El queso y la cachapa, pilares de la cocina venezolana, conquistaron Santiago de la mano de dos iniciativas empresariales: ArteQuesos y Cachapas Don 70. Ambos proyectos reflejan cómo la migración venezolana transformó la mesa chilena al unir tradición, innovación y resiliencia en torno a la leche y el maíz.
En la última década, Chile se ha convertido en un crisol gastronómico que refleja las olas migratorias recientes, particularmente la venezolana. Cada vez hay más establecimientos que ofrecen productos procesados o platos típicos venezolanos. Alimentos como la arepa, la harina de maíz precocida, la nata, el papelón y los quesos frescos circulan con naturalidad en ferias, supermercados y restaurantes.
Entre las historias que simbolizan este cruce de culturas destacan dos iniciativas empresariales que, aunque distintas, se conectan profundamente: ArteQuesos, una fábrica de quesos de origen venezolano que hoy abastece a consumidores nativos con los quesos típicos del país caribeño y también a pizzerías italianas y restaurantes, y Cachapas Don 70, una iniciativa nacida en las calles de Santiago que convirtió la tradicional cachapa en un fenómeno local.
Ambos proyectos hablan no solo de sabor y tradición, sino también de esfuerzo, resiliencia y adaptación en un contexto complejo. Para entender la magnitud de estos logros, es necesario examinar el panorama lácteo chileno, donde la producción de leche experimenta tensiones y desafíos que afectan tanto a pequeños productores como a inmigrantes emprendedores.
Los casos de ArteQuesos y Cachapas Don 70 reflejan un fenómeno mayor: la capacidad de la migración venezolana para ampliar la oferta gastronómica en Chile.
La historia de ArteQuesos comienza con una pareja caraqueña: Carla Sicard y Hernando Barradas. Ambos decidieron emigrar a Chile en 2011 con una meta clara: internacionalizar su pasión quesera. En Venezuela, Barradas era contador público y decidió aventurarse en la comercialización de quesos. Al llegar a Chile, la pareja descubrió que el negocio debía transformarse: no bastaba con vender, había que producir.
En San Felipe, región central de Chile, encontraron una lechería con potencial para crecer y vieron en ella la oportunidad de establecer la fábrica. Vendieron sus propiedades en Caracas y durante dos años se dedicaron a estudiar el mercado, buscar proveedores y cumplir las estrictas regulaciones sanitarias del país austral. En 2013, finalmente, abrieron ArteQuesos en alianza con ganaderos locales para garantizar la materia prima.
«La idea siempre fue enfocarnos en venderle a supermercados. Por eso, al llegar aquí le tocamos la puerta a la Seremi de Salud [Secretaría Regional Ministerial de Chile], para cumplir todos los requisitos», explica Sicard.
Traductora y profesora de idiomas, Sicard trabajó durante muchos años en la embajada de Italia en Venezuela. Sus conocimientos del idioma y también de la cultura italiana le facilitaron no solo visión empresarial, sino también familiaridad con la tradición quesera italiana. Esa experiencia fue decisiva cuando la empresa se especializó en el queso fior di latte, rebautizado como telita y guayanés en Venezuela, pero que en la práctica son quesos de pasta hilada o mozzarella.
Filosofía de un queso sin atajos
El sello de ArteQuesos es claro: quesos blancos, naturales y pasteurizados, elaborados sin conservantes. Para fabricarlos decidieron aliarse con maestros queseros venezolanos, con cuya sapiencia lograron convertir la leche chilena en quesos típicos. En su catálogo figuran clásicos como palmita, llanero, de mano y guayanés, entre otros. También fabrican nata y mantequilla.
La pareja de queseros pretendía no solo replicar lo que se consume en su tierra natal, sino también innovar. De allí surgió un queso madurado fusión Chile-Venezuela, sazonado con un condimento especial de origen chileno: el merkén.
El proceso es artesanal en lo técnico, pero industrial en los estándares. A diferencia de muchos pequeños productores que venden sin regulación, ArteQuesos cumple todas las normas sanitarias chilenas, algo que les ha permitido trabajar con cadenas de supermercados y, más recientemente, abrirse al mercado italiano, con pizzerías certificadas por la Asociación de Pizzeros Napolitanos, patrimonio cultural de la Unesco.

Queso e identidad
El queso no es un producto genérico: su sabor depende del terroir, un término francés que designa el conjunto de factores naturales y culturales que influyen en un alimento. Así como el vino chileno sabe distinto al italiano, los quesos venezolanos elaborados en Chile no son idénticos a los originales, aunque la técnica sea la misma. «El queso depende tanto de la materia prima y el proceso como de la mano del quesero —afirma Sicard—. Tenemos especialistas del sur de Venezuela entrenando a nuestros queseros en Chile. El conocimiento de quien lo procesa es fundamental».
Chile, por su parte, ofrece una leche de excelente calidad. De acuerdo con cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), en 2024 la recepción de leche cruda por la industria alcanzó 2.332 millones de litros.[1] El país cuenta con alrededor de 6.000 productores lecheros y medio millón de vacas en ordeño, cifras que posicionan al sector como uno de los más tecnificados de Suramérica.[2]
La cachapa viaja en moto: el nacimiento de Don 70
Si el queso fue la llave de la integración para Sicard y Barradas, el maíz lo fue para Anduy Pacheco, fundador de Cachapas Don 70. Su llegada a Chile en 2016 fue casi accidental: un intento fallido de emigrar a Estados Unidos lo obligó a reevaluar oportunidades y asentarse en Santiago. En la capital chilena, mientras ayudaba en la pastelería de su hermana en el Barrio Italia, en el centro de la ciudad, comenzó a experimentar con un plato que una pareja de venezolanos pidió por casualidad: la cachapa.
Al principio producía las cachapas y las consignaba en pequeños negocios locales, donde solo lograba vender un tercio de la mercancía. Fue entonces cuando decidió montar una «moto cachapera»: adaptó una plancha para cocinar a una moto e instaló una venta ambulante en una concurrida calle del centro de Santiago. El aroma peculiar de las cachapas comenzó a atraer gente y pronto su iniciativa se viralizó en las redes sociales.

El camino fue todo menos fácil. Costó darse a conocer y también tener la receta ideal para las cachapas venezolanas con maíz chileno. Pacheco descubrió que en Chile hay al menos ocho tipos distintos de maíz. Tuvo que probar muchas opciones: «En Chile hay ocho semillas diferentes de maíz —dice Pacheco—. Las cachapas se hacen con choclo americano, que se ve de diciembre a parte de marzo (en verano). La textura del grano, el sabor y la composición de almidón que tienen son totalmente distintos entre ellas. Es muy diferente del maíz que se cultiva en Venezuela, que se da todo el año».
Mediante ensayo y error, aprendió que en invierno no es rentable procesar maíz, pues el precio del saco puede pasar de 12 a 48 dólares. Además, explica Pacheco, el maíz que se da en invierno tiene el grano más pequeño, por lo que al desgranar un mismo saco se obtiene menos producto que en verano. Toda esa dinámica lo obligó a ingeniar un sistema para tener la misma calidad de mezcla todo el año.
Así surgió su planta de procesamiento y almacenamiento, con potentes cámaras de frío que le permiten mantener el maíz en óptimas condiciones durante el invierno y el resto del año. Hoy, aparte de la planta procesadora, Cachapas Don 70 cuenta con un restaurante en Santiago y un sistema de reparto a domicilio llamado Don 70 al Paso. Posee una clientela variada que incluye a celebridades como los futbolistas chilenos Arturo Vidal y Mauricio Islas, quienes no ocultan su amor por la cachapa rellena con queso y nata.
ArteQuesos y Cachapas Don 70 producen alimentos, crean empleos, promueven la formalización, rescatan técnicas tradicionales y, sobre todo, muestran que la gastronomía es una forma poderosa de integración.
El encuentro entre el queso y la cachapa
Al inicio, Pacheco enfrentó un gran problema: el queso que encontraba en Chile no era el adecuado. «Era como plástico, no tenía nada que ver con el palmita venezolano», recuerda. La solución llegó seis meses después, cuando se alió con ArteQuesos.
Ese encuentro cambió la historia de ambas empresas. ArteQuesos encontró un cliente fiel que necesitaba grandes volúmenes de queso de mano y telita, mientras que Don 70 pudo ofrecer cachapas auténticas con rellenos que recordaban a Venezuela.
El primer lote de queso de mano fabricado por ArteQuesos en Chile fue para Cachapas Don 70. Desde entonces, la relación ha sido simbiótica: el maíz y el queso, dos pilares de la cocina venezolana, se reencontraron en tierras chilenas.
Los líderes de ambos proyectos coinciden en que el éxito no se construye solo con sabor, sino también con disciplina administrativa y resiliencia. Barradas señala que el principal desafío fue acceder a la leche en un mercado dominado por grandes empresas. Pacheco admite que quebró «a puertas abiertas» al menos dos veces, por no controlar con rigor las finanzas.
Hoy revisan facturas y números cada mes, conscientes de que un error administrativo puede costar tanto como una receta mal ejecutada. Además, enfrentan la competencia de productores informales. En Chile proliferan quesos artesanales sin regulación sanitaria ni trazabilidad, lo que pone en riesgo la salud del consumidor y crea desconfianza en el mercado. En ese contexto, cumplir las normas es no solo un requisito, sino también un valor agregado.
Impacto y futuro
Los casos de ArteQuesos y Cachapas Don 70 reflejan un fenómeno mayor: la capacidad de la migración venezolana para ampliar la oferta gastronómica en Chile.
Para el sector lácteo chileno estas iniciativas son también un incentivo. En 2023 la producción de queso en la industria menor alcanzó 15.171 toneladas, con un aumento interanual de 11,8 por ciento en 2024, lo que revela espacio para crecer y diversificar.[3] El desafío está en equilibrar la tradición con la innovación, garantizar la calidad sanitaria y aprovechar la excelente materia prima local.
La historia de Carla Sicard, Hernando Barradas y Anduy Pacheco es, en esencia, una historia de puentes culturales. La cachapa y el queso venezolanos encontraron en Chile no solo un nuevo mercado, sino también un nuevo hogar.
ArteQuesos y Cachapas Don 70 producen alimentos, crean empleos, promueven la formalización, rescatan técnicas tradicionales y, sobre todo, muestran que la gastronomía es una forma poderosa de integración. En un país donde la leche fluye en abundancia, nuevos quesos intentan consolidar su identidad. Estas pymes muestran que la unión de tradición, disciplina y pasión puede convertir un simple bocado en un símbolo de encuentro entre naciones.
| Artequesos obtuvo cuatro premios en el Encuentro de Quesos 2025 en Chile: super oro, por su fior di latte madurado o queso guayanés; plata, por su palmita prensado, y dos bronces por provola affumicata y mozzarella en disco. Los productos compitieron con más de 350 propuestas de productores de España, Uruguay, Brasil, Paraguay, Argentina, México y Estados Unidos. |
Lissette Cardona, periodista.
Notas:
[1] Fedeleche (2025, 3 de marzo). ¿Cómo se comportó la recepción de leche por planta en 2024? https://www.fedeleche.cl/ww5/index.php/noticias/noticias-nacionales/9082-como-se-comporto-la-recepcion-de-leche-por-planta-en-2024#:~:text=La%20recepci%C3%B3n%20nacional%20de%20leche%20cruda%20de,un%20alza%20de%2072%2C3%20millones%20de%20litros.
[2] SGS (2023, 31 de mayo). El mercado de la Leche: nutrido del más alto estándar. https://www.sgs.com/es-cl/noticias/2023/06/el-mercado-de-la-leche-nutrido-del-mas-alto-estandar.
[3] Consorcio Lechero, ExportLac Chile y Fedeleche (2024). Indicadores sector lácteo 2023. https://consorciolechero.cl/wp-content/uploads/2024/08/20-de-agosto-indicadores-.pdf.







