Los difíciles vientos de cambio del camarada Xi

648
Imagen de Peggy und Marco Lachmann-Anke en Pixabay

El caso de la insolvencia de Evergrande, el segundo desarrollador inmobiliario de China, revela la necesidad de realizar cambios profundos en la economía de ese país: promover actividades que llenen el espacio ocupado por la construcción o sustituir deuda con bancos estatales por acciones. Si los cambios no vienen rápidamente situaciones como la de Evergrande se repetirán.


La prensa económica de las últimas semanas se ha ocupado extensamente de la insolvencia de Evergrande, el segundo desarrollador inmobiliario de China. Aunque el caso es pertinente para entender la situación del mercado de renta fija del gigante asiático, también es un reflejo de la necesidad de introducir cambios profundos en la economía nacional, que deberán ser promovidos por el presidente Xi Jinping.

Durante las tres décadas que terminaron en 2010 China desarrolló un modelo de crecimiento basado en la exportación y la construcción de una infraestructura nacional de primer mundo. En esta fase, la producción tenía prelación sobre consideraciones económicas. Ese modelo tenía una vida finita y, a mediados de la década pasada, fue sustituido por otro orientado a desarrollar un mercado interno de consumo basado en las necesidades de una clase media urbana emergente.

Pasar del primero al segundo modelo requiere grandes ajustes: promover actividades que llenen el espacio que hoy ocupa el sector construcción (que representa el 29 por ciento del PIB chino); desapalancar financieramente la economía mediante la sustitución de deuda contratada con los bancos nacionales (que son propiedad del Estado) por acciones; crear un modelo de ingresos para los municipios basado en el cobro de impuestos y no en la venta de terrenos, y adoptar implantar un robusto marco regulatorio para los mercados de capitales.

El caso de la crisis de liquidez de Evergrande muestra claramente que la consolidación del nuevo modelo de desarrollo es un tema de primerísima prioridad. El gobierno chino reconoce que con el desarrollo del sector construcción surgió una serie de anomalías. Por ejemplo, existe un exceso de viviendas del orden de treinta millones de unidades, construidas en sitios de poca demanda, mientras que en las grandes zonas urbanas los precios de los inmuebles han subido espectacularmente, lo que los hace inasequibles para la mayoría de la población.

En noviembre de 2017, en el décimo noveno congreso del Partido Comunista Chino, el presidente Xi recordó a sus copartidarios que las viviendas son para vivir y no para especular. Esta frase ha marcado el destino de este sector de actividad, al que se le ha exigido reducir el endeudamiento, aumentar la proporción de activos financiados con patrimonio y mantener suficiente liquidez para atender compromisos de corto plazo. El gobierno chino ha intentado reducir el alza sostenida de los precios en el sector inmobiliario mediante la fijación de precios máximos de venta de la oferta habitacional y la regulación de las subastas de terrenos urbanizables que realizan las municipalidades.

En un contexto en el que el Estado quiere reducir el flujo de dinero a los desarrolladores inmobiliarios, con miras a frenar lo que considera especulación, Evergrande buscó financiamiento con proveedores, preventas de inmuebles a sus clientes y la venta de unas especies de certificados de depósitos al público en general. Cuando la situación financiera se agravó, los directores de Evergrande presionaron a sus empleados para que colocaran los certificados de depósitos en su círculo de allegados, so pena de perder bonos de desempeño si no colaboraban con el levantamiento de fondos. Obligar a los empleados a levantar fondos para la empresa es una conducta que viola cualquier principio ético, y habla muy mal de las prácticas de gobierno de Evergrande.

El modelo de negocios que Evergrande desarrolló se basó en las grandes premisas del primer modelo de desarrollo y se nutrió, además, de todas las imperfecciones del mercado chino. Las captaciones de fondos del público en general se hicieron por los llamados bancos a la sombra: estructuras no reguladas que abren la posibilidad a pequeños inversionistas deslumbrados por las altas tasas de interés de colocar sus recursos sin pensar en los riesgos incurridos.

El gran reto del gobierno chino es desmantelar las estructuras que creó para lograr las grandes tasas de crecimiento del periodo 1980-2010, en las cuales la rentabilidad de los proyectos, la transparencia del desempeño empresarial y los derechos de los inversionistas no eran factores particularmente relevantes. En un nuevo escenario, donde se necesita aumentar la base de inversionistas para financiar una economía mucho más sofisticada, la transparencia se vuelve un factor fundamental.

Hasta ahora el gobierno chino ha dado muestras de no querer rescatar a Evergrande. Quiere mostrar que no está dispuesto a seguir manteniendo las prácticas del pasado. Pero dejar caer el castillo de naipes implica obligar a los pequeños inversionistas y a los compradores de inmuebles a compartir unas pérdidas a las cuales nunca debieron estar expuestos.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

Suscríbase al boletín de novedades aquí.