El 18 de septiembre de 2024 la Reserva Federal inició un ciclo de reducción de tasas de interés. La narrativa vigente era que una vez hecha la primera reducción comenzaría el éxodo del dinero colocado en depósitos a corto plazo hacia activos financieros con mayor rentabilidad. Pero, en este momento, la tentación de quedarse un rato más en renta fija de corto plazo es grande.
El pasado 18 de septiembre de 2024 la Reserva Federal (Fed) comenzó el que se supone será un ciclo de reducción de tasas de interés, con un ajuste de cincuenta puntos básicos (uno por ciento equivale a cien puntos básicos). La reducción de las tasas invita a los actores económicos a repensar sus estrategias y, en muchos casos, rebalancear sus carteras de inversión.
Después de más de una década con tasas de interés cercanas a cero en el mundo desarrollado, a partir de marzo de 2022 los inversionistas comenzaron a valorar nuevamente la posibilidad de mantener parte de sus activos financieros en renta fija. Este refugio brindó la posibilidad de esperar el resultado de la batalla entre los bancos centrales y las fuerzas inflacionarias.
La narrativa vigente durante meses en los mercados financieros era que al hacer la Fed su primera reducción en la tasa de redescuento, comenzaría el éxodo del dinero colocado en depósitos a corto plazo hacia otras familias de activos financieros, con mayor rentabilidad esperada. Pero, ¿es esto lo que sucederá realmente?
La respuesta es sí. Pero no a la velocidad que los intermediarios financieros —beneficiarios del rebalanceo de las carteras de sus clientes— desearían.
Los fondos del mercado monetario, que incluyen certificados de depósitos y otros instrumentos de renta fija de corto plazo, totalizan cerca de seis billones de dólares. Este monto refleja un aumento de quince por ciento en el último año, motivado en buena parte por el interés de los inversionistas en garantizar el rendimiento de sus títulos financieros antes de que la Fed comenzara el ciclo de reducción de tasas.
En este momento, cuando los bonos del Tesoro con vencimientos de hasta un año tienen rendimientos de un 3,9 por ciento y el mercado bursátil estadounidense se encuentra rozando su máximo histórico —lo que implica una alta valoración de los títulos financieros—, la tentación de quedarse un rato más en renta fija de corto plazo es grande.
Unas tasas de interés inferiores a las actuales, al menos en el caso estadounidense, llevan a revaluar el papel de la renta fija en las carteras de inversión.
Algunos líderes de opinión del mundo financiero, entre los que se encuentra el banco de inversión Morgan Stanley, sostienen que dada la alta valoración de las empresas que forman parte del índice S&P 500, el rendimiento de esta cartera emblemática en los próximos diez años se ubicaría en el orden del 5,5 por ciento. En este caso, la brecha de retorno entre acciones y bonos de alta calificación crediticia para muchos inversionistas no es suficientemente grande para incursionar ahora en un mercado accionario que ofrece mucha volatilidad.
No es de extrañar entonces que el flujo de nuevos fondos que se incorporan al mercado financiero haga un toque técnico en papeles del Tesoro con vencimientos menores de un año, mientras pasan las elecciones presidenciales estadounidenses y la Fed continua bajando las tasas de redescuento en lo que queda de 2024. Se calcula que el volumen de dinero invertido en papeles del Tesoro, en lugar de caer, pueda subir a siete billones de dólares en los próximos meses.
El monto máximo de dinero colocado en títulos de corto plazo sujeto a un rebalanceo de carteras —seis billones de dólares— es una cantidad relevante, pero resulta pequeña con respecto al tamaño del mercado bursátil estadounidense, cuya capitalización rondaba los 55 billones de dólares en julio de 2024.
Por diversas razones, no todo el dinero que está en renta fija de corto plazo migrará a otros nichos de inversión. Pero los flujos que se desplacen lo harán mayoritariamente hacia acciones y operaciones de crédito privado; estas últimas ofrecen una prima por la iliquidez de sus instrumentos. El mercado de crédito privado estadounidense es pequeño en términos relativos, alrededor de 1,5 billones de dólares para comienzos de 2024
Las narrativas que construyen los bancos de inversión para explicar a sus clientes cómo perciben el futuro de los mercados financieros contienen en alguna medida sesgos para estimular la venta de productos financieros. Es importante tomarlas con un grano de sal y aprovechar cada transición para analizar en detalle situaciones que no se repiten cotidianamente, como es el caso del desarrollo del ciclo de reducción de tasas de interés que apenas comienza en Estados Unidos.
Es muy probable que un bajo nivel de tasas de interés como el vivido luego de la gran crisis financiera estadounidense del período 2007-2009, no se repita en varias décadas, que para muchos es el resto de su vida profesional. Unas tasas de interés inferiores a las actuales, al menos en el caso estadounidense, pero indudablemente superiores a las vigentes en los años siguientes a la crisis, llevan a revaluar el papel de la renta fija en las carteras de inversión. Poseer bonos ha vuelto a tener sentido.
Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.
Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.
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