La creación de un fondo soberano de inversión, ordenada por el presidente Trump, resultó un tanto sorpresiva, pues el gobierno de Estados Unidos no tiene una posición financiera excedentaria. ¿Con qué propósito se crea ese fondo? ¿De dónde saldrán los recursos para alimentarlo?
Cuando se piensa en fondos soberanos de inversiones, es inevitable recordar el caso de Noruega, cuyo banco central administra los excedentes de los ingresos petroleros y los coloca en una cartera de activos financieros que tiene un retorno esperado de un seis por ciento y una contribución significativa al presupuesto anual de la nación. Aunque el fondo compra principalmente acciones y bonos, también tiene cierta discrecionalidad para invertir en bienes raíces y proyectos de energía renovable.
La principal razón para constituir un fondo soberano es evitar que los excedentes de un auge económico entren masivamente en la economía nacional y ocasionen distorsiones en los mercados financieros internos. El pasado 3 de febrero de 2025, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva que ordena la creación de un fondo soberano de inversión. Esta iniciativa resultó un tanto sorpresiva, pues el gobierno de Estados Unidos no tiene una posición financiera excedentaria.
Surgen dos preguntas relacionadas con esta noticia. La primera: ¿de dónde saldrán los recursos para alimentar ese fondo? La segunda, y no menos importante: ¿con qué propósito se crea?
En la exposición de motivos de la orden ejecutiva se afirma que el Gobierno Federal cuenta con activos por el orden de 5,7 billones de dólares, de los cuales solamente 1,7 billones se encuentran colocados en activos de alta liquidez como son efectivo y oro. El resto son bienes ilíquidos, tales como inventarios, propiedades, plantas y equipos, y cuentas por cobrar a terceros.
El fondo soberano propuesto por Trump apunta a llenar vacíos en el flujo de inversiones en tecnologías consideradas estratégicas.
Si un fondo soberano no es líquido carece de capacidad para aportar recursos con rapidez ante la ocurrencia de un choque macroeconómico. El presidente Trump ha sugerido que el fondo se podría alimentar también con los recursos provenientes del aumento de aranceles a los socios comerciales.
La creación de un fondo soberano de inversiones requiere la definición de reglas claras, para evitar conflictos de agencia con los administradores de esos recursos, en particular las injerencias del mundo político. El Fondo Soberano Noruego ha mostrado las mejores prácticas en el manejo de los recursos soberanos.
¿Con qué propósito se crea el fondo? En Estados Unidos existen ya algunos fondos soberanos creados por estados de la Unión para manejar recursos excedentarios. El más conocido y de mayor tamaño es el Fondo Permanente de Alaska, alimentado con recursos de la explotación petrolera, que cada año paga un dividendo a los residentes de ese estado. Existen vehículos de inversión similares en Nuevo México, Wyoming, Alabama, Luisiana y Texas.
El fondo soberano propuesto por Trump apunta a llenar vacíos en el flujo de inversiones en tecnologías consideradas estratégicas y en las cuales Estados Unidos quiere mantener el liderazgo tecnológico: procesamiento de litio y chips semiconductores. En condiciones normales, los mercados financieros ven con temor este tipo de inversiones, porque los montos requeridos exceden las capacidades de los fondos privados de capital de riesgo y los perfiles de riesgo de los proyectos son inusualmente altos.
Este nuevo tipo de fondos soberanos podría también emprender inversiones en infraestructura que, por múltiples razones, los distintos niveles de gobierno de Estados Unidos no han acometido en las últimas décadas, y que el gobierno de Trump reconoce como una asignatura pendiente desde su primera gestión. Este fondo soberano también podría transformarse en un hibrido que aportaría no solo fondos del Gobierno Federal, sino también de inversionistas privados, pero sus reglas de gestión se parecerían más a una figura de capital privado que a la de un ente soberano.
Quizá llamar fondo soberano a algo que realmente no lo es intenta dar un nombre impactante a un fondo de inversiones estratégicas.
Si el gobierno de Trump logra consolidar este fondo soberano de inversión ampliaría, de facto, el papel del Gobierno Federal en la economía estadounidense. Este no es un pensamiento esperable de un líder republicano. Tanto en el gobierno de Biden como en el anterior de Trump los funcionarios en Washington han sido mucho más proactivos en el apoyo a las empresas estadounidenses, a menudo a expensas de los competidores extranjeros, contra una tradición de décadas que favorecía el libre comercio y el flujo de inversiones entre países con mínimas restricciones.
Quizá llamar fondo soberano a algo que realmente no lo es intenta dar un nombre impactante a un fondo de inversiones estratégicas. Si algo ha enseñado Trump desde sus tiempos de gran desarrollador inmobiliario es que lo importante no es solo qué se vende, sino también cómo se empaqueta.
Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.
Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.
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