Cuatro expertos explican cómo la digitalización y la inteligencia artificial pueden afectar la cultura organizacional. Evaluar los impactos en las personas y la cultura corporativa es esencial para emprender procesos de tecnologización.
Las empresas están sometidas a una completa transformación digital. Sin duda, herramientas como la inteligencia artificial ofrecen oportunidades y plantean cambios radicales en todas las áreas de gestión, cuya implementación requiere planificación y métodos adecuados.
Las formas de adoptar las nuevas tecnologías deben analizarse con cuidado. La tecnología no hace milagros, aunque algunos piensen que ayuda. Lo cierto es que cada realidad organizacional es un problema específico que debe resolverse a partir de sus peculiaridades, para que las herramientas digitales funcionen y agreguen valor. Es necesario tener en cuenta la cultura corporativa, el sector donde se opera, la estructura financiera, los mercados que se atienden, las relaciones con clientes y proveedores, así como con el entorno y las tendencias sociales y económicas que impactan a la organización.
El pódcast #ConectandoExperiencias del #IESAalumni dedicó un capítulo, con expertos egresados del IESA, a evaluar cómo las empresas pueden asumir más eficientemente el proceso de innovación y la incorporación de las nuevas tecnologías.
Ludificación y cambio tecnológico
Para Rob Álvarez Bucholska, consultor y conferencista fundador de Professor Game, además de egresado del IESA, la ludificación es un método que permite utilizar las herramientas de los juegos, incluido su sentido lúdico, para desarrollar estrategias de implantación de nuevos modelos de gestión basados en tecnología.
La idea es aprovechar las experiencias derivadas de los juegos y replantearlas para que sean útiles para el diseño de una estrategia empresarial. A juicio de Álvarez, la ludificación es un mecanismo útil para vencer resistencias al cambio. Afirma Álvarez:
En la perspectiva de Álvarez, la ludificación funciona porque se sale de lo eminentemente tecnológico y toca el aspecto ético del cambio. Ayuda a comprender por qué el cambio es necesario y conveniente, más allá de que pueda resultar inevitable.
La ludificación es una experiencia que ayuda a comprender de manera dinámica cómo funciona lo nuevo y cómo puede ser útil para los individuos y los equipos. «Al final, importa la cultura de la empresa, cómo se gestiona y su impacto en sus públicos internos y externos, porque eso determina el perfil del negocio y, con base en esa información, las mecánicas de juego que suelen venir asociadas buscan elevar la motivación para entender y comprender, a partir de una experiencia práctica, cuáles son los objetivos nuevos que se deben conseguir», indica Álvarez.
La tecnologización es un proceso que implica cambios —generalmente estructurales— en la dinámica de la empresa, que deben planificarse y, además, a todos los participantes se les debe convencer de su pertinencia.
La tecnología es un habilitador, no un requisito
Nicolás Araque, gerente de Nuevos Productos en Mercantil Seguros y egresado del Programa Avanzado de Gerencia (PAG) del IESA, subraya que al enfrentar un cambio de modelo tecnológico. «Muchas veces pasa que la gerencia de una empresa quiere crear un chatbot solo porque su competencia lo tiene —dice Araque—, sin evaluar para qué lo necesita y cuánto valor le puede agregar. Eso es ver la tecnología como un requisito y se pierde de vista cómo se afecta al cliente».
Para este gerente, la tecnologización no se reduce a calcular un presupuesto y hacer adquisiciones. Es un proceso que implica cambios —generalmente estructurales— en la dinámica de la empresa, que deben planificarse y, además, a todos los participantes se les debe convencer de su pertinencia, no solo desde la perspectiva de la empresa, sino también desde sus perspectivas individuales. «Los cambios hacen que la gente salga de su zona de confort y por eso importa mucho la reflexión sobre qué persigue la innovación tecnológica en cada caso concreto», advierte Araque.
Un requisito fundamental es que la innovación tenga foco en el cliente, no tanto en los usuarios de la tecnología. Araque sostiene que la «zona de confort» —facilidad de uso, ahorro de tiempo y simplificación de procesos— que crea la tecnología para quienes la consumen resulta ser una barrera difícil de franquear en los procesos de cambio.
Gemelos digitales
Andy Toro Matheus, experto en desarrollo de tecnologías y director y fundador de Ingedaca, ha desarrollado un modelo de gestión de innovación que consiste en el desarrollo de «gemelos digitales» de equipos, dispositivos y herramientas que permiten no solo detectar oportunamente fallas, sino también regular de manera virtual su funcionamiento.
El sector objetivo de Toro Matheus es la industria manufacturera, donde es indispensable avanzar en un proceso de transformación tecnológica integral que permita superar el histórico deterioro de la capacidad productiva del sector. «Tenemos la ventaja de que el modelo de la tecnología cambió y lo que antes costaba cien dólares hoy puede que cueste un dólar, gracias a mecanismos como el software como servicio que permite controlar procesos con una herramienta que se puede contratar como una suscripción de Netflix», apunta Toro.
La tecnología se ha hecho asequible para negocios pequeños y la idea de una empresa como Ingedaca es que cualquier empresa pueda utilizar la inteligencia artificial para controlar, de manera remota y en tiempo real el funcionamiento de equipos y procesos de manufactura. El objetivo es no solo hacer una detección oportuna de fallas, sino también crear modelos de solución de problemas.
La inteligencia artificial permite crear un modelo virtual de los equipos que requieren seguimiento. El proceso será más eficiente en la medida en que los datos que alimenten a la herramienta sean correctos. «Si tengo la capacidad de medir y un montón de datos históricos, entra en juego el aprendizaje automático, de manera que con esos datos históricos aprendo cómo funciona normalmente nuestro entorno», explica Toro.
La empresa ha desarrollado un modelo de gemelo digital para una gran empresa de alimentos, el primero producido en Venezuela. «Ahora otros sectores como retail o salud están incorporando esta metodología, ya que les resulta viable, porque, en principio, no tienen que vender una tienda para poder implementar este servicio».
La clave del proceso no está solo en la tecnología, sino en la capacidad de inspirar confianza en la eficiencia y la seguridad de la herramienta. «No es fácil conseguir que una empresa te dé acceso a sus sistemas críticos. El proceso ha sido arduo», advierte Toro.
Desde la perspectiva de la empresa, lo importante es que el valor agregado por la tecnología no se limite al aspecto financiero, sino que abarque toda la estructura de relaciones.
Digitalización inteligente
Samuel Villegas, consultor empresarial, presidente de AI Bmodels y gerente de Metagrupo Digital, propone un modelo de digitalización inteligente en las empresas que, en línea con los planteamientos de los expertos participantes en el pódcast organizado por el IESA, privilegie los impactos de la transformación en las personas.
Villegas, un veterano de la consultoría, pone el proceso de transformación digital en perspectiva y recuerda que existe una experiencia acumulada por las nuevas tecnologías de carácter disruptivo que han venido apareciendo. Aprovechar esa experiencia es importante para facilitar los procesos actuales de transformación, con mecanismos más eficientes.
La interacción con la tecnología es, para Villegas, el centro del cambio y, en consecuencia, el gran problema por resolver. Con la inteligencia artificial no se utiliza una herramienta de manera pasiva, sino que hay una «conversación».
El experto señala que existe un temor —que tampoco es nuevo— con respecto a los impactos de la tecnología. Desde la perspectiva de la empresa, lo importante es que el valor agregado por la tecnología no se limite al aspecto financiero, sino que abarque toda la estructura de relaciones. «Si alguien me dice que quiere adoptar la inteligencia artificial para ajustar su empresa, mi respuesta es que está equivocado. La tecnología funciona cuando la inteligencia humana la aplica y le saca el provecho adecuado», sostiene Villegas.
Todo parece indicar que adoptar tecnología implica una revisión integral de la estructura empresarial y, por ello, es indispensable un compromiso claro, sobre todo del liderazgo de las organizaciones, para que el proceso sea exitoso.
Érika Hidalgo López, periodista