Dilemas financieros de la educación superior: entre lo público y lo privado

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Edificio de la Biblioteca Central de la Universidad Central de Venezuela (Caracas).

El financiamiento de los estudios de educación superior es uno de los temas más polémicos de las políticas gubernamentales en el mundo. En Venezuela, la búsqueda de nuevas opciones formativas ha inducido el crecimiento de universidades de gestión privada. Los indicadores económicos muestran los retos para dar respuesta a las finalidades de equidad y calidad.


Pero a Frankie no dejaba de darle vueltas la cabeza, y pronto empezó a marearse. Para entonces lo habían admitido en tres o cuatro universidades, incluida Rutgers, la universidad pública, donde la matrícula era bastante barata, de modo que, aunque su padre cumpliera su promesa y se negara a pagarla, Frankie podría salir adelante con un préstamo estudiantil, una beca, un trabajo en el recinto universitario o una combinación de todo eso, lo que le permitiría matricularse y ser un estudiante con todas las de la ley, cosa que a su vez lo habilitaría para una prórroga del servicio militar durante los cuatro años siguientes.

Paul Auster, Baumgartner.

 

Brindar una educación superior pública, gratuita y de calidad es un reto que alcanza especial intensidad en los países en desarrollo. En los últimos meses han ocurrido grandes movilizaciones en Argentina por la universidad pública y su financiamiento; en Colombia, en respuesta a promesas electorales, se han formulado políticas para la gratuidad de la matrícula estudiantil en las universidades públicas; en Chile ha habido una amplia discusión en torno a los créditos estudiantiles y sus peculiaridades presupuestarias; y en Venezuela se han manifestado protestas estudiantiles por el cobro de aranceles en universidades afectadas por la crisis presupuestaria y el deterioro de sus servicios.

Una mirada panorámica a estos aspectos está contenida en la cuarta edición del Informe de la Educación Superior en Iberoamérica, del Centro Interuniversitario de Desarrollo, una red de 38 instituciones de educación superior de Iberoamérica y España, con sede en Chile. El informe, presentado en abril de 2024, da continuidad a los informes de los años 2007, 2011 y 2016. El estudio permite —por su seriedad, amplitud y continuidad— conocer comparativamente las realidades universitarias de 16 países de Iberoamérica y cinco externos, y su evolución en el tiempo.[1] Lamentablemente, Venezuela está ausente en la mayor parte de los indicadores, si bien presenta estadísticas en algunos rubros.

Los principales aspectos tratados en el documento son los desafíos para la creación, gestión y transmisión de conocimientos, la plataforma institucional, el acceso estudiantil, el panorama de la profesión académica, la formación de capital humano avanzado, el financiamiento de la actividad universitaria, las políticas gubernamentales y los efectos de la pandemia. Resalta el crecimiento y la expansión territorial de los establecimientos en Iberoamérica, que superan la cifra de 11.000, con más de 4.000 universitarios y 6.000 no universitarios. En el caso venezolano, un crecimiento similar se produjo desde la segunda mitad del siglo XX: de 5 universidades en 1958, de las cuales 2 eran privadas, a 69 públicas, 29 privadas, 6 no universitarias y decenas de aldeas y núcleos universitarios.

 

Problemas de servicios públicos en instituciones universitarias

Fuente: fotografía del autor, marzo de 2023.

 

El informe destaca el crecimiento de las organizaciones de tipo privado en muchos países inducido por el incremento de la demanda y por las restricciones presupuestarias de los Estados. Solo predominan las públicas en Argentina, Cuba, Ecuador, España y Venezuela.

El ítem de financiamiento es de especial relevancia. El cobro de matrícula y servicios administrativos es la principal modalidad en las instituciones de gestión privada. Si bien suele asociarse lo público con lo estatal y lo gratuito, ello puede inducir a errores. Como indica D. Bruce Johnstone, es más bien un continuo que una brecha: existen diversas modalidades, como públicas con financiamiento privado y privadas con financiamiento público.[2]


Es preciso lograr la mejor calidad educativa posible y, al propio tiempo, reducir las barreras de ingreso a los estudiantes procedentes de familias de menores recursos.


Costos de la educación superior

No debe confundirse lo público con lo gratuito, pues muchas universidades estatales perciben ingresos por matrícula, un componente fundamental de los presupuestos de las públicas y privadas. Por ejemplo, en Estados Unidos, China, Japón y Canadá, estos ingresos pueden cubrir de veinte a cuarenta por ciento de los costos de la instrucción.[3] Ello ocurre en un proceso internacional de crecimiento de las instituciones privadas. Así ocurre en la India, uno de los tres mayores sistemas universitarios del mundo, sujeto desde la década de 1990 a cambios profundos, no exentos de polémica, en materia de liberalización de los esquemas educativos y crecimiento exponencial de la oferta privada.[4]

La educación terciaria es una actividad costosa. El gasto anual, o inversión según se vea, por alumno varía. En 2020, en dólares, era del orden de 20.000 en algunos países, unos 10.000 en Chile y España y rondaba los 5.000 a 6.000 en Colombia y México.[5] Los gastos por estudiante pueden ser mayores en las públicas que en las privadas, si bien pareciera no haber cifras concluyentes al respecto. En esto inciden los costos asociados a carreras más onerosas, dictadas en instalaciones avanzadas y las tareas de investigación, desarrollo y extensión que requieren capital humano de excelente nivel a tiempo completo.

Para hacer frente a los costos y generar beneficios, en instituciones con fines de lucro, se recurre a diversas fuentes; en particular, los ingresos por matrícula. En Estados Unidos, el costo de matrícula y tarifas se mueve entre 10.000 dólares en instituciones públicas estatales y 40.000 en las privadas, lo cual lleva al promedio total anual a 38.270 dólares por estudiante, que incluye bibliografía, suministros y manutención.[6] De ahí la inquietud de muchos jóvenes y sus familias por la obtención de recursos para proseguir estudios, como la planteada por Frankie, el estudiante en la novela Baumgartner de Paul Auster, cuyo personaje principal es, por cierto, un profesor universitario.[7]

Suponga que un Frankie contemporáneo piensa asistir a la Universidad de Cornell en el estado de Nueva York, una institución privada con soporte estatal fundada en 1865 que cuenta con unos 26.000 estudiantes de pre y posgrado. Luego de conocer el monto de su matrícula, revisaría las características y cuentas organizacionales. En los presupuestos detallados vería que, para el año fiscal 2024, los ingresos previstos son de 5.950 millones de dólares, de los cuales 25,3 por ciento provienen de matrículas y aranceles. Por el lado de los gastos, calculados en 5.500 millones, el 60,8 por ciento se destina a salarios y otros beneficios del personal y 11,3 por ciento a programas de ayuda financiera.[8] Los ingresos previstos de esta universidad representan alrededor de diez veces el presupuesto de toda la educación superior pública venezolana.

Existen estrategias para reducir el impacto de los costos sobre los usuarios mediante la reducción de los tiempos de duración de muchas carreras universitarias con salidas intermedias. En Europa, en el marco de la Declaración de Bolonia (1999), se establecen titulaciones en tres ciclos más cortos de grado, maestría y doctorado.

Parte importante del presupuesto universitario, usualmente más de la mitad, se destina al pago del personal. El ingreso de un profesor universitario en Estados Unidos varía de acuerdo con las instituciones, emplazamientos y áreas de especialización, pero pudiera decirse que el promedio oscila entre unos 70.000 y 100.000 dólares al año. Los salarios profesorales comienzan en el orden de 55.427 dólares,[9] en tanto que el ingreso total promedio de un profesor adjunto en ese país alcanza unos 163.000 dólares al año; mientras que, por ejemplo, en Madrid es de unos 47.000 euros.[10]


Un profesor titular a tiempo integral de la Universidad Simón Bolívar devengaba en el año 2000 un salario promedio equivalente a unos 1.900 dólares mensuales.


Las universidades en Venezuela

En Venezuela, en medio de lo que se ha denominado una crisis sistémica, la educación superior está afectada por el deficiente rendimiento estudiantil en los niveles educativos anteriores y las condiciones económicas del país. Las decenas de universidades públicas han venido enfrentando una considerable insuficiencia presupuestaria, con un monto inferior al tres por ciento del presupuesto nacional, destinado a un conjunto, según datos oficiales, de unos 2,5 millones de estudiantes, de los cuales están inscritos alrededor de sesenta por ciento en universidades experimentales, veinte en autónomas y veinte en gestión privada.[11]

La educación superior impartida en instituciones del Estado es gratuita hasta el pregrado universitario, según el artículo 103 de la Constitución de 1999; aunque, según el mismo artículo, las contribuciones de particulares a proyectos y programas educativos públicos serían reconocidas como desgravámenes al impuesto sobre la renta. Ello pudiera introducir alguna flexibilidad, si bien la Constitución de 1961 la ampliaba, al establecer en su artículo 78 la posibilidad de excepciones a la gratuidad en el caso de personas provistas de medios de fortuna. Más allá de las buenas intenciones declaradas por el Estado, el deterioro de la planta física es notable, a pesar de los operativos de mantenimiento y mejoramiento de algunas instalaciones.

 

Auditorio de la Casa del Profesor de la Universidad del Zulia a finales del año 2023
Fuente: Hernández, C. (2023, 30 de diciembre). Apuz: de oasis gremial a sede de la desolación y la destrucción. Versión Final. https://versionfinal.com.ve/ciudad/apuz-de-oasis-gremial-a-sede-de-la-desolacion-y-la-destruccion/

 

Las condiciones laborales del personal académico, administrativo y obrero son graves, con ingresos mensuales muy bajos (entre 20 y 50 dólares, según el escalafón, aparte de algunas bonificaciones) que afectan las condiciones materiales de vida y el estado emocional del personal y el estudiantado, la conservación de la planta física y el equipamiento, y la productividad en docencia, investigación, desarrollo y extensión. Hay un proceso de descapitalización en marcha, pues parte del personal y el estudiantado ha emigrado hacia el extranjero, universidades privadas u otras actividades.

Un estudio preparado en 2020 para el Consejo Directivo de la Universidad Simón Bolívar acerca de la asignación de la cuota presupuestaria para el año 2021 muestra el descenso de los ingresos del personal académico: un profesor titular a tiempo integral devengaba en el año 2000 un salario promedio equivalente a unos 1.900 dólares mensuales y, a partir de ahí, ha sufrido una caída ostensible. El número de estudiantes se redujo de 10.059 a 5.140 entre 2010 y 2019. Por su parte, el pago anual por concepto de matrícula en universidades privadas en Venezuela se encuentra en el orden de 1.200 a 6.000 dólares.[12]

 

Es la economía…

La sostenibilidad del sistema de educación superior es multidimensional; incluye, entre otros aspectos, la libertad de cátedra y la autonomía. Pero los atributos económicos son fundamentales. La escasez de recursos para el financiamiento de la educación superior es un fenómeno mundial.

Los presupuestos nacionales deben atender otras prioridades, como educación desde los niveles iniciales, nutrición, salud, seguridad y defensa, urbanismo y vivienda, y emergencias de distinta naturaleza. Esos costos de oportunidad plantean la necesidad de identificar fuentes de financiamiento distintas al gasto público tradicional. Johnstone ha resaltado «el fracaso del Estado en imponer un arancel al menos moderado, perdiendo un ingreso que de otro modo pudiera haber mejorado la calidad, capacidad o ayuda financiera de la educación superior».[13] Es preciso lograr la mejor calidad educativa posible y, al propio tiempo, reducir las barreras de ingreso a los estudiantes procedentes de familias de menores recursos, sin perder de vista que los beneficios de la gratuidad han ayudado desproporcionadamente a grupos de mayores ingresos en muchos lugares.

Gisela Kozak subraya la crisis económica que afecta la demanda y la oferta académica: «Venezuela es carísima para propios y extranjeros; no obstante, la educación se considera una especie de obsequio de los dioses y no un rubro más que hay que pagar vía impuestos o financiando directamente la educación de la descendencia». Y agrega: «En los hechos, la carrera académica está extinguida porque no tiene sentido ascender en el escalafón, publicar o estudiar postgrados en un entorno como el actual».[14]

Este paisaje cuasiapocalíptico requerirá tomar decisiones para racionalizar las fuentes y usos de fondos, con una mayor transparencia en la presentación de los presupuestos. En el futuro, si el país logra estabilizar su economía, será necesario un mayor apoyo de los egresados, el incremento del aporte de los estudiantes con sistemas de becas y créditos, el desarrollo de áreas y actividades rentales, la asociación público-privada para proyectos de investigación y desarrollo, el mejoramiento de incentivos, como los de la Ley Orgánica de Ciencia Tecnología e Innovación y el otorgamiento de premios, becas y diversos estímulos al personal universitario en pro de su capacitación y rendimiento. No poca cosa…


Lorenzo González Casas, profesor del Departamento de Planificación Urbana de la Universidad Simón Bolívar.

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Notas

[1] Brunner, J. J. (ed.) (2024). Educación superior en Iberoamérica: Informe 2024. Centro Interuniversitario de Desarrollo. https://cinda.cl/publicacion/educacion-superior-en-iberoamerica-informe-2024/

[2] Johnstone, D. B. (2015). Malentendidos frecuentes acerca del financiamiento de la educación superior a nivel mundial. Calidad en la educación, (43), 231-261. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-45652015000200008

[3] Johnstone (2015).

[4] Alam, K. y Halder, U. K. (2016). The emergence and impact of privatization of higher education: Indian overwiew. Journal of Education and Development, 6(12), 146-157.

[5] Brunner (2024).

[6] Hanson, M. (2024, 28 de mayo). Average cost of college & tuition. Education Data Initiative. https://educationdata.org/average-cost-of-college

[7] Auster, P. (2024). Baumgartner. Seix Barral

[8] Cornell University (2023). Operating and capital. Budget plan May 2023. https://dbp.cornell.edu/wp-content/uploads/2023/09/FY-2024-Operating-Capital-Budget-Plan.pdf

[9] Talent.com (2024). Professor average salary in the USA, 2024. https://www.talent.com/salary?job=professor#:~:text=The%20average%20professor%20salary%20in,up%20to%20%24118%2C883%20per%20year

[10] Glassdoor (2024). Professor salaries. https://www.glassdoor.com/Salaries/professor-salary-SRCH_KO0,9.htm

[11] Scharifker, B. R. (2023, 8 de abril). Las universidades en Venezuela atraviesan una situación deplorable. Espacios de Educación Superior. https://www.espaciosdeeducacionsuperior.es/08/04/2023/las-universidades-en-venezuela-atraviesan-una-situacion-deplorable-entrevista-a-benjamin-r-sccharifker-ex-rector-de-la-usb/

[12] León, D. (2023, 22 de agosto). ¿Cuánto cuesta estudiar en una universidad en Venezuela? El Diario. https://eldiario.com/2023/08/22/cuanto-cuesta-estudiar-universidad-venezuela/amp/

[13] Johnstone (2015, p. 243).

[14] Kozak, G. (2024, 27 de febrero). Universidades de bajo costo para el Estado. Letras Libres. https://letraslibres.com/politica/gisela-kozak-universidad-venezuela-crisis/