Salud pública: se busca solución integral

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Jonathan Borba en Unsplash

Los problemas de salud de la población requieren una respuesta multifactorial y estrategias que consideren todos los aspectos que contribuyan a desarrollar un sistema de salud robusto al servicio de la gente.


 

Cuando el acto médico se descompone en actividades, ninguna conduce, aisladamente, al resultado esperado: la cura del enfermo. Un examen de laboratorio clínico, por ejemplo, junto con las imágenes que provee el tomógrafo, podrían confirmar las sospechas acerca de la existencia de un tumor, pero serían insuficientes para sanar al paciente. Para esto es necesario un quirófano dotado apropiadamente, medicinas, personal de apoyo médico y administrativo, servicios básicos y un largo etcétera de factores independientes que, sumados, contribuyen a lograr la meta de curar enfermedades.

La cantidad de recursos tangibles, intangibles y humanos que confluyen para lograr la sanación de los enfermos convierte al servicio de prestación de salud en un sistema complejo. La falla de alguno de sus componentes incide negativamente en la calidad del servicio prestado.

La complejidad es mayor cuando se pasa de los microfactores de la relación médico-paciente a los macrofactores que permiten que la atención médica llegue a la población. Los ámbitos de la economía, la política y la sociedad no pueden reducirse para lograr el resultado que brinda su interdependencia.

Las estrategias para establecer sistemas eficientes de servicios de salud requieren una perspectiva multifactorial que garantice la inclusión de todos los componentes necesarios para la prestación del servicio. La omisión de uno de ellos conduce, sin remedio, a la falla de todo el sistema. Un breve ejemplo permite ilustrar estas reflexiones.


La cantidad de recursos tangibles, intangibles y humanos que confluyen para lograr la sanación de los enfermos convierte al servicio de prestación de salud en un sistema complejo.


Luchar contra las infecciones metaxénicas es inútil si la población no posee hábitos de higiene personal. Pero, aun si los tiene, si no dispone de viviendas con servicios básicos que impidan el alojamiento de los vectores en su interior, indefectiblemente enfermará. Además, si cuando se enferma no puede acceder al centro de salud correspondiente pues no existen sistemas de comunicación, a mediano o largo plazo se convertirá en una población en situación de vulnerabilidad sanitaria. Ahora bien, si existen vías de comunicación pero el servicio no se presta debido a la ausencia de personal médico o equipos de diagnóstico, los enfermos no podrán aliviarse y encontrarán, seguramente, una enorme cantidad de personas en su misma situación.

Esta narración, ajustada a la realidad, muestra cómo la falla de uno o varios de los factores vinculados a la prestación del servicio de salud pone en riesgo a todo el sistema. Para que la población tenga hábitos de higiene necesita educación, lo que, a su vez, requiere saber leer y escribir. Este privilegio, junto con el de poseer viviendas apropiadas y sistemas de comunicación, implica la existencia de un Estado que, con el concurso de la iniciativa privada, coordine la interdependencia de estos factores.

La escasez de personal médico tiene su raíz en la dificultad de formar profesionales para la práctica médica y, en muchos países, a su emigración hacia destinos que ofrecen mejor calidad de vida. Por su parte, la carencia de equipos y suministros para la prestación del servicio de salud solo puede combatirse mediante políticas de financiamiento y la promoción de cadenas de suministro confiables que, para existir, también requieren el concurso del Estado y las empresas privadas.

La integración de los micro y macrofactores vinculados a la prestación de los servicios de salud puede lograrse mediante estrategias coordinadas desde la administración central, pero con el concurso de la iniciativa privada: centros de salud, distribuidores de equipos y material médico, el sector farmacéutico y empresas aseguradoras, jugador indispensable para el apoyo financiero a los pacientes. La armonía de esta coordinación depende, a su vez, de la promoción de un entorno que promueva la inversión generadora de empleos que, además, contribuya a la disminución de la pobreza y la estabilización de la economía.


Ernesto Blanco Martínez, profesor del IESA.