Entender a los chinos

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Imagen de Jacques Savoye en Pixabay

Al invertir en China debe tenerse claro que esta no es otra economía grande. Las tensiones geopolíticas y las agendas del Partido Comunista Chino pueden afectar las carteras de acciones de oferta pública, pero también producir grandes retornos. Invertir en China no es para todo el mundo.


Hace pocos días la unidad de investigación de BlackRock, el gestor de fondos por cuenta de terceros más grande del mundo, publicó un reporte en el que recomienda incrementar en las carteras de inversión internacionales la participación de acciones y títulos de renta fija emitidos por empresas chinas. A juicio de estos analistas, los instrumentos de inversión del gigante asiático deben dejar de ser tratados como los pertenecientes a un mercado emergente: China es la segunda economía del mundo, solo superada en tamaño por la de Estados Unidos. Aunque China esta subrepresentada, tanto en carteras internacionales como en los índices que se producen para seguir a esas carteras, es un tanto ligero pensar en China como una economía similar en funcionamiento a la de Alemania, Francia o Reino Unido.

Para el momento en que BlackRock emite su recomendación, tanto el gobierno chino como el estadounidense presionan a las empresas de oferta pública chinas para que revelen información más detallada a los reguladores nacionales. Mientras que los reguladores estadounidenses exigen mayor información sobre el funcionamiento de estas empresas, los reguladores chinos quieren impedir que esas compañías entreguen a organismos supranacionales información de naturaleza «estratégica». Esto crea gran incertidumbre sobre la posibilidad de que empresas chinas debutantes en los mercados de valores escojan el mercado estadounidense como plaza principal para transar sus títulos valores.

Los inversionistas internacionales tienen acceso muy limitado a la compra de acciones de oferta pública de China. Por ello utilizan vehículos de propósito especial, cuya legalidad el gobierno chino desconoce.

Pero el rasgo más diferenciador de China, en comparación con los mercados financieros del primer mundo, es el papel interventor del Partido Comunista Chino (PCCh) en el quehacer de las empresas nacionales. El presidente Xi, por medio de la Comisión Central para Asuntos Económicos y Financieros del PCCh, ha mostrado en el último año preocupación por la manera en que se distribuye la riqueza producida por la sociedad y, en particular, por la ralentización del consumo de la población en los últimos meses. Durante años la política oficial permitía que algunos individuos y regiones se beneficiaran antes que otros de la apertura económica del país, pero el énfasis ha cambiado y ahora la preocupación es que las empresas exitosas, y en particular las tecnológicas, contribuyan más a la sociedad.

Detrás de esta preocupación «redistributiva» hay también un componente de control político, pues esta «casta» de ricos empresarios podría tener una agenda peligrosa a los ojos del partido. La manera más sencilla que tiene el PCCh de cortar de raíz estas agendas es limitar las libertades económicas de los empresarios bajo observación, y darles en algunos casos estocadas mortales a sus modelos de negocios.

Para un inversionista extranjero seguir de cerca las «intrigas cortesanas» de la sociedad china no es sencillo. En muchos casos, hay cambios de políticas muy poco predecibles y de alto impacto patrimonial, por lo que los extranjeros que quieran seguir el consejo de la unidad de investigación de BlackRock deben estar dispuestos a soportar mucha volatilidad y, salvo en el caso de aquellos con conocimientos específicos de sectores industriales del país, es preferible invertir en ETF o fondos mutuales que son diversificados por diseño.

Las comisiones cobradas por los administradores de esos fondos tienden a ser altas, en algunos casos hasta de 5 por ciento del valor de la inversión, por lo que es obligatorio tomarse un tiempo para leer la letra pequeña de los prospectos de inversión, hoy más que nunca. Aun si se delegan las decisiones de inversión en agentes profesionales, los dueños de estos recursos deben familiarizarse con la cotidianidad de la economía china para ser interlocutores válidos de sus asesores.

En China ocurren situaciones que pueden ser sorprendentes aun para los inversionistas del tercer mundo, que piensan que ya lo han visto todo. Invertir en China no es para todo el mundo.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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