Los criterios sociales y ambientales: es preciso que vuelvan al ámbito técnico

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Dos grupos de principios forman parte de la nueva concepción de responsabilidad: los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los criterios de Ambiente, Sociedad y Gobernanza. Su éxito o fracaso dependen de muchos actores a los que es necesario estudiar y actualizar periódicamente los enfoques de aproximación.


 

El contexto global actual enfrenta grandes desafíos. El cambio climático, la desigualdad social y las crisis de gobernabilidad son algunos de ellos. En el año 2025 se piensa, además, que el mundo basado en normas está en su peor momento: no se respetan las más elementales reglas del derecho internacional.

En este complejo sistema mundial también han sido afectados los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los conocidos criterios de Ambiente, Sociedad y Gobernanza (ASG o ESG por su sigla en inglés). En 2023, actores relevantes y cercanos al Partido Republicano de Estados Unidos criticaban los ASG por considerarlos una agenda izquierdosa o woke.[1] «La izquierda progresista se dispone a conquistar el mundo empresarial estadounidense», escribió el exvicepresidente Mike Pence, en alusión a los ASG como mecanismo de freno a las empresas y sus ganancias.[2]

Los ODS no han escapado del escrutinio público. En 2030 culmina el lapso para su ejecución. Debido a la cercanía de la fecha, han surgido declaraciones de que no se lograron, que ahora se inventarán nuevas formas de seguir demorando la solución de los grandes problemas del mundo y que la Organización de Naciones Unidas (ONU) es incapaz de resolver estos asuntos.

A pesar de sus detractores, quizás gracias a ellos, los ODS y los ASG pueden ser claves para un futuro sostenible y responsable, porque no se puede negar la esencia que su construcción teórica quiere transmitir. Constituyen una hoja de ruta para conducir al mundo hacia el camino al que toda la sociedad aspira y un manual sobre para inducir un cambio profundo en el ambiente.

Superar la pobreza y la desnutrición, cuidar el planeta y disminuir las emisiones de carbono son los puntos centrales de este desarrollo teórico, y la sociedad apunta en esa dirección. No importa el nombre que se le ponga, lo que importa finalmente es el contenido, y estos objetivos cuentan con el apoyo y la esperanza para que se ejecuten de manera satisfactoria.

Los ODS como hoja de ruta

Los ODS tienen su origen en la ONU en el año 2015, en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Su finalidad es hacer un llamado universal para acabar con la pobreza, proteger el ambiente y asegurar la protección de la sociedad antes del año 2030. Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) los ODS son universales (abarcan a todos los países), transformadores (implican un cambio de paradigma) y civilizatorios (aspiran a que nadie quede rezagado).[3]

Los ODS constan de 17 objetivos y 169 metas específicas. Estos objetivos y metas pueden ser herramientas para alcanzar los propósitos de la sociedad y evaluar las políticas públicas que los Estados implementan en todos los ámbitos de acción contemplados en su planificación:

  1. Fin de la pobreza.
  2. Hambre cero.
  3. Salud y bienestar.
  4. Educación de calidad.
  5. Igualdad de género.
  6. Agua limpia y saneamiento.
  7. Energía asequible y no contaminante.
  8. Trabajo decente y crecimiento económico.
  9. Industria, innovación e infraestructura.
  10. Reducción de las desigualdades.
  11. Ciudades y comunidades sostenibles.
  12. Producción y consumo responsable.
  13. Acción por el clima.
  14. Vida submarina.
  15. Vida de ecosistemas terrestres.
  16. Paz, justicia e instituciones sólidas.
  17. Alianzas para lograr los objetivos.

Pueden ser vistos como una hoja de ruta porque contienen una planificación a largo plazo, estratégica y constructiva, para superar los grandes problemas que aquejan a la humanidad.

Los ASG: la acción de la empresa

Los principios que sustentan los ASG pueden tener décadas o siglos, afirma el periodista Dan Byrne, del Instituto de Gobierno Corporativo, cuya sede principal está en Londres. En efecto, los ASG permiten analizar condiciones laborales de épocas pasadas, como la Revolución Industrial, que para todos eran menos que aceptables.[4]

En el año 2004 la ONU difundió un informe titulado Who cares wins (Quien se preocupa, gana), que menciona explícitamente a los ASG e inicia la discusión y la adopción de estos criterios. El informe incluyó a más de veinte instituciones financieras, lo que le dio mayor solidez.

Según el Pacto Mundial, la sigla ASG se refiere a los criterios utilizados para evaluar el desempeño y el impacto de las empresas en tres ámbitos: ambiente, sociedad y gobernanza:[5]

  • «A» se refiere al medioambiente: la relación con el planeta.
  • «S» es el componente social: derechos específicos como inclusión, igualdad y derechos laborales, que se pueden agrupar en derechos humanos.
  • «G» se refiere al gobierno de la empresa: ética, transparencia y buenas prácticas.

La aplicación de criterios ASG pretende inducir cambios positivos en los marcos estructurales de las empresas, así como los ODS están dirigidos a los países.

La sinergia entre ODS y ASG

Ambos conceptos tienen una estrecha relación y se complementan. Los ODS ofrecen soluciones para el planeta y los ASG son herramientas prácticas que ayudan a las empresas a participar en esos objetivos macros.

Esta relación permite que ambos sistemas se conviertan en un marco conceptual que oriente la cotidianidad global y empresarial. Si los líderes en ambos contextos elevan estas banderas, cualquier sector estará más dispuesto a colaborar en la realización de estas metas.

En la teoría política moderna es clara la relación de ambos dominios para el desarrollo mundial. Tanto los gobiernos como las empresas son los principales actores que permitirán avanzar en la dirección señalada. Actualmente existe un reto epistemológico: cambiar el prisma con el que se mira la realidad global e incorporar elementos que permitan y aseguren la existencia de un futuro sostenible tanto para las generaciones actuales como las que estén por venir.

Desafíos y críticas

Como todo modelo conceptual que presenta cambios estructurales profundos, los ODS y los ASG serán sometidos a críticas y enfrentarán desafíos para la consecución de sus fines. En la actualidad pueden apreciarse avances hacia estas metas en países y empresas. Pero queda un largo camino que andar.


¿Qué pasará cuando se llegue al año 2030? Probablemente se hará un reajuste de los ODS, se les cambie el nombre (como ocurrió con los Objetivos del Milenio) o se inste a los países a tomarse en serio la consecución de los objetivos.


Como lo indica el informe del año 2024 del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres: «En los primeros años de implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se hicieron progresos lentos pero seguros en algunos indicadores clave, pero desde 2019 los esfuerzos nacionales han encarado fuertes vientos mundiales en contra».[6] Después de 2019, el mundo se complicó debido a la covid-19 y a los conflictos políticos, sociales y militares que incidieron en la desaceleración de un proceso que empezó de manera prometedora.

En materia de desafíos sobre los ODS, se destaca la falta de información de calidad. Desde hace años, organismos internacionales como la ONU han alertado de los problemas para recopilar datos de calidad y han hecho llamados a fortalecer los sistemas estadísticos de los países.

Otro desafío es el relativo al financiamiento. Guterres señaló: «Se necesitan inversiones de 5000 a 7000 millones de dólares cada año para implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Hemos logrado algunos avances en la movilización de recursos para este fin, pero se necesita más. Mucho más».[7] Esta declaración evidencia el papel medular de los recursos financieros para la implementación de estos objetivos. Por muy buena que sea la estructuración de los objetivos, los recursos finitos son una traba para su cumplimiento.

Un gran desafío es la corresponsabilidad, como sugiere la declaración del secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs: «Ningún actor social, por sí mismo, puede lograr el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin cooperación y sin alianzas no hay Agenda 2030».[8] En la actualidad, las diferencias ideológicas y políticas entre algunos países y la imposibilidad de lograr consenso conspiran contra los ODS.

En cuanto a los ASG, Dan Byrne destacó que las empresas con criterios firmes tienen mejor desempeño, según lo indica ESG Book, empresa de investigación y datos de sostenibilidad.[9] Sin embargo, los ASG también enfrentan desafíos, aunque en una escala menor que los ODS, por su campo de acción.

La empresa consultora Manifest Climate identifica como principal desafío la falta de estandarización de las regulaciones producto de la variedad de marcos, tales como GRI, SASB, TCFD y CSRD. Esta diversidad de principios ocasiona fragmentación.[10] Asimismo, la diversidad de las fuentes de datos, extraídos de múltiples departamentos de una misma empresa y cuyos proveedores pueden también incurrir en ese mismo error, puede producir inconsistencia y contradicciones en la información.

La falta de precisión de los datos puede ser también un problema. Los sesgos existentes, sin procesos de validación externos, pueden minar la fiabilidad de los datos obtenidos.

¿Qué les espera a los ODS y a los ASG?

«No soy optimista en que se cumplan las metas de la Agenda 2030», declaró en 2022 Ban Ki Moon, exsecretario general de la ONU.[11] El más reciente informe de la Asamblea General de la ONU reconoce que «solamente están en vías de consecución el 17 % de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y cerca de la mitad de las metas presentan progresos mínimos o moderados, por lo que cada vez es más acuciante acelerar la acción. Además, en más de la tercera parte de las metas los progresos se han estancado o incluso anulado».[12]

¿Qué pasará cuando se llegue al año 2030? Probablemente se hará un reajuste de los ODS, se les cambie el nombre (como ocurrió con los Objetivos del Milenio) o se inste a los países a tomarse en serio la consecución de los objetivos. Pero, más allá de lo que se decida, no se puede tener duda de que no serán desechados ni minimizados.


Devolver los ASG a su contexto original, con un enfoque académico y técnico, resulta medular para garantizar la supervivencia de esta nueva concepción de la actividad empresarial.


Desde el año 2000 el mundo ha adquirido una noción de defensa y salvaguarda de derechos con grandes retos en la ejecución de sus postulados. La instrumentalización de los ODS y cómo cambiar los resultados obtenidos hasta el momento serán temas de debate en los próximos años, a partir de los errores cometidos y los análisis académicos disponibles.

Para lograr un futuro con los criterios ASG hay que sacarlos de las guerras culturales existentes que los politizan y alejan del campo técnico, que es donde se desenvuelven mejor.[13] Es necesario construir consensos, como señaló en su momento el economista Edward Lindblom, de la Escuela de Economía de Yale,[14] y colocar los ASG por encima de conflictos partidistas o ideológicos que los desvirtúan y agregan definiciones ajenas a sus fines. También se puede adoptar una perspectiva multidimensional para mejorar la factibilidad política, administrativa y técnica de las políticas públicas, como sugiere el especialista en economía política Giandomenico Majone.[15]

Devolver los ASG a su contexto original, con un enfoque académico y técnico, para ayudar a las empresas a identificar y superar los riesgos en materias de ambiente, sociedad y gobernanza, y que la empresa vea más allá de las ganancias para sus accionistas, resulta medular para garantizar la supervivencia de esta nueva concepción de la actividad empresarial. El debate actual es si los ASG deben ampliarse para evaluar impactos sociales y planetarios, lo que señala una vía para su permanencia y relevancia.

Promesas y exigencias

Los ODS y los ASG son dos marcos conceptuales que se complementan para alcanzar un desarrollo responsable e inclusivo. Los ODS ofrecen una hoja de ruta global con metas concretas para el año 2030 y los ASG aportan un enfoque empresarial para integrar la sostenibilidad en la estrategia y la creación de valor.

La sinergia entre ambos radica en su capacidad para organizar los intereses públicos y privados más allá de los beneficios. Sin embargo, persisten las críticas, los desafíos y los retos para su éxito.

Los ODS y los ASG son impulsores de innovación y creación de valor compartido, pero su éxito dependerá de la colaboración multisectorial, la existencia de políticas públicas exitosas y un compromiso real de todos los participantes para construir economías justas y respetuosas con los límites planetarios.

La sostenibilidad ya no es una opción, sino una estrategia en la que solo se puede ganar. Los ODS plantean una visión y los ASG aportan una herramienta. A pesar de los embates y los intentos de desaparecerlos, ambos van a mantenerse y ampliar su margen de acción. A pesar de sus limitaciones, hay esfuerzos importantes en algunos países, la academia, la opinión pública y la sociedad entera, para que puedan materializarse en beneficio de los habitantes del planeta.


Julio Romero, profesor del IESA.

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Notas

[1] The Economist (2023, 21 de junio). How ESG became part of America’s culture wars. https://www.economist.com/the-economist-explains/2023/06/21/how-esg-became-part-of-americas-culture-wars.

[2] Pence, M. (2022, 26 de mayo). Republicans can stop ESG political bias. Wall Street Journal. https://www.wsj.com/opinion/only-republicans-can-stop-the-esg-madness-woke-musk-consumer-demand-free-speech-corporate-america-11653574189.

[3] CEPAL (2025). Objetivos de Desarrollo Sostenible. https://www.cepal.org/es/temas/agenda-2030-desarrollo-sostenible/objetivos-desarrollo-sostenible-ods.

[4] Byrne, D. (2023a). What is the history of ESG? Corporate Governance Institute. https://www.thecorporategovernanceinstitute.com/insights/lexicon/what-is-the-history-of-esg/.

[5] Pacto Mundial (2022, 7 de noviembre). La sostenibilidad empresarial desde la sigla ASG. https://www.pactomundial.org/noticia/la-sostenibilidad-empresarial-desde-las-siglas-asg-o-esg/.

[6] Asamblea General-Consejo Económico y Social (2024). Progresos realizados para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible: Informe del secretario general. https://unstats.un.org/sdgs/files/report/2024/secretary-general-sdg-report-2024–ES.pdf.

[7] Naciones Unidas (2018, 24 de septiembre). Invertir en la Agenda 2030 es invertir en el futuro. https://news.un.org/es/story/2018/09/1442222.

[8] CEPAL (2025). Redoblar el compromiso y aumentar las capacidades: claves para alcanzar el cumplimiento de los ODS en complejo contexto internacional. https://foroalc2030.cepal.org/2025/es/noticias/redoblar-compromiso-aumentar-capacidades-claves-alcanzar-cumplimiento-ods-complejo-contexto.

[9] Byrne, D. (2023b). Companies with good ESG perform better. Corporate Governance Institute. https://www.thecorporategovernanceinstitute.com/insights/news-analysis/companies-with-good-esg-perform-better/.

[10] Manifest Climate (2025, 28 de marzo). ESG data: A comprehensive guide to streamline ESG research and assessments. https://www.manifestclimate.com/blog/esg-data/.

[11] Energía Estratégica España (2022, 27 de junio). «Ban Ki-Moon: “No soy optimista en que se cumplan las metas de la Agenda 2030″». https://energiaestrategica.es/ban-ki-moon-no-soy-optimista-en-que-se-complan-las-metas-de-la-agenda-2030/.

[12] Asamblea General-Consejo Económico y Social (2024).

[13] Crowley, D. y Eccles, R. (2023). Rescuing ESG from the culture wars. Harvard Business Review. https://hbr.org/2023/02/rescuing-esg-from-the-culture-wars?language=es.

[14] Lindblom, C. (2000). La ciencia de «salir del paso». En L. F. Aguilar (ed.), La hechura de las políticas públicas (pp. 201-226). Porrúa.

[15] Majone, G. (2000). La factibilidad de las políticas sociales. En L. F. Aguilar (ed.), La hechura de las políticas públicas (pp. 393-432). Porrúa.