Aranceles como armas: la agenda comercial de Trump

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Ian en Unsplash

La intención de los aranceles impuestos por Estados Unidos a la Unión Europea, México y Canadá es reducir la relación comercial de China con el mundo occidental. El resultado es desmantelar la diplomacia comercial y subordinarla a asuntos como el narcotráfico o la inmigración.


 

La ola arancelaria desatada por el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, ha trastocado profundamente la dinámica del comercio internacional, al introducir condiciones que crean un clima generalizado de inequidad, desconfianza e incertidumbre a escala global.

Un reciente encuentro en Conexión Global IESA convocó a los especialistas Miguel Ángel Santos y Carlos Elizondo con el objetivo de explicar los cambios que ocurren en el comercio internacional a raíz de la controvertida estrategia del Ejecutivo estadounidense. Un hito relevante fue la firma, en el pasado mes de junio, del Tratado Comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea, un instrumento que, a juicio del economista Miguel Ángel Santos, es profundamente asimétrico: impone un arancel del quince por ciento a las exportaciones de los países de la Unión Europea a Estados Unidos, siempre que cumplan exigentes requisitos de origen.

Para Santos —exprofesor del IESA y decano de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México)— no es fácilmente comprensible que la Unión Europea acepte un acuerdo tan exigente. Cualquier producto que llegue del viejo continente a Estados Unidos, sin cumplir los requisitos de componente local, tendrá un arancel superior al quince por ciento. Además, se mantiene el arancel del cincuenta por ciento para las compras de cobre y sus productos.

El acuerdo obliga a Europa a invertir 600.000 millones de dólares en Estados Unidos. Además, debe comprar energía de este país y no de países no alineados con su política exterior, por un valor de 750.000 millones de dólares hasta 2029.

Carlos Elizondo, también profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey y exrepresentante de México ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sostiene que este es un acuerdo «muy extraño», pero es coherente con la estrategia de vincular la política comercial con intereses de otra índole, más geopolíticos.


El acuerdo comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea es una realineación geoestratégica forzosa para reducir la creciente influencia de China en el mundo occidental.


Romper la influencia de China

Para Elizondo, si bien países como México pudieran verse afectados por las exigentes normas de origen (aunque no se han publicado las proporciones exigidas de componente europeo en las exportaciones hacia Estados Unidos), la intención del gobierno de Trump es reducir al mínimo la relación comercial de China con Europa. El experto concibe el acuerdo comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea como una realineación geoestratégica forzosa, para reducir la creciente influencia de China en el mundo occidental, donde el gobierno estadounidense intenta reimponer un poder político internacional más claro.

Las reglas comerciales impuestas a Europa pudieran no ser tan lesivas para el comercio mexicano, porque tiene un reducido superávit comercial con Estados Unidos y Canadá, mientras que mantiene un elevado déficit comercial con China, Japón y Europa. Por ejemplo, para México puede ser viable seguir ensamblando vehículos para comercializar en Estados Unidos con componentes europeos, e incluso chinos, solo con incorporar un contenido estadounidense.

Aranceles como estrategia de poder

El exembajador de México ante la OCDE profundizó en la estrategia que subyace al complejo tablero del comercio internacional por la presión arancelaria de Washington, cuyo plan evidente es usar los aranceles «para otros múltiples fines».

En un mecanismo de negociación comercial normal, a Estados Unidos le correspondería resolver las asimetrías arancelarias con estrategias de justo equilibrio o «cero arancel» bilateral, para establecer relaciones comerciales más justas. Pero el gobierno de Trump usa los aranceles como arma de negociación para imponer su agenda geopolítica.

Esto explicaría por qué la Unión Europea aceptó un tratado comercial tan asimétrico. Necesita la cooperación de Estados Unidos en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para enfrentar una eventual estrategia de expansión territorial de Rusia, evidente con la guerra contra Ucrania.

En el caso de América Latina —y en particular de México— el «punto de dolor» es la denuncia por la inconsistencia de algunos gobiernos de la región en la lucha contra el narcotráfico, especialmente por el comercio ilegal de fentanilo. Sin embargo, Santos y Elizondo coinciden en que el objetivo es contener y, eventualmente, reducir la influencia de China, Rusia, Europa y algunos países del Oriente Medio —considerados hostiles a Washington— mediante la imposición de aranceles muy elevados a los productos de esas naciones. Para la industria automotriz mexicana, por ejemplo, esta estrategia puede significar un duro golpe a su competitividad internacional.

Para Elizondo, el escenario más probable es que algunas plantas de ensamblaje que operan en México se muden a Estados Unidos, aunque conserven proveedores mexicanos, o que las nuevas plantas se desarrollen en suelo estadounidense. Así, «una parte de los automóviles que se ensamblan en México con insumos mexicanos se podrá ensamblar en Estados Unidos, igualmente con insumos mexicanos».


México y otros países latinoamericanos podrían beneficiarse de la mayor carga arancelaria que deberán enfrentar los productos del gigante asiático en Estados Unidos, al aumentar su potencial como proveedores de insumos industriales de la economía norteamericana.


El efecto chino en América Latina

En opinión del experto mexicano, la manufactura de origen chino ha tenido un «efecto devastador» a lo largo de América Latina. Sin embargo, México se ha defendido un poco mejor por su cercanía a Estados Unidos y su bajo costo de mano de obra. México y otros países latinoamericanos podrían beneficiarse de la mayor carga arancelaria que deberán enfrentar los productos del gigante asiático en Estados Unidos, al aumentar su potencial como proveedores de insumos industriales de la economía norteamericana.

Un tema preocupante es el desmantelamiento de los mecanismos de diplomacia comercial como resultado de las políticas agresivas del gobierno de Estados Unidos. Esto introduce riesgos muy claros y potencialmente graves para el adecuado intercambio de bienes y servicios a escala internacional.

El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) luce debilitado en sus fundamentos institucionales ante los cambios que plantea el gobierno de Trump, como es subordinar la gestión del intercambio comercial a temas como el narcotráfico o la migración ilegal. Elizondo y Santos coinciden en que, ante esta compleja dinámica comercial, México y otros países de América Latina deben evaluar sus ventanas de oportunidad, para sortear una estrategia arancelaria manejada de forma coyuntural y a veces contradictoria por el gobierno de Estados Unidos.


Érika Hidalgo López, periodista.