El dólar en el mundo contemporáneo

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Marek Studzinski en Unsplash

A comienzos de abril de 2025, el presidente Trump presentó un régimen arancelario que sorprendió al mundo de los negocios. El liderazgo del dólar se ha cimentado en la credibilidad de Estados Unidos. Los cambios geopolíticos que su gobierno intenta imponer obligan a pensar si el dólar seguirá teniendo el papel de moneda refugio.


 

Quienes han tenido la oportunidad de vivir en mercados emergentes entienden mejor que nadie a qué se refieren los economistas cuando hablan de «monedas refugios»; en particular, el papel del dólar en sus vidas cotidianas.

A principios de abril de 2025 el presidente Trump presentó un régimen arancelario que sorprendió al mundo de los negocios, tanto por la magnitud de los gravámenes como por la simplicidad de su sustento metodológico. Fue tal la reacción adversa de los mercados financieros que el gobierno estadounidense se vio obligado a dar una pausa de noventa días para su aplicación, salvo en el caso de China.

A diferencia de turbulencias previas, el comportamiento del dólar frente a sus contrapartes fue muy diferente en esta ocasión. El dólar, que normalmente se fortalece en tiempos de crisis financiera y económica, se desplomó. La actitud de algunos representantes del gobierno de Trump, que no ven con buenos ojos un dólar fuerte, ha obligado a inversionistas y analistas de todo el mundo a afrontar la posibilidad de una nueva era en la que se perdería el dominio del dólar estadounidense.

El dólar ha sido una moneda fuerte desde 1945 porque Estados Unidos ha sido un aliado rico y confiable, dispuesto a invertir recursos para resolver situaciones en puntos lejanos a su geografía. Pero la conducta del presidente Trump frente a sus aliados tradicionales obliga a preguntar: ¿hasta dónde puede llegar la reciente caída del dólar?


Algunos analistas e inversionistas creen que la magnitud del impacto de la política exterior de Trump podría poner fin a casi un siglo de dominio del dólar.


Esta pregunta no es trivial, porque los inversionistas extranjeros son los dueños de 19 billones de dólares en acciones estadounidenses de oferta pública, 7 billones de dólares en bonos del Tesoro y 5 billones de dólares en bonos de empresas estadounidenses. El temor de muchos es que, si no hay un cambio en el discurso del gobierno de Trump, los inversionistas internacionales comiencen a reducir sus posiciones en títulos valores estadounidenses y se lleven sus recursos a otros destinos, lo que afectaría el valor del dólar frente a sus socios comerciales.

El valor del dólar siempre ha fluctuado, pero su primacía se ha mantenido intacta. Algunos analistas e inversionistas creen que la magnitud del impacto de la política exterior de Trump podría poner fin a casi un siglo de dominio del dólar.

Estados Unidos representa una cuarta parte de la economía mundial, pero más del 57 por ciento de las reservas oficiales de divisas del mundo están en dólares, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Además de las reservas de los bancos centrales, existen muchas otras fuentes de dinero soberano y cuasisoberano, no incluidas en los datos del FMI sobre reservas de divisas, que también se denominan en dólares.

El dólar es igualmente esencial en el comercio, con el 54 por ciento de todas las facturas de exportación denominadas en esa moneda. En el ámbito financiero, su dominio es aún mayor: alrededor del 60 por ciento de los préstamos y depósitos internacionales están denominados en dólares, al igual que el 70 por ciento de la emisión internacional de bonos.


El uso universal del dólar ha proporcionado a Estados Unidos un acceso casi infinito al financiamiento internacional a bajos costos, dado que todo el mundo quiere tener dólares.


El 88 por ciento de las transacciones en el mercado de divisas se realizan en dólares. Incluso los billetes estadounidenses físicos circulan extensivamente en el extranjero, gracias a su amplia aceptación. Según la Reserva Federal (Fed), aproximadamente la mitad de los más de dos billones de dólares en billetes estadounidenses en circulación están en manos de extranjeros.

El uso universal del dólar ha proporcionado a Estados Unidos un acceso casi infinito al financiamiento internacional a bajos costos, dado que todo el mundo quiere tener dólares. Este poder le ha permitido al gobierno estadounidense utilizar el acceso a su divisa como herramienta política mediante las sanciones.

El gobierno de Trump, a diferencia de sus antecesores, argumenta que los costos de mantener el estatus de reserva del dólar superan los beneficios. Mantener ese estatus fortalece excesivamente la moneda estadounidense y perjudica a los exportadores de ese país, lo que hace que sus productos y mano de obra sean poco competitivos en el mundo.

Es improbable que el dólar pierda su estatus de reserva, simplemente por la ausencia de opciones viables. El euro es una unión monetaria de veinte países diferentes; China mantiene el renminbi bajo control, lo que limita su convertibilidad; y monedas como el franco suizo y el yen japonés son demasiado pequeñas para llenar el vacío que el dólar dejaría.

El hecho de que el dólar no sea fácilmente sustituible en los mercados internacionales no significa que no pueda perder valor. Los analistas del banco de inversión Goldman Sachs, que a finales de 2024 se mostraban optimista con respecto al dólar, ahora predicen que caerá a 1,20 frente al euro y a 135 frente al yen japonés en los próximos doce meses, lo que equivale a un debilitamiento adicional de seis por ciento con respecto a la tasas actuales.

A largo plazo el valor de la divisa estadounidense dependerá, también, de las reacciones de otros bancos centrales a los movimientos de la Fed. Aunque esta bajase sus tasas de interés, si otros lo hacen más resueltamente el dólar podría fortalecerse.


Es improbable que el dólar pierda su estatus de reserva, pero el hecho de que el dólar no sea fácilmente sustituible en los mercados internacionales no significa que no pueda perder valor.


En la nueva geopolítica mundial surgen modos de acción impensables en la última década. La pérdida de independencia de la Fed o la implantación de gravámenes a los bonos en manos de inversionistas extranjeros son jugadas que introducirían mucho ruido en los mercados financieros internacionales y atentarían contra la estabilidad y el uso del dólar.

El liderazgo del dólar se ha cimentado en la credibilidad de Estados Unidos, basada en el respeto a la independencia de sus instituciones. Los cambios geopolíticos que el gobierno de Trump intenta imponer a la fuerza obligan a pensar sobre las bases de ese nuevo orden, si es que llega a prosperar, y si en ese nuevo mundo el dólar seguirá teniendo el papel de moneda refugio.


Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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