¿Cómo se mide el costo de una pandemia?

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Ilustración: Tayeb Mezahdia / Pixabay

David Cutler y Lawrence Summers, dos economistas de Harvard, hicieron un análisis descarnado del impacto de la pandemia en la economía estadounidense, que incluye no solo el valor de la producción perdida sino también el de las vidas destrozadas (los que murieron por la enfermedad y los que quedaron detrás).

Carlos Jaramillo / 10 de diciembre de 2020


 

El pasado mes de octubre dos profesores del Departamento de Economía de la Universidad Harvard, David M. Cutler y Lawrence H. Summers, publicaron en el Journal of the American Medical Association un artículo titulado «La covid-19 y el virus de los 16 billones de dólares», en el cual analizan de manera muy descarnada el impacto de la pandemia en la economía estadounidense.

Los autores sostienen que la crisis de la covid es la mayor amenaza a la prosperidad y el bienestar de Estados Unidos desde la Gran Depresión de la década de los treinta del siglo XX. Para calcular los costos totales de la enfermedad tomaron en cuenta la mortalidad, la morbilidad, el impacto en la salud mental y las pérdidas económicas directas; supusieron que la crisis de salud se logrará controlar para el otoño boreal de 2021.

Desde el comienzo de esta crisis sesenta millones de personas han solicitado la cobertura de seguro por desempleo, a razón de un millón de solicitudes por semana. Rompieron el registro histórico de 695.000 aplicaciones por semana en octubre de 1982.

El Gobierno Federal, mediante una variedad de subsidios a empresas y empleados, logró reducir las pérdidas causadas por el confinamiento inicial. Pero no ha podido eliminar los efectos de largo plazo, representados por la pérdida del producto económico, que según la Oficina de Presupuesto del Congreso puede calcularse en 7,6 billones de dólares distribuidos a lo largo de la próxima década.

Es más difícil calcular las pérdidas causadas por las muertes de personas, pues incluyen no solo víctimas directas de la enfermedad sino también muertes por otras causas que pueden representar hasta un cuarenta por ciento de las víctimas de la covid. De mantenerse las tendencias vigentes a octubre de 2020, 625.000 personas habrán muerto a finales de 2021.

Aunque el precio de una vida es invaluable, los economistas han acuñado un concepto denominado «vida estadística», referido a la valoración monetaria que la sociedad atribuye a evitar la muerte de cualquiera de sus miembros. No existe un valor universalmente aceptado de esa medida, pero en asuntos relacionados con políticas ambientales y de salud pública se calcula en el intervalo de los siete millones a diez millones de dólares. Por lo tanto, la pérdida por muertes prematuras en Estados Unidos entre los años 2020 y 2021 ronda los 4,4 billones de dólares.

El costo de la Gran Depresión fue la cuarta parte de lo que podría costar la covid-19

Un tercio de los sobrevivientes a la covid-19 presentarán muertes prematuras o enfermedades crónicas de larga duración. Su número puede llegar a ser hasta siete veces mayor que el de los muertos por la enfermedad. Si se supone un ajuste de 35 por ciento en la esperanza de vida, para tomar en cuenta no solo la cantidad de años perdidos sino también el deterioro de la calidad de vida, se calcula que pueden sumarse a los costos de esta enfermedad otros 2,6 billones de dólares.

El impacto de la covid-19 también alcanza a quienes, sin sufrir la enfermedad directamente, viven cuadros depresivos producto del encierro, la pérdida de seres queridos y otros cambios en sus vidas. En 2019, el once por ciento de los adultos estadounidenses decían sufrir de depresión o ansiedad. Tal número se ha elevado a cuarenta por ciento en 2020. Cuando esa condición dura un año, el sistema de salud estadounidense le imputa un costo de 20.000 dólares por persona, lo que da un total de 1,6 billones de dólares. Esto completa la macabra suma de 16 billones de dólares calculada por Cutler y Summers, equivalente al noventa por ciento del producto interno bruto del país; si se dividiese entre grupos familiares de cuatro personas, se acercaría a 200.000 dólares, la mitad por ingresos perdidos debido a la recesión y la otra por deterioro de salud y reducción de la esperanza de vida.

El costo de la Gran Depresión fue la cuarta parte de lo que podría costar esta pandemia. Afortunadamente, no todos los cálculos mostrados en el artículo son tan deprimentes. Se calcula que el retorno obtenido por la inversión en detección, seguimiento y aislamiento de pacientes positivos para romper la cadena de contagios es treinta veces el valor del monto invertido.

Estos grandes avatares deberían traer consigo importantes aprendizajes; entre ellos, reconocer la importancia de invertir en servicios de salud y en la infraestructura utilizada para prestarlos. Estas inversiones potencian la capacidad de los individuos para enfrentar los desafíos de una pandemia y de las miles de enfermedades causadas por la mala alimentación, los malos hábitos de vidas y unas políticas públicas mediocres, que se activan cuando es muy tarde y muy costoso.


 

Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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