido incapaces de presentar soluciones viables (económicamente) y factibles (políticamente)… lo cual ha reforzado la sobreexposición de los eventos coyunturales.

A esto se suma que los intereses de la geoeconomía y la geopolítica mundial se mezclan en el juego cotidiano de la lucha política venezolana, lo que aumenta la incertidumbre y, por lo tanto, intensifica el momento de crisis percibido por la sociedad. Por supuesto, la tensión aumenta en la cercanía de los procesos electorales.

Clave económica: el bienestar nacional

Las condiciones de hiperinflación, desempleo y tensiones políticas existentes en Venezuela obedecen a la ineficacia de la política económica gubernamental durante el lapso 1999-2020, que ha impedido el crecimiento del capital económico y el normal funcionamiento de la dinámica laboral. En cuanto a la dinámica del capital, los elementos más negativos han sido:

  1. No considerar las restricciones impuestas por el Sistema Internacional de Pagos al sistema financiero nacional.
  2. Despilfarrar, a partir del año 2000, los retornos del excedente petrolero en divisas, al negociar con propósitos políticos de liderazgo, en el ámbito caribeño, préstamos a bajas tasas de interés con pago a largo plazo.
  3. Disminuir la operatividad de la banca privada y la actividad bursátil, al no asegurar la liquidez necesaria para el tráfico comercial al menudeo, lo que afecta a la mayoría sustantiva de la población.
  4. Dar valor mitológico a los éxitos de la OPEP, cuya historia muestra su acoplamiento a los intereses coyunturales de Estados Unidos (Yergin, 2012) que, como importador, tiene intereses encontrados con los exportadores. El dilema se resuelve con la llamada circulación de los excedentes, elemento clave de la tenaza dólar-petróleo.

La política vigente impide establecer las opciones preferenciales entre los rendimientos y costos de las opciones de inversión, habida cuenta de las elevadas tasas de interés administradas por el Banco Central y de las restricciones a la disponibilidad de las divisas necesarias para la renovación de equipos.

Con respecto a la dinámica del trabajo la alienación de los trabajadores se asocia con la distribución de migajas mediante los llamados programas de asistencia social y los gastos en subsidios, que disminuyen la inversión reproductiva pública. Además, la rigidez de la relación partido-sindicato deteriora los salarios. De allí que la libertad para el manejo óptimo del capital económico se complementa con el reconocimiento de la autonomía de los sindicatos, sin intromisión de los criterios ideológicos autoritarios usados por el cenáculo gubernamental, elaborados siempre sobre circunstancias económicas del pasado.

Si no se enfrentan adecuadamente los puntos neurálgicos políticos asociados al autoritarismo ideologizado que destruyó el progreso económico alcanzado hasta 1998, no parece posible enfrentar los retos económicos del presente y los del futuro. Para superar ese escollo es necesario facilitar las conversaciones entre todos los actores sociales, lo que no será posible si no se cambia el régimen presidencialista que, vía las ideologías bonapartistas y leninistas, cae en falacias de composición que llevan a la esquizofrenia (Chávez) y en la subsecuente pérdida del bien común en el marco de una paranoia gubernamental (Maduro). Los venezolanos se han convertido en una población «más esclava que lo eran los hebreos, más sujeta que los persas, más dispersa que los atenienses» (Maquiavelo, 1970: 159).


Luis Mata Mollejas, economista, profesor de la Universidad Central de Venezuela.

Referencias

  • Galbraith, J. (1991). Breve historia de la euforia financiera. Ariel.
  • Greenspan, A. (2008). La era de las turbulencias: Aventuras en un nuevo mundo. Ediciones B.
  • Gunther, R. y Diamond, L. (2001). Political parties and democracy. Johns Hopkins University Press.
  • Mainwaring, S. (1995). Party systems in Latin America. Cambridge University Press.
  • Maquiavelo, N. (1970). El príncipe (comentado por Napoleón Bonaparte). Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes.
  • Molina, J. E. y Álvarez, A. (2004). Los partidos políticos venezolanos en el siglo XXI. Vadell Hermanos.
  • Yergin, D. (2012). The quest: energy, security, and the remaking of the modern world. The Penguin Press.