La valoración del bitcóin: un acertijo contemporáneo

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Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

La naturaleza hibrida del bitcóin —materia prima y producto financiero— plantea un gran desafío a quienes tienen que valorarlo. Como no existe un método universalmente aceptado, los bancos de inversión y otros actores usan aproximaciones que resultan un tanto ingenuas.


 

La naturaleza hibrida del bitcóin, que tiene rasgos de materia prima pero también de producto financiero, plantea un gran desafío a quienes tienen que valorarla para hacer recomendaciones de carácter financiero. Con la autorización de la Comisión Nacional de Valores de Estados Unidos (SEC) de crear fondos (ETF) para transar criptoactivos, la necesidad de encontrar un método de aceptación universal para la valoración de estos activos se hace cada vez más urgente.

Mientras los académicos se ponen de acuerdo sobre cuál es la verdadera naturaleza del bitcóin, la prensa especializada recoge algunas aproximaciones empíricas. Algunos bancos de inversión analizan los criptoactivos como lo hacen con los certificados en oro, pues ambos tienen en común el ser fungibles (es decir, remplazables por otros de la misma especie), divisibles, duraderos, de oferta finita y sujetos a mínimo control gubernamental.

Se calcula que el inventario de oro existente tiene un valor de quince billones de dólares, aunque una buena proporción se encuentra en forma de joyas, aplicaciones industriales o en las bóvedas de los bancos centrales, por lo que no está disponible para transarse. Cerca de un 22 por ciento de la oferta del metal (3,3 billones de dólares) está en manos de inversionistas privados, bien sea en físico o en certificados.

La capitalización de mercado del bitcóin es del orden de 1,3 billones de dólares. Si el oro y el bitcóin tienen tantas similitudes, los precios de sus inventarios disponibles podrían ser muy similares. Pero los bancos de inversión aplican una corrección a la baja al valor de la criptomoneda, para reflejar que su precio es mucho más volátil que el del metal precioso.

Algunos analistas utilizan los costos de extracción del oro para fijar un valor mínimo de referencia de esta materia prima. Esto ha inspirado a los analistas de criptoactivos para calcular el costo del minado, que toma en cuenta el valor de las computadoras usadas para esta actividad, el precio de la energía y el número de bitcoines que pueden «extraerse». Este es un valor de referencia o piso, pero no un precio como tal.

Con el paso del tiempo el descuento de un criptoactivo con respecto al oro podría disminuir si su volatilidad se redujese y su aplicación en el mundo financiero aumentase. La oferta de bitcoines se limita al número de soluciones posibles del algoritmo que la crea; mientras que, en el caso del oro, la oferta podría seguir aumentando por muchos años.

Hay un factor adicional que ganará importancia en este método de valoración: ¿en qué medida puede el bitcóin sustituir al oro como último reservorio de valor? La consolidación de vehículos de inversión como los ETF y el robustecimiento del marco regulatorio del sector de criptoactivos podrían a largo plazo reducir la popularidad del metal precioso.

Otro método de valoración se basa en la similitud entre los criptoactivos y las permutas de incumplimiento crediticio (CDS), que son pólizas de seguro contra el riesgo de incumplimiento del pago de bonos (default). Una de las razones que justifican la existencia de criptoactivos es la posibilidad de invertir en un activo blindado contra el mal desempeño de los gobiernos nacionales y sus «posibles prácticas confiscatorias». Por lo tanto, debe existir una alta correlación entre la probabilidad de que el gobierno de Estados Unidos —o cualquier otro gobierno soberano— caiga en insolvencia y la de que aumente el valor del bitcóin. Las probabilidades inferidas a partir del mercado de CDS pueden utilizarse para calcular el valor de la criptomoneda.

Una tercera aproximación se basa en la idea de que al comprar bienes inmuebles parte del precio que se paga corresponde a una prima monetaria: una fracción del valor que otorga el mercado a un bien que tiene la capacidad de realizar las funciones del dinero (es decir, servir como medio de pago). Por ello, cuando se compra un inmueble su precio refleja el costo del terreno, el costo de oportunidad de su uso, la infraestructura involucrada y la prima monetaria mencionada.

En la medida en que algunos inversionistas que compran inmuebles por la prima monetaria perciban que un criptoactivo puede servir como medio de pago estarán dispuestos a trasladar parte de esa prima al precio del criptoactivo. La redistribución de la prima monetaria que hoy se paga por los inmuebles, y otros bienes que sirven de medios de pago, hacia las criptomonedas debe tomarse en cuenta en este método de valoración.

Las tres aproximaciones descritas son intentos un tanto ingenuos de encontrar un marco de referencia, no solo para dar un precio al bitcóin, sino también para evaluar los impactos de los elementos que contribuyen a la formación de ese precio, como pueden ser el riesgo político, las tasas reales de interés y la oferta de bienes sustitutos como el oro u otros criptoactivos. La consolidación del bitcóin como medio de pago, reservorio de valor y activo especulativo despertará un interés tal que más temprano que tarde surgirá un método robusto para valorar el más reciente elemento perturbador del mundo financiero.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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