¿Está retrocediendo la globalización? Hasta ahora, los datos no lo muestran. La distribución de la inversión en las principales regiones económicas del mundo se ha mantenido estable y las empresas estadounidenses no han reducido sus actividades globales; de hecho, su inversión agregada en China aumentó durante la guerra comercial del primer gobierno de Trump.
Se ha vendido la idea de que la globalización se ha ido poco a poco desinflando debido al surgimiento de movimientos populistas antiglobalización y al regreso de las rivalidades geopolíticas entre las grandes potencias. Sin embargo, los datos no muestran que la integración económica transfronteriza esté en declive. De hecho, la asignación global de inversiones empresariales en las principales regiones económicas del mundo se ha mantenido estable. Incluso las empresas estadounidenses no han reducido significativamente sus actividades globales; más aún, su inversión agregada en China aumentó durante la guerra comercial del primer gobierno de Trump.
Estas son las conclusiones de un artículo publicado por los investigadores holandeses Lukas Linsi y Ellie Gristwood que sirve para entender los reacomodos empresariales que ocurren en la cambiante globalización, y que políticos, inversionistas e incluso articulistas que cubren las fuentes económicas no entienden plenamente.[1]
Las empresas se centran en la rentabilidad y si resulta atractivo, en términos financieros, invertir en la economía de potencias rivales lo harán, independientemente de la estrategia geoeconómica del gobierno de su país de origen.
Linsi y Gristwood recopilaron datos del período 2015-2021 sobre inversiones transfronterizas de países (balanza de pagos) y empresas (subsidiarias y filiales), así como las percepciones de directivos de empresas (encuestas sectoriales) con particular atención a la evolución de las inversiones de empresas estadounidenses en China, quizá el caso más probable de desglobalización.
Los resultados arrojan dudas sobre las narrativas predominantes acerca del estado de la economía global. Si bien es posible que estén en marcha transformaciones geoeconómicas en las infraestructuras económicas mundiales, se entienden mejor como nuevas formas de internacionalización que como el fin de la globalización.
Linsi y Gristwood sostienen que hay cuatro posibles razones, no excluyentes entre sí, que explican la resiliencia de las inversiones estadounidenses en China, a pesar de las presiones políticas para abandonarlas:
- Es posible que los líderes empresariales estén ignorando estas presiones. Las empresas occidentales podrían estar priorizando, de manera ingenua, el crecimiento de las ganancias y la rentabilidad para los accionistas, sin considerar los riesgos geopolíticos que se acumulan en sus balances. Las empresas se centran en la rentabilidad y si resulta atractivo, en términos financieros, invertir en la economía de potencias rivales lo harán, independientemente de la estrategia geoeconómica del gobierno de su país de origen. Esta es la que los autores llaman «la hipótesis de la ingenuidad geopolítica».
- Aun si las empresas quisieran desinvertir en China, en la práctica es muy difícil. Es posible encontrar mano de obra barata en muchos países, pero el avanzado ecosistema de proveedores de China, así como su creciente mercado de consumo, no tiene parangón con ningún otro país. Esta es la que llaman la hipótesis TINA («no hay alternativa», por su sigla en inglés).
- Puede que haya un desfase temporal. Quizás las empresas estadounidenses estén respondiendo a las exigencias políticas de retirarse de China y hayan comenzado a desinvertir, pero desmantelar las operaciones existentes lleva tiempo. Por lo tanto, si las empresas estadounidenses están abandonando China eso aún no se refleja en los datos.
- Es posible que las empresas estadounidenses estén considerando las tensiones geopolíticas, pero adoptan respuestas más complejas que salir de China. En lugar de reducir sus operaciones en China podrían estar aislándolas (lo que algunos analistas denominan la estrategia «China para China»). También podrían mantener sus operaciones en China, pero simultáneamente duplicarlas en otros países para fortalecer sus cadenas de suministro (lo que a veces se denomina la estrategia «China más uno»).
Los modos de respuestas dominantes pueden diferir, tanto entre empresas como dentro de ellas. Es probable que las cuatro hipótesis se superpongan en ocasiones. También puede haber conflicto político dentro de las empresas sobre la mejor manera de responder a la incertidumbre geopolítica.
Linsi y Gristwood cuestionan la narrativa vigente sobre el proceso de desglobalización. Este es un hecho relevante porque cuando las percepciones y la realidad no convergen hay espacio para desarrollar una agenda de investigación que ilumine las distintas aristas de la inversión extranjera directa y su impacto en el nuevo orden económico mundial.
Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.
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Referencias
[1] Linsi, L. y Gristwood, E. (2024). «The myth of deglobalization: multinational corporations in an era of growing geopolitical rivalries». Politics and Governance, 12 (8092). https://doi.org/10.17645/pag.8092