Desde la década de los ochenta la ciencia social desarrolla un programa de investigación sobre el amor romántico. Su objetivo: conceptualizar esa emoción, categorizar los estilos o formas como aman los seres humanos y entender las variables que facilitan las relaciones románticas de largo plazo.
¿Qué es el amor? ¿Cuál es su función en la vida humana? ¿Es un impulso biológico o una construcción cultural? ¿Qué hace que persista? Es paradójico que los seres humanos anhelen el amor, pero pueden pasar sus vidas sin plantearse seriamente estas preguntas. Afortunadamente, algunas mentes brillantes arrojaron luces sobre tan importante cuestión. Alrededor del 380 a. C., Platón escribió el dialogo El banquete o de la naturaleza del amor. En 1956, Erich Fromm publicó El arte de amar. Entre estos dos filósofos muchos otros redactaron ensayos, tratados y artículos académicos dedicados a este complejo tema.
Conceptualizar el amor no es una tarea sencilla. Es un término abstracto, evasivo y polisémico. Algo parece claro: es un sentimiento universal. En un estudio comparativo en 166 sociedades diferentes se encontró que el 88,5 por ciento sintió amor romántico en alguna ocasión.[1] Es un hecho: el amor es un sentimiento humano generalizado en diferentes culturas. Desde la década de los ochenta del siglo XX, la comunidad científica se ha dedicado a definir el amor de dos formas: 1) restringida, como una emoción individual, y 2) amplia, como un fenómeno cultural.
El concepto de amor romántico: dos perspectivas
En la primera estrategia de conceptualización, el amor romántico se lo ha entendido como una emoción básica o una «combinación de emociones que influye la interacción con los demás. Es un apego espiritual, emocional y sexual pasional».[2] Al amor se lo ha descrito como una emoción intensa que «implica la idealización del otro, dentro de un contexto erótico, con la expectativa de perdurar por algún tiempo en el futuro».[3] Aquí se pone el énfasis en las palabras intensidad y pasión. La pasión es consustancial al amor romántico; por tal razón, enamorarse es una de las experiencias más profundas y excitantes de la vida humana.
Tan importantes son las nociones de pasión e intensidad en el sentimiento amoroso que los académicos establecieron la diferencia entre amor romántico y amor de compañía. El primero, propio de la etapa de enamoramiento de una pareja, produce éxtasis, arrebato, obsesión y deseo sexual. Mientras que el segundo surge luego de finalizar la fase de enamoramiento, cuando la relación se estabiliza. Se lo ha descrito como un sentimiento pacífico, fraternal, centrado en el cuidado y el respeto que se deriva de la decisión de asociarse a largo plazo.
En esta perspectiva analítica, el psicólogo Robert J. Sternberg elaboró la definición más celebre con su teoría triangular del amor.[4] Sternberg describe esta emoción como una compleja combinación de tres elementos: intimidad, compromiso y pasión. Intimidad se refiere a los sentimientos de cercanía y complicidad que experimentan las parejas. Compromiso es el deseo de mantener una relación de largo plazo en un contexto de seguridad y estabilidad. Pasión es la atracción física y sexual.
Teoría triangular del amor
Fuente: adaptado de Sternberg, R. J. (1986). A triangular theory of love. Psychological Review, 93, 119-135. https://doi.org/10.1037/0033-295X.93.2.119
Otra corriente conceptual define el amor como una construcción social, que varía en función del momento histórico y la cultura dominante. El significado del amor lo determinan las estructuras de poder social imperantes. Su finalidad es cohesionar a las personas en torno a ciertos valores y mitigar sus sentimientos de soledad y aislamiento. El amor consiste entonces en una herramienta: un «guion cultural» que define los papeles y las aspiraciones de hombres y mujeres.[5] Desde esta perspectiva se han estudiado las implicaciones del mito del amor romántico, definido como una trama maestra o un mapa mental mediante el cual las personas interpretan la realidad y modelan sus conductas.[6]
El mito del amor romántico operacionaliza la experiencia de amar: conoces a alguien, te enamoras, te casas, tienes hijos y vives feliz para siempre. Es una idealización del amor que las estructuras de poder programan en los procesos de socialización. Su existencia ha sido probada empíricamente. Por ejemplo, un estudio cualitativo realizado con 149 alumnos de la Universidad Complutense de Madrid constató la vigencia de algunos atributos del mito entre esos jóvenes.[7]
Atributos del mito del amor romántico
Atributos | Significados |
Media naranja | Elegir una pareja «marcada por el destino»: existen «almas gemelas» |
Emparejamiento | Estar en pareja es «algo natural»: la monogamia es la regla |
Exclusividad | Nadie puede enamorarse de dos personas a la vez: obligación de ser fiel |
Fidelidad | Si el amor es «verdadero», los deseos se satisfacen con una sola persona: la pareja |
Celos | Si el amor es «verdadero», deben existir los celos: signo del amor |
Equivalencia | El proceso de enamorarse y el amor de pareja son lo mismo: si se pierde la pasión no hay amor |
Omnipotencia | El amor todo lo puede. No hay obstáculos y el amor soluciona todos los problemas |
Matrimonio | El amor pasional conduce inevitablemente a la institución del matrimonio: el sexo ocurre dentro del matrimonio |
Pasión eterna | El amor pasional perdura |
Fuente: adaptado de Flores, V. M. (2019). Mecanismos en la construcción del amor romántico. La Ventana. Revista de Estudios de Género, 6(50), 282-305. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-94362019000200282
Otros estudios se han dedicado a mostrar el lado oscuro del ideal romántico. Uno de ellos encontró que el mito produce y reproduce arreglos patriarcales que jerarquizan las relaciones amorosas. Los hombres valoran su individualidad por encima de sus relaciones de pareja: son socializados para que su bienestar se encuentre en la esfera pública y no en las relaciones íntimas. Por el contrario, para las mujeres el amor es una necesidad y no una opción, porque la unión matrimonial con su alma gemela es un requisito para su felicidad.[8]
En la misma línea, una investigación probó que la idea de amor romántico se relaciona con la metáfora de la caza: el hombre es el cazador y la mujer la presa. Esta narrativa puede crear prácticas asimétricas que normalizan la desigualdad y la violencia de género.[9] Finalmente, se han presentado pruebas de que el discurso romántico-erótico de los medios de comunicación cosifica a la mujer: la presenta como un objeto observado para el placer del hombre y establece que su atractivo físico es el medio idóneo para alcanzar el amor romántico.[10]
¿Todas las personas experimentan el amor romántico de la misma forma?
Según hallazgos de investigación, los individuos y las parejas experimentan el amor de distintas formas. Se han identificado seis estilos de amar: eros, storge, ludus, pragma, manía y ágape. Estos estilos son categorías ideales creadas por la ciencia para explicar una realidad compleja. Es poco probable que un individuo posea solo un estilo de amar. Es más razonable argumentar que las personas tienen rasgos de distintos estilos, con algún estilo predominante.[11] [12]
Estilos de amar y sus características
Estilos | Características |
Eros | Interesados en la pasión, la intimidad y la atracción física
Sienten atracción temprana Confían mucho en sí mismos |
Storge | Fusionan el amor y la amistad
Un amor «sólido» pero sin «fuego» |
Ludus | Ven el amor como un «juego» divertido y emocionante
No están interesados en «ponerse serios» El engaño es aceptable dentro de ciertos límites (tienen varias parejas) |
Pragma | Enfoque lógico que privilegia la compatibilidad
La pareja «encaja» en sus patrones sociales: «amor planificado» |
Manía | Amor obsesivo, posesivo y celoso
Pensamientos intensos y rumiantes sobre la relación Amor inseguro de sí mismo y del amante: aman y luego sufren |
Ágape | Pone a su pareja antes que a sí mismo
Amor desinteresado y «espiritual» |
Fuente: adaptado de Lee, J. A. (1988). Love-styles. En R. J. Sternberg y M. L. Barnes (eds.), The psychology of love (pp. 38-67). Yale University Press; Hendrick, C. y Hendrick, S. (1986). A theory and method of love. Journal of Personality & Social Psychology, 50(2), 392-402. https://doi.org/10.1037/0022-3514.50.2.392
Los estilos eros y ágape tienen ventajas para el establecimiento de relaciones románticas de largo plazo. Los amantes eros buscan intimar física y emocionalmente de manera constante, pasan mucho tiempo con sus parejas y fortalecen el vínculo. Los ágapes crean estrategias emocionales que profundizan sus relaciones (muestras de afecto verbal y no verbal, apoyo social, recompensas, entre otras). Por el contrario, los estilos ludus y manía son inestables en sus vivencias amorosas. Los ludus ven el amor como un juego divertido y emocionante. Suelen tener varias parejas al mismo tiempo, sin desarrollar profundidad emocional con ninguna. El amante manía es explosivo y dramático por su afán en la posesión y los celos. Anhela intensamente el amor; pero, al final, cada experiencia le produce un fuerte dolor.
¿Qué determina que los individuos desarrollen un estilo de amar? La ciencia ha dado algunas respuestas. Por ejemplo, un estudio de parejas de gemelos concluyó que los estilos de amar no están determinados por la genética, sino por factores ambientales en las interacciones familiares a temprana edad.[13] Otra investigación mostró que el tipo de apego (seguro o inseguro) que el niño desarrolla con sus padres impacta en su forma de amar en la adultez.[14] En la misma línea, una investigación vinculó la autoestima con los estilos de amar: alta autoestima correlaciona con eros y storge, lo que permite desarrollar relaciones románticas estables.[15] El género y el tipo de relación son variables significativas en la predicción de estilos. Un estudio en la sociedad italiana mostró que sus hombres son ludus y sus mujeres eros.[16] Los hombres y las mujeres solteras con horizontes temporales de corto plazo tienen a ser ludus, mientras que los hombres casados y las mujeres comprometidas a largo plazo tienen a ser eros.[17]
¿Qué determina la estabilidad de una relación de pareja?
Este es un tema recurrente en las investigaciones sobre el amor romántico. En una época tan convulsionada como la actual, el establecimiento de relaciones de pareja sanas y duraderas es un reto de importancia. En el contexto de la sociedad poscovid-19 ocurre el fenómeno del «amor irregular».[18] Los individuos desarrollan un comportamiento cíclico: 1) buscan pareja en aplicaciones de citas con el objetivo de vivir el mito del amor romántico, 2) comienzan a enviarse una cantidad considerable de mensajes, 3) la relación se vuelve confusa y se pierde la fe en las aplicaciones como estrategia de búsqueda, y 4) vuelven a la aplicación para repetir el ciclo.
Pero, más allá de las particularidades de esta época, mantener una relación romántica de largo plazo requiere un esfuerzo considerable en cualquier sociedad. Pese a la enorme bibliografía, aún «no se comprende bien cómo evolucionan las relaciones felices y estables».[19] La razón tiene que ver con los diseños de investigación. La mayoría de los estudios son transversales (análisis de la situación de una pareja en un momento determinado), dado que existen muchas restricciones en términos de tiempo, recursos y acceso para realizar investigaciones longitudinales (análisis de la trayectoria de una pareja a lo largo de los años). Sin embargo, las limitaciones de los diseños no han impedido que se sistematicen algunos hallazgos. Por ejemplo, la felicidad de estar juntos disminuye con el tiempo. Las parejas estables se sostienen sobre la dimensión compromiso del triángulo de Sternberg. Es posible que la decisión de compartir a largo plazo sea un hecho más racional que pasional.
La importancia de las variables emocionales en una relación
El desamor romántico se vincula con la pérdida de confianza, la disminución de la intimidad, el dolor emocional, los sentimientos negativos hacia sí mismos y dejar de sentirse amados. La pérdida del amor es un proceso gradual, lento y progresivo: luego de un tiempo ocurre «un momento crucial» en el cual uno de los miembros de la pareja adquiere conciencia de que el amor ya no existe.[20]
En el lado positivo del fenómeno, las relaciones duraderas se sustentan en la percepción del aumento de sentimientos positivos (amor, compromiso y satisfacción). La variable central de la estabilidad es la satisfacción, lo cual sugiere que la aparición del desamor es precedida por un sentimiento intenso de insatisfacción.[21] Un estudio mostró que la percepción negativa del pasado afecta la satisfacción y la calidad de las relaciones. Las personas neuróticas y ansiosas son propensas a desarrollar este tipo de percepciones, por lo cual parece prudente alejarse de personas con estilos de amar maniacos.[22]
Otra línea de investigación define el amor romántico como variable independiente en el estudio de la estabilidad de las relaciones. La existencia del amor es, en sí misma, una condición necesaria para que las parejas tengan éxito, debido a su influencia en ciertas variables psicológicas. Por ejemplo, un estudio sugiere que el amor romántico promueve la comunicación afectuosa en personas desdeñosas y evasivas.[23] Otra investigación concluye que el amor predice la resolución constructiva de conflictos.[24]
El lado oscuro de la estabilidad
La estabilidad en sí misma no parece ser el fin último de una relación amorosa. Más importantes son los sentimientos positivos (seguridad, cercanía, pasión, etc.) que una persona produce en su pareja. Por ello el programa de investigación sobre el amor romántico ha dedicado estudios al análisis de las relaciones que se mantienen mediante la aplicación de estrategias o comportamientos negativos, lo que se conoce como estabilidad oscura o sostenimiento de relaciones de baja calidad.
Las parejas disfuncionales mantienen sus relaciones mediante conductas destructivas, tales como espionaje, inducción de celos, pruebas secretas e infidelidad. Adicionalmente, se ha establecido una correlación entre los estilos de amar y la aplicación de comportamientos negativos de mantenimiento: a los amantes eros les gusta el espionaje, los ludus inducen celos y son infieles, manía induce celos y espía, mientras que ágape, storge y pragma no predicen comportamientos negativos.[25] Estos resultados deben ser vistos con cautela. Sería imprudente generalizar más allá del alcance del estudio. Prueba de ello es que otra investigación muestra que los amantes eros son parejas adecuadas por su búsqueda de cercanía e intimidad.[26]
El amor es un arte que debe aprenderse
Siguiendo los argumentos de Erich Fromm, el amor es una facultad, un arte que debe cultivarse a lo largo de la vida. La palabra «arte», utilizada por Fromm para describir el amor, tiene un significado particular. Así como un actor o un músico aprenden a desarrollar el arte de la interpretación hasta llegar al rango de maestros, un individuo puede esforzarse para entender la naturaleza del amor, descubrir las palancas que lo hacen crecer y aplicar este conocimiento en el mundo real. En última instancia, un arte solo se aprende haciendo.
Un punto de partida es separar el proceso de enamorarse del estado de estar enamorado. Enamorarse constituye una de las experiencias más excitantes y pasionales de la vida, pero inevitablemente su intensidad decae con el tiempo. Enamorarse va de la mano de la idea de novedad, y la novedad pasa. Por el contrario, estar enamorado es un estado de estabilidad y paz, y una decisión pragmática de estar juntos. Tal vez el reto del artista del amor consiste en mantener las dosis adecuadas de intensidad, pasión y afecto que garanticen el grado de satisfacción necesario para permaneces unidos.
La literatura y la investigación muestran que construir uniones románticas de largo plazo es una empresa de consideración. Pero, afortunadamente, la ciencia ha arrojado luces sobre algunas variables clave. Las emociones de la otra persona importan. Parece razonable pensar en el amor como un proceso de dar, más que como la acción de recibir. Preguntarse regularmente cuáles son los elementos que satisfacen al otro, y ejecutar acciones para lograr tal fin es un buen inicio. En última instancia, no parece haber nada nuevo en el horizonte. La base es la empatía.
Víctor Carrillo, profesor del IESA.
Notas
[1] Jankowiak, W. R. y Fischer, E. F. (1992). A cross-cultural perspective on romantic love. Ethnology, 31(2), 149-155. https://doi.org/10.2307/3773618
[2] Sailor, J. L. (2013). A phenomenological study of falling out of romantic love. The Qualitative Report, 18(19), 1-22. https://doi.org/10.46743/2160-3715/2013.1521
[3] Jankowiak y Fischer (1992: 150).
[4] Sternberg, R. J. (1986). A triangular theory of love. Psychological Review, 93, 119-135. https://doi.org/10.1037/0033-295X.93.2.119
[5] Brown, J. (2005). The compelling nature of romantic love: a psychosocial perspective. Psychoanalysis, Culture & Society, 10(1), 23-43. https://doi.org/10.1057/palgrave.pcs.2100039
[6] Portolan, L. y McAlister, J. (2022). Jagged love: narratives of romance on dating apps during COVID-19. Sexuality & Culture, 26(1), 354-372. https://doi.org/10.1007/s12119-021-09896-9
[7] Goenaga, M. (2021). Creencias acerca de los mitos del amor romántico entre el alumnado de Comunicación Audiovisual de la Universidad Complutense de Madrid. Historia y Comunicación Social, 26(1), 263-277. https://doi.org/10.5209/hics.65124
[8] Bonilla, E. y Rivas, E. (2021). Creencias sobre el amor romántico y las relaciones íntimas: implicaciones en jóvenes de la Comunidad de Madrid. Informes Psicológicos, 21(2), 243-257. https://doi.org/10.18566/infpsic.v21n2a15
[9] Cubells, J. y Calsamiglia, A. (2015). El repertorio del amor romántico y las condiciones de posibilidad para la violencia machista. Universitas Psychologica, 14(5), 1681-1694. https://www.redalyc.org/pdf/647/64746682013.pdf
[10] De Jong, M. y Collins, A. (2017). Love and looks: a discourse of romantic love and consumer culture. Acta Academica, 49(1), 84-102. https://hdl.handle.net/10520/EJC-a2af1237a
[11] Lee, J. A. (1988). Love-styles. En R. J. Sternberg y M. L. Barnes (eds.), The psychology of love (pp. 38-67). Yale University Press.
[12] Hendrick, C. y Hendrick, S. (1986). A theory and method of love. Journal of Personality & Social Psychology, 50(2), 392-402. https://doi.org/10.1037/0022-3514.50.2.392
[13] Waller, N.G. y Shaver, P.R. (1994). The importance of nongenetic influences on romantic love styles: a twin-family study. Psychological Science, 5(5), 268-274. https://doi.org/10.1111/j.1467-9280.1994.tb00624.x
[14] Fermani, A., Bongelli, R., Carrieri, A., del Moral, G., Muzi, M. y Portelli, C. (2019). «What is more important than love?». Parental attachment and romantic relationship in Italian emerging adulthood. Cogent Psychology, 6(1), 1-14. https://doi.org/10.1080/23311908.2019.1693728
[15] Zeigler-Hill, V., Britton, M., Holden, C.J. y Besser, A. (2015). How will I love you? Self-esteem instability moderates the association between self-esteem level and romantic love styles. Self & Identity, 14(1), 118-134. https://doi.org/10.1080/15298868.2014.960445
[16] Fermani y otros (2019).
[17] Meskó, N., Zsidó, A,N., Láng, A. y Karádi, K. (2021). Sex and relationship differences on the Short Love Attitude Scale: insights from the Hungarian adaptation. Sexuality & Culture, 25(4), 1249-1272. https://doi.org/10.1007/s12119-021-09830-z
[18] Portolan y McAlister (2022: 370).
[19] Herrera, J. y Rey, J. M. (2021). Controlling forever love. PLoS ONE, 16(12), e0260529. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0260529, p. 19.
[20] Sailor, (2013).
[21] Sprecher, S. (1999). «I love you more today than yesterday»: romantic partners’ perceptions of changes in love and related affect over time. Journal of Personality & Social Psychology, 76(1), 46-53. https://doi.org/10.1037//0022-3514.76.1.46
[22] Stolarski, M., Wojtkowska, K. y Kwiecińska, M. (2015). Time for love: partners’ time perspectives predict relationship satisfaction in romantic heterosexual couples. Time & Society, 25(3), 552-574. https://doi.org/10.1177/0961463X15596703
[23] Dillow, M., Goodboy, A. y Bolkan, S. (2014). Attachment and the expression of affection in romantic relationships: the mediating role of romantic love. Communication Reports, 27(2), 102-115. https://doi.org/10.1080/08934215.2014.900096
[24] Gonzaga, G. C., Keltner, D., Londahl, E. A. y Smith, M. D. (2001). Love and the commitment problem in romantic relations and friendship. Journal of Personality & Social Psychology, 81(2), 247-262. https://doi.org/10.1037/0022-3514.81.2.247
[25] Goodboy, A. K., Myers, S. y miembros de Investigating Communication de la Universidad de Bloomsburg (2010). Relational quality indicators and love styles as predictors of negative relational maintenance behaviors in romantic relationships. Communication Reports, 23(2), 65-78. https://doi.org/10.1080/08934215.2010.511397
[26] Goodboy, A. K. y Booth-Butterfield, M. (2009). Love styles and desire for closeness in romantic relationships. Psychological Reports, 105(1), 191-197. https://doi.org/10.2466/PR0.105.1.191-197