En el ecosistema de innovación venezolano el capital de riesgo está en fase de gestación. Han surgido iniciativas valiosas, pero hace falta consolidar condiciones estructurales para que el ecosistema crezca y se sostenga.
El capital de riesgo no es simplemente «comprar una parte de una empresa». Como explica Paul Graham, uno de los fundadores de Y Combinator —uno de los fondos de capital de riesgo más grandes del mundo—, las empresas emergentes (startups) no son empresas tradicionales: son experimentos diseñados para crecer de forma exponencial.[1]
Apostar por una empresa emergente es apostar por su capacidad para resolver un problema relevante, escalar velozmente y crear un valor descomunal en el tiempo. Esa lógica es la base de todo modelo de capital de riesgo.
Esta lógica colide con la mentalidad del inversionista tradicional venezolano. En Venezuela las transacciones suelen ser más bien convencionales: compraventa de negocios en marcha, con historial, activos y flujos más o menos estables. El inversionista busca mitigar riesgos, naturalmente, y el capital de riesgo no es la excepción.
Invertir en startups es como «pelar una cebolla de riesgos», sostiene la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz. ¿El equipo es sólido? ¿La idea es buena? ¿El mercado es grande? ¿El modelo es escalable?
En Venezuela esa cebolla tiene aún más capas por la incertidumbre jurídica, económica y operativa. Eso hace que el inversionista venezolano quiera (con razón) protegerse más: exige más participación, control o garantías. Pero muchas veces esas condiciones desvirtúan la esencia del modelo de capital de riesgo. Ahí es donde empieza el reto.
La lógica de Silicon Valley —multiplicaciones descomunales y mercados inmediatos de millones de usuarios— no se aplica de la misma forma en el contexto venezolano.
Una economía acotada
El tamaño de la economía venezolana es un desafío. Venezuela no es una economía grande y eso tiene implicaciones al invertir. En mercados como Brasil o México, el tamaño puede justificar grandes apuestas incluso con alto riesgo. En Venezuela, no. Entender esto es clave para ayudar a dimensionar las expectativas.
Hay referentes de éxito, como Yummy, que logró levantar capital significativo como nunca en la historia reciente de Venezuela. Aplausos de pie. Pero sería osado pensar que ese camino se va a replicar automáticamente en la mayoría de los actores. La lógica de Silicon Valley —multiplicaciones descomunales y mercados inmediatos de millones de usuarios— no se aplica de la misma forma en el contexto venezolano.
Tampoco pareciera ser la solución entregar el patrimonio y el control de una startup como si fuera un negocio tradicional. Una empresa emergente no es un activo estable con rentabilidad esperada a corto plazo. Es una apuesta de largo aliento, con potencial de escalar y transformar mercados.
La fórmula para Venezuela aún está por definirse, y quizás no sea la del modelo Silicon Valley ni la del negocio tradicional. Seguramente está en un punto intermedio. El reto de descubrirla es de quienes pertenecen al ecosistema inversionista.
Se necesita que más actores se sumen, se conozcan, colaboren: definir una «Tesis Venezuela», conectar redes, compartir conocimiento.
Aprender de otros ecosistemas
¿Por dónde empezar? Una buena forma es ver qué ha funcionado afuera. Hay localidades que ya siguieron este camino. En particular, hay un marco que se ha hecho bastante popular. Daniel Isenberg, profesor de Babson College, identifica seis factores que comparten los ecosistemas emprendedores más vibrantes del mundo:[2]
- Políticas públicas que apoyen y no frenen.
- Acceso a financiamiento en distintas etapas.
- Capital humano formado y conectado.
- Cultura que celebre la iniciativa (y tolere el fracaso).
- Apoyos institucionales: incubadoras, aceleradoras, redes.
- Mercados asequibles que permitan escalar.
No es una fórmula mágica, pero es un buen mapa. ¿Cómo está Venezuela en cada uno de esos seis puntos? ¿En cuáles hay avances? ¿En cuáles vacíos? Y sobre todo: ¿cómo se pueden potenciar, como ecosistema, de forma coordinada?
El emprendedor debe aprender buenas prácticas y ajustar las expectativas: Venezuela es distinto a todo lo demás.
¿Qué se puede hacer?
- Tanto inversionistas como emprendedores deben comprender la clase de activos; es decir, familiarizarse con las particularidades de este tipo de inversión: qué es un acuerdo simple de participación (SAFE), cómo funciona una tabla de capitalización (cap table), cómo se determinan los meses de capital disponible (runway). El inversionista debe entender que invertir en empresas emergentes es invertir en hipótesis, en personas y en visión a futuro. El emprendedor debe aprender buenas prácticas y ajustar las expectativas: Venezuela es distinto a todo lo demás.
- Se necesita que más actores se sumen, se conozcan, colaboren: definir una «Tesis Venezuela», conectar redes, compartir conocimiento. La información debe fluir con transparencia: quién está haciendo qué, desde cuándo, con cuánto capital. La opacidad limita la velocidad del ecosistema.
- Un mercado pequeño como el venezolano no puede darse el lujo de operar de manera fragmentada. El trabajo colectivo no es opcional, sino necesario. Ayudarse no es altruismo: es estrategia.
- Visibilizar y reconocer. En Venezuela hay gente que está haciendo cosas extraordinarias. Es necesario visibilizar esos esfuerzos. Reconocer, celebrar, contar las historias. Darle tarima al talento para inspirar a otros y para atraer atención externa que evalúe lo que se está construyendo.
El momento es ahora
Todavía hay tiempo. Justamente porque el ecosistema venezolano aún es pequeño existe la oportunidad de moldearlo con intención. Es posible construirlo de forma ordenada, colectiva y sólida. Cada actor nuevo, cada historia compartida, cada colaboración sumada cuentan.
Este es el momento de tender puentes, de compartir conocimiento, de apostar por el largo plazo. En Venezuela todo está por construirse y eso —aunque suene retador— es una enorme ventaja.
Arnoldo Matheus Olivieri, empresario en el sector asegurador, inversionista ángel y mentor de empresas emergentes.
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Notas
[1] Graham, P. (2012). Startup = growth. https://www.paulgraham.com/growth.html#f6n
[2] Isenberg, D. (2011). The entrepreneurship ecosystem strategy as a new paradigm for economic policy: Principles for cultivating entrepreneurship. Babson Global.