La FED apuntala la recuperación con abundante liquidez a bajo costo, mediante un programa de compra de títulos de renta fija por 120.000 millones de dólares mensuales, vigente desde junio de 2020. Tarde o temprano, este programa debe terminar. Pero la FED no decide cuándo ni cómo.
Carlos Jaramillo / 3 de junio de 2021
Dos preguntas dominan los foros de discusión de los mercados financieros internacionales. La primera podría formularse de la siguiente manera: el repunte inflacionario en Estados Unidos, reportado el pasado mes de abril, ¿es pasajero o señal temprana de un nuevo ciclo de aumentos de precios? La segunda pregunta se refiere al final del programa de compra de títulos de renta fija por 120.000 millones de dólares mensuales que la Reserva Federal (FED) ejecuta desde junio de 2020, como respuesta a la covid-19, y podría plantearse así: ¿cuál estrategia seguirá la FED para terminar su intervención en los mercados secundarios de renta fija?
La FED quiere estar segura de que no cambiará su plan de apuntalamiento de la economía estadounidense consistente, en buena medida, en inyectar toda la liquidez posible al sistema, a menos que suceda un hecho de suficiente importancia para modificarlo. Si la inflación es un hecho transitorio, no hay razón para finalizar el programa de compra de títulos de renta fija; pero, si la inflación vino para quedarse, las tasas de interés eventualmente tendrán que subir y el plan de recompra de títulos valores no es congruente con tal ajuste.
La FED ya no pretende alcanzar una tasa de inflación de dos por ciento. La manera de cumplir esta meta cambió. Ahora espera mantener una inflación promedio de dos por ciento; por ello puede aceptar episodios de inflación superior que compensen los periodos anteriores, cuando la medida inflacionaria estuvo por debajo de esa meta.
La recompra de títulos valores de renta fija eventualmente cesará, sea por presión inflacionaria o simplemente porque una economía más robusta no requiere que la FED le siga inyectando recursos baratos. Lamentablemente, es muy difícil reducir la oferta de fondos baratos sin que los mercados financieros reaccionen negativamente.
La gran preocupación de la FED es que, a priori, no puede estimar la dimensión de tal reacción. Si es abrumadora, la caída de precios de los títulos financieros podría estimular un proceso recesivo; pues los inversionistas tendrían que asumir pérdidas en sus carteras de inversión, lo cual deprimiría la economía en su conjunto y perdería buena parte de sus logros poscovid. Si, por el contrario, la reducción de la recompra fuese vista como el fin de un subsidio que no puede durar para siempre, y como el paso natural hacia una economía menos dependiente del auxilio de la FED, la corrección de precios podría ser más leve: la consecuencia de asumir pérdidas por parte de inversionistas que se equivocaron al calcular cuánto durarían los fondos baratos.
El cabildeo para desmantelar gradualmente el programa de recompra de títulos valores ya comenzó. Mohamed El-Erian, presidente del Queen’s College de la Universidad de Cambridge y una autoridad mundial en temas económicos abogó por ello en su más reciente columna mensual del Financial Times. También lo hacen de manera mucho más discreta Richard Clarida, vicepresidente de la FED, y Mary Daly, presidente de la FED de San Francisco, ambos miembros del Comité de Operaciones de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) del banco central estadounidense.
Dentro de pocos meses se conocerá una clara respuesta a la primera gran pregunta de los mercados financieros internacionales. La segunda, referida al fin de un subsidio, es mucho más compleja, pero más interesante para los apasionados de las políticas públicas.
Carlos Jaramillo, director académico del IESA.
Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.