El sector de cuidado de la salud en el mundo adolece de problemas que impiden a gran parte de la población acceder equitativamente a los servicios: envejecimiento de la población, escasez de personal médico, altos costos de los servicios, obstáculos para adoptar tecnologías, cadenas de suministros vulnerables y prestación de servicios no centrada en el paciente.
En su lucha contra los elementos de la naturaleza, desde que hizo su aparición en el planeta el homo sapiens ha hecho múltiples descubrimientos para mejorar su calidad de vida. En sus inicios descubrió cómo hacer fuego, inventó la rueda y, con el tiempo, construyó edificaciones monumentales. En los albores del Renacimiento, un artesano alemán desarrolló una herramienta con la que se aceleraría la diseminación del conocimiento: la imprenta. En el siglo XVIII, un ingeniero escocés desarrolló la máquina de vapor, que permitió hacer el trabajo de cientos de personas.
Estos inventos potenciaron el desarrollo de la humanidad, que en los últimos quinientos años logró un progreso mayor que el alcanzado en sus primeros 300.000 años sobre la Tierra. No obstante, en las eras previas y posteriores al Renacimiento, el principal problema de la especie humana, luego de la alimentación y la vivienda, ha sido la preservación de su salud. En toda sociedad, milenaria o contemporánea, las personas más relevantes o que merecen mayores consideraciones son quienes tienen la habilidad de aliviar el dolor y curar enfermedades.
En el entorno de los sabios de la salud, que incluyen sanadores, parteras, curanderos, alquimistas y hasta brujos, se crearon los estudios formales de medicina y, junto con ellos, los centros de atención médica, públicos y privados, alrededor de los cuales se desarrolló el enorme sector de servicios de cuidados de la salud. Los profesionales de la salud realizan, continuamente, investigaciones que conducen a nuevos tratamientos para curar enfermedades que, hasta hace poco, eran mortales.
Junto con la evolución del sector, el crecimiento demográfico se ha acelerado vertiginosamente. A principios del siglo XX habitaban la Tierra 1.600 millones de personas, mientras que, en la década actual, la humanidad llegó a 8.000 millones de individuos; de estos, más de la mitad no tiene acceso a tratamientos que alivien sus dolencias.[1] Desde un punto de vista gerencial, los factores que impiden llevar los servicios médicos a la población adquieren mayor importancia que las enfermedades en sí mismas.
Los desarrollos tecnológicos aplicados al alivio de enfermedades han dinamizado al sector, desde el punto de vista tanto de los prestadores de los servicios (los centros de salud), como de quienes lo reciben (los pacientes). Estos últimos han desarrollado una conciencia que los anima a buscar terapias personalizadas, más eficientes y efectivas, que les permitan añadir años y calidad a sus vidas.[2]
La ciencia, por su parte, recopila y procesa macrodatos genómicos para producir medicinas y tratamientos más eficientes. Esto, a su vez, ha impulsado la transformación de la cadena de suministro de medicamentos y sus materias primas, en un mundo que abraza el movimiento de la sostenibilidad para, entre otras metas, minimizar los impactos negativos de las emisiones de gases de tipo invernadero, responsables del calentamiento del planeta.
La fragmentación de los sistemas de salud disminuye su capacidad para responder a las exigencias de la sociedad, como son prevención primaria y promoción de una vida sana para reducir la morbilidad.
Junto con el crecimiento demográfico y los conflictos políticos, económicos y sociales que lo acompañan, surge un conjunto de factores que afectan el desempeño del sector de servicios para el cuidado de la salud. Son muchas, y muy complejas, las dificultades que enfrenta la humanidad para acceder a estos servicios. Cuestiones como la crisis energética, los conflictos bélicos internacionales, la inflación, la pobreza y las zonas geográficas en las que habita impiden a la población mundial acceder, de manera equitativa, a los servicios de atención médica. Mientras que el envejecimiento, la escasez de personal médico y la sobrecarga de trabajo a la que están expuestos, el incremento de los costos de los servicios médicos, las nuevas tecnologías, la complejidad de la cadena de suministros, la ausencia de servicios de salud integrados y centrados en los pacientes, así como elementos asociados al cambio climático, impiden la prestación adecuada de servicios de salud desde una perspectiva global.
Desigualdad: todos merecen acceso a servicios de salud
En 2023 la Organización Mundial para la Salud (OMS) informó que más de la mitad de la población mundial carece de acceso a los servicios médicos básicos.[3] Este problema tiene varias aristas. Una es la falta de centros de atención médica en las zonas rurales, lo que obliga a sus habitantes a trasladarse a los grandes hospitales de los centros urbanos. A estos se suma la población de los suburbios de las ciudades, lo que resulta en sobresaturación de los servicios y conduce a deficiente atención de los pacientes y consumo de grandes presupuestos para atender las necesidades de salud de la población.
Siempre está la alternativa de los centros privados de salud, pero sus costos solo los puede enfrentar una reducida porción de la población. La respuesta que se ha dado a esta realidad no es nueva: descentralizar los servicios de los grandes hospitales hacia centros de salud de menor tamaño o ambulatorios, en los que se puedan tratar patologías sencillas, sin necesidad de que los pacientes incurran en costos de traslado, alimentación y alojamiento. Gran parte de los pacientes que acuden a consultas médicas en grandes hospitales podrían resolver sus problemas en los ambulatorios de sus poblaciones de origen. Así, además de ahorrar en gastos de viaje, reducen el uso de recursos en los hospitales, que pueden utilizarse en el tratamiento de patologías más complejas. Sin embargo, aunque la descentralización alivia la presión sobre los hospitales y permite mayor acceso a la atención médica, problemas de tipo geográfico y demográfico aún impiden recibir la atención de excelente calidad que la población merece.[4]
Envejecimiento: cada vez hay más personas mayores
Otra arista del problema del acceso a los servicios de salud en el mundo es el envejecimiento de la población. La OMS reportó en 2022 que entre 2015 y 2050 el porcentaje de personas mayores de sesenta años pasará de 12 a 22 por ciento.[5] Asimismo, este organismo calcula que, para 2050, el ochenta por ciento de las personas mayores vivirá en países de ingresos bajos y medianos, lo que, debido a los altos costos de los servicios de salud, agudizará la desigualdad en el acceso a los servicios médicos. En países como Japón, por ejemplo, el treinta por ciento de la población ya tiene más de sesenta años. El envejecimiento de su población es tan acentuado que, en 2011, el mayor fabricante de pañales de ese país —Unicharm— informó que vendía más pañales para adultos que para bebés.[6]
La aceleración del envejecimiento impone grandes retos a los sistemas de salud de todos los países, para garantizar, equitativamente, la atención de salud. La disminución de la fecundidad, el aumento de la longevidad y el arribo de la generación del baby boom a edades avanzadas son, junto con tratamientos más efectivos para la erradicación de enfermedades y la mayor conciencia de llevar una vida más sana algunas de las razones que explican el aumento de la esperanza de vida de los seres humanos: de 34 años en 1913 a 72 años en 2022. En opinión de expertos del Fondo Monetario Internacional, si no se toman las medidas adecuadas, habrá menos población activa para mantener a los jubilados y ocurrirá un declive de la calidad de vida de las personas mayores por falta de recursos humanos, financieros e institucionales para atender sus necesidades.[7]
El envejecimiento de la población trae consigo un aumento del número de pacientes con enfermedades que implican mayores costos de atención y sobrecarga de los sistemas de salud. Entre estas enfermedades se encuentran pérdida de audición, cataratas y otras condiciones oculares, dolores de espalda y cuello, enfermedades articulares, neumopatías obstructivas crónicas, diabetes, depresión, condiciones neurodegenerativas como demencia senil y enfermedades de Parkinson y Alzheimer, y síndromes geriátricos tales como fragilidad, incontinencia urinaria, caídas, estados delirantes y úlceras por presión.
El envejecimiento de la población mundial, una tasa mundial de pobreza de diez por ciento, el crecimiento desproporcionado de la población en los países con menores ingresos y la baja natalidad en los de mayor ingreso, sistemas de jubilación incapaces de cubrir las necesidades de la población y la falta de cultura para el cuidado de la salud implican retos enormes. Entre estos retos se encuentran el aumento de la demanda de atención primaria y cuidados a largo plazo, la escasez de personal capacitado y la necesidad de contar con entornos físicos y sociales más agradables para las personas mayores.
Más pacientes que médicos: escasez y sobrecarga de los galenos
La escasez de personal médico, ocasionada por la demanda de servicios para la salud, es una arista importante del problema de la desigualdad en el acceso a los servicios médicos. Se necesitan más centros para la atención médica, dotados con sus respectivos recursos; particularmente, personal médico, caracterizado por la mayor demanda y, al mismo tiempo, mayor escasez del planeta.
Para 2030 se anticipa un déficit de diez millones de trabajadores de la salud en todo el mundo, principalmente en los países de bajos y medianos ingresos.[8] La desigualdad en la distribución de estos recursos se exacerba con la acentuada migración de este personal hacia los países con economías prósperas, donde pueden encontrar mejores oportunidades profesionales y mejores condiciones de vida. Este fenómeno afecta a los países con economías vulnerables, ya que de ellos provienen los emigrantes que dejan desatendidos los centros de salud de sus países.
La arista con mayor relevancia en el problema de la falta de equidad en el acceso a la atención médica es, sin duda alguna, los costos de los servicios.
La escasez de médicos y enfermeras en países desarrollados, como Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, incrementa los costos de los servicios de salud, pues fomenta la competencia entre los centros de atención médica por los recursos humanos, que se aprecia en las compensaciones salariales. En Estados Unidos, donde gran parte de los servicios de salud son privados, los costos hospitalarios por paciente aumentaron un 22,5 por ciento con respecto a los registrados antes de la pandemia. Buena parte de este incremento corresponde a los costos laborales.[9]
Aun con el uso de la inteligencia artificial, que tiende a sustituir mano de obra en diversos ámbitos profesionales, se espera que para 2030 la demanda global de trabajadores de la salud alcance los 84 millones, cuando en 2020 fue de 65 millones. En el caso de las enfermeras, la OMS establece que debe haber tres por cada mil habitantes. Sin embargo, países como la India solo cuentan con 1,7. Para finales de esta década, el mundo necesitará nueve millones más de estas profesionales.[10]
Esta situación no ocurre sin consecuencias. Los pacientes deben ser atendidos por el escaso personal que existe en los centros de salud, sobre todo en los países de medianos y bajos ingresos. Casi la mitad de los médicos estadounidenses expresaron que sentían agotamiento; las proporciones son mayores en especialistas de emergencia (65 por ciento), medicina interna (60 por ciento) y pediatría (59 por ciento). En Europa, el agotamiento de los médicos llega al 22 por ciento, mientras que en la India, en 2023, el 82,7 por ciento de los médicos informaron haber experimentado estrés relacionado con el trabajo. Para 2023, según la Asociación Médica de la India, los ataques mentales, físicos y emocionales contra los médicos fueron frecuentes. En nueve de cada diez países desarrollados (Australia, Canadá, Francia, Alemania, los Países Bajos, Nueva Zelanda, Suecia, Suiza, el Reino Unido y Estados Unidos), los médicos sienten insatisfacción con sus salarios, el tiempo dedicado a los pacientes, el dedicado al trabajo administrativo y el equilibrio entre vida personal y vida laboral.[11] La escasez global de personal médico acentúa la desigualdad en el acceso a los servicios de salud, pues los pacientes deben esperar largos períodos para ser atendidos, lo que, en muchos casos, los lleva a renunciar al servicio y, en caso de contar con recursos económicos, optar por uno privado. Este problema es más grave en los países con menores ingresos.
Los costos: la piedra filosofal de los servicios médicos
La arista con mayor relevancia en el problema de la falta de equidad en el acceso a la atención médica es, sin duda alguna, los costos de los servicios. En los países donde la medicina está socializada, el Estado asume, mayoritariamente, sus costos mediante el sistema tributario. En el resto de los países, los costos de los servicios médicos los asumen el Estado y el sector privado. En la modalidad privada, las personas pagan los servicios, directamente o mediante pólizas de seguro.
La fuerza laboral, la industria farmacéutica, la cadena de suministros, el sector asegurador, las nuevas tecnologías, la infraestructura y elementos macroeconómicos de los países (como la inflación, la estabilidad monetaria, el sistema impositivo y el marco regulatorio), inciden de manera significativa en el costo de estos servicios. Los costos laborales tienen gran incidencia en el precio final de la atención sanitaria, pero otros componentes de la ecuación también producen efectos inflacionarios en este sector. Por ejemplo, en Estados Unidos, en los últimos tres años, los precios de los insumos, en general, han aumentado entre el 15 y el 25 por ciento. Para 2027 se calcula que, en términos absolutos, los costos de los servicios en cuestión aumentarán unos 370.000 millones de dólares.[12] Las empresas intermediarias de la salud, tales como aseguradoras y distribuidores de medicamentos y equipos y material médico, para 2022 representaron casi el 34 por ciento de los costos de la atención médica en Estados Unidos.
Algunos pacientes no confieren el mismo valor a la consulta presencial que a la virtual.
En Europa, donde la medicina está socializada en la mayor parte de los países, los costos tradicionalmente han experimentado aumentos menores, pero no escapan a las tendencias inflacionarias globales para el sector. Para 2023, el costo de la atención en el continente aumentó un 8,6 por ciento, en comparación con el 5,6 por ciento en 2021. En América Latina, la inflación contribuyó a un aumento estimado del 18,9 por ciento en 2023, mientras que en Medio Oriente y África el aumento fue del 11,5 por ciento y en Asia del 10,2 por ciento.[13]
Otro factor que contribuye al aumento de los costos de los servicios de salud es el pago de las cuotas anuales de las deudas externas de los países. A medida que la deuda pública de los países en desarrollo aumenta, gran parte de sus presupuestos se dedica al pago de los intereses, dinero que podría invertirse en atención médica y educación. Como no hay inversión pública en salud, la atención tiende a provenir del sector privado, que no puede subsidiar los costos de los servicios médicos y debe obtener un retorno sobre su inversión. Estos costos los terminan asumiendo las personas que pueden enfrentarlos. El número de países con grandes deudas aumentó de 22 en 2011 a 59 en 2022. Alrededor de 3.300 millones de personas —el cuarenta por ciento de la humanidad— viven hoy en países donde la inversión en atención médica ha pasado a un segundo plano frente al servicio de la deuda, como es el caso de algunas naciones en desarrollo de África, América Latina y Asia (excluida China).[14]
Al examinar el problema del aumento de los costos de los servicios de salud surge la pregunta: ¿quién asumirá su enorme aumento? En Estados Unidos se espera que lo asuman tres grupos de intereses: empleadores, pacientes y gobiernos nacionales.[15] Según una encuesta realizada por la empresa McKinsey, el sesenta por ciento de los empleadores manifestó que, en los últimos tres años, los aumentos en los costos de atención médica superaron la inflación; y el 63 por ciento espera que esa tendencia continúe. La encuesta informa que los consumidores enfrentan deudas derivadas de gastos médicos. En cuanto a los gobiernos, puede resultar difícil que absorban costos adicionales para el sector, debido a los déficits presupuestarios y los servicios de las deudas externas.
Tecnología: volver al futuro
En el inicio de la Cuarta Revolución Industrial, nuevas tecnologías inundan todos los ámbitos del conocimiento. Para los servicios de cuidado de la salud se han desarrollado herramientas que utilizan la electrónica y el manejo de datos para mejorar la docencia de las ciencias médicas, el diagnóstico de enfermedades y los procedimientos quirúrgicos. Entre las tecnologías desarrolladas hasta ahora se encuentran inteligencia artificial, macrodatos, telemedicina, almacenamiento de datos en la nube, realidad virtual, realidad aumentada, metaverso, internet de las cosas, dispositivos portátiles, pastillas inteligentes, electrocéuticos, impresión en tres dimensiones y mecatrónica. Todas estas herramientas han tenido un impacto positivo en la prestación de los servicios de atención médica. Sin embargo, su implementación no está exenta de obstáculos, que se acentúan en los países de medianos y bajos ingresos.
Alfabetización tecnológica
Para utilizar la tecnología disponible en el sector de la salud, los pacientes necesitan conocimientos y habilidades que les permitan manejar herramientas básicas de la informática: computadoras, internet, acceso a la nube y programas de uso cotidiano. Por ejemplo, en los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el 25 por ciento de la población no sabe utilizar una computadora.[16] En consecuencia, no pueden interactuar con herramientas para acceder a consultas médicas virtuales como la telemedicina. El analfabetismo tecnológico es más acentuado en los países con menor desarrollo y mayor pobreza, características vinculadas al grado de educación de la población y al acceso a los recursos tecnológicos.
Confianza en la tecnología
A pesar del potencial transformador de las nuevas tecnologías, quienes tienen acceso a ellas y pueden manejarlas no siempre les tienen confianza o las prefieren. Como en todo proceso de cambio, tardará algún tiempo antes de que los profesionales de la salud y los pacientes se acostumbren al uso de tecnologías. Muchos médicos preferirán seguir aplicando los procedimientos que conocen, pues utilizar los nuevos implica invertir tiempo y dinero en entrenamiento y equipos. También habrá pacientes que, por ejemplo, en el caso de la telemedicina, preferirán consultas en las que puedan interactuar con el médico de manera presencial.
Conexión a internet e infraestructura digital
Actualmente, el 33 por ciento de la población mundial no tiene acceso a internet y, entre quienes sí tienen, muchos enfrentan problemas con el almacenamiento en la nube y el ancho de banda; esto sucede, principalmente, en los países de ingresos bajos y medianos.[17] Esta situación atenta contra la adopción de las herramientas tecnológicas que ofrece la nueva revolución industrial e incrementa las desigualdades entre los países desarrollados y los de menor desarrollo, lo que fomenta la migración de los profesionales formados en estos últimos hacia los primeros. Sin internet, por ejemplo, es imposible utilizar la inteligencia artificial.
La atención centrada en las personas requiere que posean la información y el apoyo necesario para contribuir a su propia atención.
Telemedicina: solución para los que están lejos
La cuarentena que ocasionó la covid-19 disminuyó las visitas a los consultorios médicos. La solución fueron las consultas mediante videoconferencias. De esta manera, al adoptar la telemedicina, los pacientes descubrieron que podían consultar a sus médicos sin trasladarse a sus consultorios, lo que solucionó el problema de traslado (y sus gastos asociados) para los pacientes que viven en poblaciones alejadas de las ciudades donde están los centros de salud. También se descubrió que la telemedicina podía incrementar la interacción entre médicos y pacientes, además de disminuir los costos de los servicios, ya que necesita menos infraestructura que la medicina convencional.
Pero la telemedicina no está exenta de barreras. La regulación de la atención médica es compleja. Se necesitan estándares que permitan la interoperabilidad de los datos que contienen las historias médicas digitales de los pacientes, fundamentales para ejercer esta modalidad de atención médica. Es necesario que las bases de datos —registros médicos, datos de autocontrol, aportes de apoyo social— estén protegidas, liberadas e integradas. Esto significa que, al estar almacenadas en la nube, se pueda acceder a ellas desde el consultorio virtual de cualquier médico en cualquier parte del mundo, pero de manera segura.
Para los servicios privados de salud es necesario implementar métodos confiables de pago para los servicios y los insumos farmacéuticos, así como un procedimiento para elaborar las prescripciones. Estas últimas requieren, además, métodos de envío, sobre todo para pacientes que se encuentran en lugares distantes de los centros urbanos. Algunos pacientes no confieren el mismo valor a la consulta presencial que a la virtual, pues piensan que esta última no tiene la misma calidad ni cumple las expectativas que provee la primera. En el proceso de adaptación entre paciente y médico aún hay que estudiar las consecuencias de la pérdida de la relación presencial y lo que implica la relación virtual, en términos de la construcción de amistad y afecto que suele surgir entre las personas.
Otras barreras
La era actual, con sus desarrollos más destacados (robots, algoritmos de macrodatos, inteligencia artificial), promueve en la sociedad el temor a la sustitución de los seres humanos. De hecho, los robots están ganando sentidos y destrezas que les permiten realizar una mayor cantidad de tareas, mientras que las universidades del Tercer Mundo siguen graduando profesionales sin preparación para enfrentar los nuevos retos. Además, las nuevas tecnologías requieren grandes inversiones iniciales y de mantenimiento de licencias, equipos y entrenamiento, lo que resulta difícil afrontar para los países de medianos y bajos ingresos.
Cadena de suministro: sin insumos no hay operación
La covid-19 impuso, de manera inmediata, una larga cuarentena que ralentizó la economía mundial. Para evitar el contagio, la gente se ausentó de fábricas, comercios, oficinas y centros de educación, así como de todo tipo de organismos públicos y privados. En consecuencia, la producción de bienes y servicios, junto con su distribución y demanda, disminuyó sensiblemente y muchas empresas cerraron. Esta situación ocasionó escasez de toda clase de insumos médicos, desde medicinas hasta repuestos para el mantenimiento de los equipos, lo que agravó la desigualdad en el acceso a los servicios médicos. Los países que padecieron mayor escasez de insumos fueron los pertenecientes al Tercer Mundo, por su dependencia de las importaciones.
La operación eficiente y confiable de la cadena de suministros para el sector de cuidado de la salud es de importancia vital para la humanidad. De ella depende que lleguen a los centros de atención los medicamentos, equipos médicos e insumos necesarios para tratar diferentes condiciones, desde un resfriado común hasta enfermedades que puedan causar la muerte de los pacientes.
La atención: fragmentación, integración y servicios centrados en el paciente
En muchos países existen varios sistemas de salud que atienden a comunidades específicas, pero no pueden ofrecer todos los servicios de atención médica. Esta fragmentación de los sistemas de salud disminuye su capacidad para responder a las necesidades de prevención primaria y promoción de una vida sana. Asimismo, la fragmentación impide la colaboración intersectorial y la coordinación de la atención médica en torno a las necesidades de los pacientes, lo que dificulta el acceso a servicios integrales.
Para mejorar los servicios de cuidado de la salud es necesaria la integración de los sistemas existentes a partir de la identificación de los determinantes sociales de las afecciones, de manera de crear soluciones holísticas con los recursos disponibles. Es necesario poner la salud en el centro de las políticas estatales, mediante una sólida rectoría y acción intersectorial. La falta de integración de los sistemas de salud estimula una excesiva especialización de los servicios y un enfoque limitado de los programas de manejo de enfermedades.
Los servicios de salud integrados están en capacidad de gestionar y atender a la población mediante la divulgación de estilos de vida saludables que contribuyan a la prevención de enfermedades. Adicionalmente, facilitan el diagnóstico y el tratamiento, así como el proceso de rehabilitación y cuidados paliativos de los pacientes en los diferentes ámbitos de atención del sistema de salud.
Los sistemas de salud requieren identificar las necesidades de las sociedades que atienden para ofrecerles servicios integrales que las satisfagan. Esta filosofía de servicios de salud centrados en los pacientes adopta, conscientemente, el punto de vista de los individuos, las familias y las comunidades, a quienes considera participantes en los procesos de diseño y beneficiarios en los procesos de implementación de sistemas de salud confiables, que satisfagan sus necesidades y preferencias de manera humana y holística.
La atención centrada en las personas requiere que posean la información y el apoyo necesario para contribuir a su propia atención. Está organizada en torno a sus necesidades y expectativas de salud y no en torno a enfermedades.[18]
Cambio climático: cuidar al planeta para mejorar la salud
El cambio climático está asociado a la emisión de gases de efecto invernadero que retienen parte de la radiación infrarroja que emite la Tierra tras ser calentada por el Sol. Esto tiene como consecuencia el aumento gradual de la temperatura y la contaminación de la atmósfera. El sector global que más produce estos gases es el de generación de energía, el cual es responsable del 34 por ciento de las emisiones.[19] Ahora bien, el sector de servicios de salud, que debería reducir más que ningún otro este tipo de emisiones para controlar la aparición de enfermedades respiratorias como asma, bronquitis, neumonía y hasta enfisema y cáncer pulmonar, es responsable de la producción del cuatro por ciento de las emisiones mundiales de estos gases.[20]
En la septuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en 2015 en Nueva York, se aprobaron 17 objetivos que deben alcanzarse en quince años como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Dos de ellos están relacionados con la actividad del sector de la salud: la meta 3, Salud y Bienestar, especifica que se debe garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades, y la meta 13, Acción por el Clima, solicita adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, en términos de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, tales como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso.
Grandes desafíos
Una tasa de pobreza mundial de diez por ciento, el crecimiento desproporcionado de la población en los países con menores ingresos y la baja natalidad en los de mayor ingreso, sistemas de jubilación incapaces de cubrir las necesidades de la población y la falta de cultura para el cuidado de la salud incrementan la desigualdad en el acceso a la atención médica. Los retos para los sistemas encargados de proveerla son enormes: capacidad para satisfacer la demanda de atención primaria y cuidados a largo plazo, disponibilidad de personal capacitado, acceso a sistemas de financiamiento, integración de los sistemas de salud, así como asegurar entornos físicos y sociales más agradables para las personas mayores.
Los problemas que aquejan a este sector están sumamente imbricados. Por ejemplo, el acceso a la salud no puede asegurarse si no se resuelven los problemas de atención que enfrentan los adultos mayores de sesenta años, cuya proporción se duplicará para 2050. Asimismo, para lograr el acceso equitativo de la población a la salud es necesario superar la escasez de personal médico, disminuir los costos de los servicios e implementar tecnologías para llevar más cuidados a más gente en el mundo, sobre todo en los estratos más vulnerables y con residencias remotas. Para lograr esto es imprescindible contar con una cadena de suministro confiable, que logre llevarlos a los centros de salud de todo el mundo. Finalmente, no es posible que la población disfrute de un buen servicio de salud, si no se suministra una atención centrada en el paciente, capaz de identificar sus necesidades y los tratamientos adecuados para satisfacerlas.
Ernesto Blanco Martínez, profesor del IESA.
Notas
[1] Rude, J. (2022). Top world health trends. Euromonitor International. www.euromonitor.com/article/top-world-health-trends
[2] Rude (2022).
[3] World Economic Forum (2023). Global health and healthcare strategic outlook: Shaping the future of health and healthcare. https://www3.weforum.org/docs/WEF_Global_Health_and_Healthcare_Strategic_Outlook_2023.pdf
[4] World Economic Forum (2023).
[5] Organización Mundial de la Salud (2022). Envejecimiento y salud. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ageing-and-health
[6] BBC News Mundo (2024). Japón, el país donde se venden más pañales para adultos que para bebés. https://www.bbc.com/mundo/articles/c72d5ny6kwlo#:~:text=Las%20ventas%20de%20pa%C3%B1ales%20para,1%25%20respecto%20al%20a%C3%B1o%20anterior
[7] Bloom, D. E. y Zucker, L. M (2023). El envejecimiento, la auténtica bomba demográfica. Finanzas y Desarrollo. Fondo Monetario Internacional. https://www.imf.org/es/Publications/fandd/issues/Series/Analytical-Series/aging-is-the-real-population-bomb-bloom-zucker#:~:text=La%20esperanza%20de%20vida%20mundial,mundo%20(Bloom%2C%202020)
[8] Deloitte (2024). Global health care sector outlook: Navigating transformation. https://www.deloitte.com/global/en/Industries/life-sciences-health-care/analysis/global-health-care-outlook.html
[9] Deloitte (2023). 2023 Global life sciences outlook. Innovating and collaborating for tomorrow. https://www2.deloitte.com/us/en/pages/life-sciences-and-health-care/articles/gx-new-global-life-sciences-sector-outlook.html
[10] Deloitte (2024: 20).
[11] Deloitte (2024: 21).
[12] Fleron, A. y Singhal, S. (2022). The gathering storm in US healthcare: How leaders can respond and thrive. McKinsey & Company. https://www.mckinsey.com/industries/healthcare/our-insights/gathering-storm
[13] Deloitte (2024: 15).
[14] Deloitte (2023).
[15] Fleron y Singhal (2022).
[16] World Economic Forum (2017). Fourth industrial revolution: The four levels of computer skills, and the surprising number of adults who fail. https://www.weforum.org/agenda/2017/02/a-quarter-of-adults-can-t-use-a-computer/
[17] We Are Social (2024). Informe digital global, abril 2024. https://wearesocial.com/es/blog/2024/04/informe-digital-global-abril-2024/#:~:text=Los%20datos%20procedentes%20de%20diferentes,de%20la%20poblaci%C3%B3n%20mundial%20total
[18] Arias, A. (2023). El futuro de la salud. Deloitte. https://www2.deloitte.com/ve/es/pages/life-sciences-and-healthcare/articles/el-futuro-de-la-salud.html
[19] United States Environmental Protection Agency (2024). Global greenhouse gas overview. https://www.epa.gov/ghgemissions/global-greenhouse-gas-overview#:~:text=Electricity%20and%20Heat%20Production%20(34,of%20global%20greenhouse%20gas%20emissions
[20] World Economic Forum (2023).