De los casi ocho millones de venezolanos que emigraron, unos 300.000 han regresado. Se espera que esta cantidad aumente en el futuro cercano, debido a las precarias condiciones que padecen los venezolanos en sus países de acogida. Ahora es necesaria una política pública para facilitar la reintegración productiva de los retornados.
En junio de 2024 habían emigrado 7,77 millones de venezolanos; de estos, 6,59 millones fueron a países de América Latina, según la Plataforma de Coordinación Interregional para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V).[1] En otras palabras, el 85 por ciento del flujo migratorio venezolano no ha salido de América Latina y se concentra en Colombia (2,86 millones), Perú (1,54 millones), Brasil (568.000) y Chile (532.000).
La situación de estos emigrantes no es alentadora. En 2022, el 66 por ciento poseían un estatus migratorio irregular y solo seis por ciento eran residentes oficiales temporales, según una encuesta del Centro de Migración Mixta, una organización dependiente del Centro Danés para Refugiados que recoge datos y propone políticas para atender los problemas de la emigración en varios continentes.[2] Otro análisis determinó que el 73 por ciento de los emigrantes venezolanos eran personas con necesidades; es decir, un grupo vulnerable con dificultades para procurar sus necesidades básicas sin el apoyo de alguna organización.[3]
Los efectos negativos del éxodo migratorio también se observan en Venezuela; específicamente, en la composición de su mercado laboral. Según la base de datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), entre 2014 y 2021 casi el sesenta por ciento de los emigrantes tenían entre 25 y 39 años de edad, una realidad que puede relacionarse con el envejecimiento de la población económicamente activa de Venezuela durante el mismo periodo. En efecto, si se explora la distribución porcentual de la población económicamente activa por grupos etarios entre 2014 y 2021, se observa que en 2014 el grupo entre 25 y 39 años representó el 43 por ciento del total, mientras que el de más de 40 años fue el 34 por ciento. Esta composición se invierte en 2021 a favor del grupo de más de 40 años (44 por ciento), mientras que el de 25 a 39 años disminuyó a 34 por ciento. Para 2021 el 76 por ciento de los venezolanos que abandonaron el país poseía un título académico de educación media (52 por ciento) o universitaria (24 por ciento).
En un escenario de crecimiento económico, Venezuela podría tener problemas para conseguir trabajadores jóvenes con las habilidades y calificaciones requeridas por las empresas; en particular, en sectores tales como comercio, servicios y manufactura. Una opción de política pública consiste en facilitar la incorporación al mercado laboral de grupos vulnerables, como las mujeres, los trabajadores informales y los emigrantes retornados. ¿Cuáles políticas son necesarias para reinsertar a los que retornan en los sectores productivos venezolanos?
Tendencias y determinantes de la migración de retorno venezolana
El contexto precario de muchos emigrantes venezolanos ha impulsado el fenómeno de la «migración de retorno», definido como la «situación en la que los migrantes regresan a su país de origen, por su propia voluntad, después de un período significativo de tiempo en el extranjero».[4] Mucha información sobre la cantidad de retornados venezolanos es anecdótica, debido a la ausencia de estadísticas oficiales consolidadas. No obstante, al cruzar datos del gobierno venezolano y un estudio independiente se pudo calcular que 300.000 personas han regresado desde 2020, menos del cinco por ciento de los migrantes.[5]
La creación de censos y bases de datos que segmenten a los migrantes evitará tratar a los retornados como un grupo homogéneo.
El número de retornados es aún pequeño, pero la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran y sus necesidades afectivas pueden disparar futuras olas de retorno. El estudio del Centro de Migración Mixta indica que el 71 por ciento de la muestra abandonó su país de acogida por razones de dificultad extrema: acceso insuficiente a servicios y dificultades para ganarse la vida e integrarse, entre otras.[6] Los factores emocionales también desempeñan un papel relevante en la decisión de retornar: el 81 por ciento de los encuestados declararon intenciones de regresar a Venezuela para reunirse con sus amigos y el 63 por ciento reportó sentir nostalgia por el hogar.
En la última década las investigaciones han reportado que el deseo de restablecer vínculos familiares es uno de los principales determinantes del regreso. Un estudio cualitativo con ochenta entrevistas semiestructuradas a retornados turcos concluyó que «factores personales, familiares, emocionales y culturales habían influido mucho más en su decisión de regresar que los motivos profesionales o económicos».[7] Otro estudio cualitativo que analizó el éxodo de mexicanos hacia Estados Unidos ilustró este punto con el término «duelo migratorio»: una forma de explicar cómo el dolor, la tristeza y la rabia impulsan la decisión de regresar, a lo que sigue un enorme sentimiento de satisfacción al volver.[8]
La discriminación y las dificultades financieras que experimentan los emigrantes en el país de acogida también determinan el retorno. Un estudio cualitativo sobre emigrantes que regresaron a Venezuela indica que la falta de opciones para una vida digna, la insuficiencia de recursos para sostener el hogar y la xenofobia motivaron el retorno de los entrevistados.[9]
Pese al modesto volumen de migrantes que ha regresado a Venezuela (cantidad que posiblemente sea mayor debido al subregistro de las estadísticas oficiales) puede preverse un aumento gradual de retornados en los próximos años. De ser así, el país debe prepararse para reinsertarlos en la economía nacional.
Más allá de las sobradas justificaciones éticas del diseño de políticas para un segmento de la población que puede encontrarse desarraigado y, por lo tanto, en condiciones de vulnerabilidad, las políticas de retorno migratorio producen beneficios instrumentales para la sociedad de origen. Por ejemplo, una investigación cuantitativa del año 2015 reportó que un tercio de los retornados marroquíes crearon empresas y proyectos productivos en su país.[10] Otro estudio de 2016 mostró el efecto de los migrantes en el mejoramiento del desempeño de las empresas,[11] algo que se ha explicado mediante el argumento de que quienes retornan transfieren conocimientos y prácticas adquiridas en el extranjero.[12]
Es necesario incorporar a ONG y empresas privadas en los procesos de identificación, reclutamiento, clasificación y reingreso de los emigrantes.
Una agenda de políticas para la migración de retorno venezolana
Pese a sus efectos positivos, en términos generales la migración de retorno puede enfrentar un difícil proceso de reintegración a la cultura, las dinámicas familiares y los mercados laborales. Una política de regreso migratorio es algo más que facilitar medios de transporte hacia el país de origen o recibir a los deportados. Se requiere un conjunto de políticas integrales.
La migración de retorno es un regreso voluntario. Esto diferencia a las políticas de retorno de las deportaciones realizadas por los países de acogida. Facilitar los medios de transporte hacia el país de origen a las personas que incumplen las regulaciones de los países receptores no es una política de retorno migratorio. Por el contrario, el regreso de migrantes requiere el diseño de una intervención deliberada, impulsada por los encargados de formular políticas en las naciones de origen. A esto se le ha llamado «política de diáspora»[13] y consta de cinco aspectos:
- El primer paso para implementar una política de diáspora consiste en identificar los perfiles deseados en la migración de retorno. Estos perfiles deben encajar con las brechas productivas que enfrenta Venezuela en la actualidad. El segmento de emigrantes entre 25 y 39 años de edad, con estudios de educación media, diversificada y universitaria, que laboren en los sectores de manufactura y servicios, ofrece una opción razonable dadas las actuales condiciones del mercado laboral. Una de las implicaciones operativas de perfilar y segmentar a los migrantes es la creación de censos y bases de datos, donde los ejecutores de las políticas puedan encontrar información para elaborar sus estrategias.
- La creación de censos y bases de datos que segmenten a los migrantes evitará tratar a los retornados como un grupo homogéneo. Una política de diáspora requiere clasificarlos en función de sus atributos y necesidades específicas. Por ejemplo, es importante identificar migrantes que desarrollaron empresas en sus países de acogida, en cuáles sectores económicos y con cuál desempeño financiero. Es pertinente también identificar a quienes trabajaron en la manufactura (un sector venido a menos en Venezuela en la última década). Es lógico que los primeros sean candidatos para programas de asistencia financiera para crear microempresas, mientras que los segundos sean asistidos (con reentrenamiento o dotación de equipos) para su reincorporación a las fábricas.
- Una política de diáspora reconoce que el gobierno no puede solo. Es necesario incorporar a ONG y empresas privadas en los procesos de identificación, reclutamiento, clasificación y reingreso de los emigrantes. El manejo de la diáspora israelí es un caso de referencia. Israel conformó una «industria de la migración de retorno» en la que participaban «desde filántropos de la diáspora que cofinancian generosamente iniciativas nacionales de repatriación, hasta las empresas biotecnológicas locales que idean proyectos de retorno a pequeña escala»[14]. Las empresas privadas de reclutamiento y las organizaciones humanitarias establecidas en el exterior son actores que pueden ayudar a describir las capacidades y necesidades de la diáspora.
- Una política de diáspora planifica y asiste el reingreso de los retornados a la actividad económica. Los censos y bases de datos constituyen insumos informativos para identificar y aprovechar eficientemente las habilidades y competencias acumuladas por los migrantes en el exterior. La alianza entre gobierno, empresas y ONG debe apoyar su ubicación en sectores económicos, puestos y actividades donde exploten sus capacidades al máximo. En ocasiones, las estrategias de retorno fallan por carecer de planes de reinserción socioeconómica y asistencia técnica. La cultura emprendedora que adquieren los migrantes en sus países de acogida puede potenciarse con el otorgamiento de financiamiento y facilidades para la creación de pymes en sectores económicos prioritarios. Sin embargo, el dinero no siempre es el problema. En Ecuador la reintegración económica la obstaculizaron las trabas burocráticas para formalizar empresas y no la falta de financiamiento.[15]
- La diáspora puede conceptualizarse como un flujo migratorio circular. En muchos casos el retorno al país de origen no es el punto final del migrante. El regreso se concibe como una etapa de un proyecto de vida más amplio que incluye distintas estancias en el país de acogida. A este comportamiento migratorio se le denomina «transnacionalismo»: las personas y las instituciones desarrollan prácticas y contactos regulares que exceden los límites fronterizos de los Estados nacionales.[16] Esta lógica fomenta intercambios sociales, culturales y económicos que benefician a todos los actores. Una buena ilustración de este punto es la manera como los inmigrantes chinos y turcos facilitan vínculos comerciales en los países donde son recibidos. Una política de retorno exitosa reconoce la naturaleza transnacional de las habilidades de las personas y permite (e incluso facilita) desplazamientos internacionales continuos.
Las distintas olas migratorias venezolanas de los últimos años crearon importantes brechas en el mercado laboral del país; en particular, la pérdida de mano de obra joven y educada que puede ser clave en un escenario de despegue económico. Una posible opción de política para el cierre de esta brecha consiste en incorporar a la migración de retorno en sectores productivos. Aunque la cantidad de retornados actuales no parece significativa para este propósito, las condiciones de precariedad que viven los venezolanos en sus países de acogidas hacen factibles mayores flujos migratorios de regreso en el futuro cercano.
Es recomendable implementar una política de diáspora en la que el sector público incorpore a empresas y ONG para: 1) desarrollar sistemas de información que faciliten la clasificación de los migrantes según habilidades y necesidades específicas, 2) implementar programas de reintegración socioeconómica que agilicen los procesos burocráticos y otorguen financiamiento a los retornados con el potencial de crear microempresas o faciliten la incorporación de mano de obra especializada en sectores como manufactura y comercio, y 3) reconocer y fomentar los vínculos transnacionales de los migrantes con sus países de acogidas.
Venezuela debe prepararse para dar la bienvenida a su diáspora y aprovechar las capacidades que ha acumulado en el exterior. Los retornados tendrán un papel estelar en la reconstrucción de un país productivo, libre, conciliador y próspero.
Víctor Carrillo, profesor del IESA.
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Notas
[1] R4V (2024). Refugiados y migrantes de Venezuela. Plataforma de Coordinación Interregional para Refugiados y Migrantes de Venezuela. https://www.r4v.info/es/refugiadosymigrantes
[2] Vicari, D. y Tomasi, S. (2022). Retornando a Venezuela: motivaciones, expectativas e intenciones. Mixed Migration Center Briefing Paper. https://mixedmigration.org/wp-content/uploads/2022/12/255_Returning_to_Venezuela_ES.pdf
[3] Medina, V. y Carrillo, V. (2023). ¿Están volviendo los venezolanos que emigraron? Entre mitos y datos. Debates IESA. https://www.debatesiesa.com/estan-volviendo-los-venezolanos-que-emigraron-entre-mitos-y-datos/
[4] Hamdouch, B. y Wahba, J. (2015). Return migration and entrepreneurship in Morocco. Middle East Development Journal, 7(2), 129-148. https://doi.org/10.1080/17938120.2015.1072696, p. 423.
[5] Medina y Carrillo (2023).
[6] Vicari y Tomasi (2022).
[7] Şener, M. Y. (2018). Return migration of qualified Turkish migrants from Germany and the US. Journal of Humanity and Society, 8(3), 51-72. https://doi.org/10.12658/M026, p. 70.
[8] Chávez-Luna, J., Rivera-Heredia, M. y Salazar-García, M. (2021). La migración de retorno en los adultos mayores de la mixteca oaxaqueña y sus procesos de adaptación psicológica y cultural. Ra Ximhai, 17(2), 221-244. https://doi.org/10.35197/rx.17.02.2021.09.jc
[9] Osorio Álvarez, E. y Phélan, M. (2020). Migración venezolana: retorno en tiempos de pandemia (COVID 19). Espacio Abierto, 29(4), 118-138. https://www.produccioncientificaluz.org/index.php/espacio/article/view/35064
[10] Hamdouch y Wahba (2015),
[11] Choudhury, P. (2016). Return migration and geography of innovation in MNEs: a natural experiment of knowledge production by local workers reporting to return migrants. Journal of Economic Geography, 16(3), 585-610. https://doi.org/10.1093/jeg/lbv025
[12] Hagan, J. y Wassink, J. (2016). New skills, new jobs: return migration, skill transfers, and business formation in Mexico. Social Problems, 63(4), 513-533. https://doi.org/10.1093/socpro/spw021
[13] Sinatti, G. (2019). Return migration, entrepreneurship and development: contrasting the economic growth perspective of Senegal’s diaspora policy through a migrant-centred approach. African Studies, 78(4), 609-623. https://doi.org/10.1080/00020184.2018.1555310
[14] Cohen, N. (2021). Israel’s return migration industry. Journal of Ethnic and Migration Studies, 47(17), 4100-4117. https://doi.org/10.1080/1369183X.2020.1752638, p. 4.113.
[15] Lacomba, J. y Cloquell, A. (2017). Migration, productive return and human capital: lessons from the new governmental policy on migration in Ecuador. International Migration, 55(2), 109-125. https://doi.org/10.1111/imig.12314
[16] Ding, Y. (2015). Constructing a theory of individual space: understanding transnational migration through the experience of return Chinese immigrants from Canada in Beijing. Globalisation, Societies and Education, 13(2), 260-275. https://doi.org/10.1080/14767724.2014.934074