Las estrategias de Trump para bajar las tasas de interés

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Scottsdale Mint en Unsplash

Son tres los elementos de la agenda económica de Trump para reducir el costo del endeudamiento federal: cambiar al presidente de la Reserva Federal, facilitar el uso de monedas digitales estables y cambiar la composición de la deuda (más títulos de corto vencimiento).


 

La reducción del costo de la deuda federal de Estados Unidos es de vital importancia. Además, se necesita atenuar el impacto del costo de la nueva ley de endeudamiento («la Grande y Hermosa», como la llama Trump). El presidente ha escrito en las redes sociales que una reducción de 100 puntos básicos (1 por ciento) en el costo de los fondos federales reduciría en 360.000 millones de dólares el servicio anual de la deuda. En opinión de algunos expertos, ese cálculo es exagerado: una mejor estimación está en el orden de los 90.000 millones. Pero lo más revelador de la difusión de ese número es su importancia en la agenda presidencial.

El rendimiento de la deuda del Tesoro ha aumentado a medida que se vencen los títulos valores emitidos a tasas cercanas a cero durante la gran crisis financiera de 2008-2009 y la pandemia, que serán sustituidos por instrumentos con rendimientos superiores al cuatro por ciento.

Janet Yellen, secretaria del Tesoro durante el gobierno de Biden, intentó paliar el impacto del alza de las tasas de interés aumentando la proporción de papeles con vencimiento a corto plazo. Esta medida fue muy criticada por los expertos financieros del Partido Republicano, pero el actual secretario del Tesoro, Scott Bessent, la ha mantenido.

Es cierto que las letras del Tesoro podrían colocarse a tasas menores si el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, accediera a los deseos de Trump. Esta medida no reduciría el déficit, pero sí los gastos de intereses del gobierno, que superan el billón de dólares anuales y el presupuesto militar estadounidense.


La Fed, como organismo independiente, no debería tomar en cuenta el costo del financiamiento del Tesoro para fijar las tasas de interés.


El Tesoro ha mantenido las letras entre el 15 y el 20 por ciento de su emisión total y podría subirlas a entre el 15 y el 25 por ciento, pues la demanda de los fondos del mercado monetario y los inversionistas extranjeros (compradores de unos 336.000 millones de dólares en letras durante los últimos doce meses) debería absorber el aumento de la oferta. Un aumento de oferta de papeles de corto plazo ocasionaría una menor emisión de notas y bonos del Tesoro, lo que debería tender a reducir los rendimientos a mediano y largo plazo. Además, al reducir la oferta de títulos públicos a largo plazo, el aumento de la oferta de papeles del Tesoro a corto plazo apunta a que los inversionistas se vean obligados a comprar deuda empresarial e hipotecaria y, así, estimular la economía.

La Fed, como organismo independiente, no debería tomar en cuenta el costo del financiamiento del Tesoro para fijar las tasas de interés. Pero hace un par de semanas Kevin Warsh, considerado el candidato con más chance para reemplazar a Powell, declaró que el Tesoro y la Fed deberían coordinar sus políticas de gestión de la deuda, tal como se hizo en 1951, cuando el Tesoro lidiaba con el endeudamiento ocasionado por el financiamiento de la Segunda Guerra Mundial.

El proyecto de ley Genius (por las siglas en inglés de Ley de Orientación y Establecimiento de la Innovación Nacional para las Monedas Estables de Estados Unidos), aprobado el pasado 18 de julio, establece estándares para la emisión de monedas digitales vinculadas al dólar u otras monedas. Las emisiones de estas monedas tienen que estar totalmente garantizadas por activos seguros, en particular títulos del Tesoro, lo que impulsaría la demanda de letras del Tesoro. Según cálculos del Banco de Pagos Internacionales, cuando se inyecta un flujo de 3.500 millones de dólares en stablecoins, se reduce la tasa de interés de las letras del Tesoro a tres meses en 2,5 puntos básicos en diez días y en cinco puntos básicos en veinte días.

Para este 30 de julio se espera que el Tesoro estadounidense anuncie sus planes de financiación para el siguiente trimestre. Entonces se verá si aumenta la proporción de papeles de corto plazo, que suponen menores gastos financieros.

Ese mismo día, el Comité Federal de Mercado Abierto de la Fed (FOMC) anunciará su decisión sobre las tasas vigentes hasta su reunión del próximo mes de septiembre. Las probabilidades de un anuncio de reducción de tasas en esa cita son inferiores al cinco por ciento, según cálculos del mercado de futuros de fondos federales.


El proyecto de ley Genius establece estándares para la emisión de monedas digitales vinculadas al dólar u otras monedas.


El gobernador de la Fed, Christopher Waller, defiende un recorte de 25 puntos porcentuales, lo que algunos consideran parte de su campaña para sustituir a Powell en mayo de 2026. Otros miembros del FOMC sostienen que ninguna reducción de tasas es apropiada en este momento, dado que la economía se encuentra cerca del pleno empleo, la inflación se mantiene por encima del objetivo del dos por ciento de la Fed y los aranceles ejercen presiones alcistas sobre los precios.

Además del vencimiento del periodo de Jerome Powell como presidente de la Fed, en 2026 varios presidentes regionales de la Reserva Federal abandonarán el FOMC, entre ellos Patrick Harker (Filadelfia), Neel Kashkari (Minneapolis), Lorie Logan (Dallas) y Loretta Mester (Cleveland), aunque continuarán ejerciendo sus cargos principales.

Adriana Kugler es la única integrante del directorio de la Fed cuyo nombramiento termina en 2026, aunque es reelegible por un periodo adicional de siete años. Será interesante observar el cabildeo para que esto suceda o no. Aunque Powell sale de la presidencia de la Fed, su periodo como director se vence en enero de 2028. El resto de los directores pueden continuar en sus cargos al menos hasta el año 2030. Este cronograma de vencimiento de cargos no favorece al gobierno de Trump, que busca aliados en la Fed. Pero, como en todo cuerpo colegiado, controlar la presidencia no garantiza controlar los contenidos de las políticas de la institución. Veremos.


Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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