Agorà Magazine habla español

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Ilustración: Pixabay.

Agorà Magazine es un periódico digital en italiano, de los de mayor lectoría en Italia, que ofrece contenido original de calidad para lectores con alto nivel de educación y buena posición económica. En 2010 sus editores apostaron por expandirse a América Latina con una edición para las comunidades italianas de la región y otra en español. Ahora su reto es monetizar el valioso capital de lectores y de relaciones que han forjado.

Nunzia Auletta / Octubre-diciembre 2015


El ambiente debía ser de celebración. Habían transcurrido cinco años desde que www.agoramagazine.it vio la luz en el espacio cibernético. Umberto Calabrese, director del periódico y uno de sus fundadores, se sentía satisfecho por haber alcanzado esa meta. Agorà Magazine había logrado posicionarse como una referencia cultural en el atiborrado espacio de medios digitales de Italia. Aun cuando era un medio de nicho, independiente de los grandes grupos editoriales del país, su lectoría se había consolidado, así como su red de colaboradores, y se colocó entre los veinte medios digitales más leídos. En los últimos dos años, además, había iniciado su expansión internacional con la atención a las audiencias de América Latina.

A Umberto le esperaba una reunión con sus socios y el equipo de directores. Las distancias y ocupaciones de cada quien les permitía reunirse en persona, en Roma, solo una vez al año y, como se había hecho costumbre, escogían la fecha del aniversario para festejar, pero también para evaluar los resultados del año de gestión y tomar decisiones para el futuro.

Los resultados de 2011 no habían sido los esperados y el primer semestre de 2012 no apuntaba a una recuperación. A la disminución de los ingresos se añadía la necesidad de invertir nuevamente para mejorar el sitio en la red, para actualizarlo con los últimos desarrollos de software e integrarlo más a las redes sociales. Umberto sabía que no sería sencillo convencer a los socios de hacer un mayor aporte, cuando las metas económicas no habían sido alcanzadas. Pero también estaba convencido de que el camino andado abría las puertas a una infinidad de opciones que necesitaban discutir y evaluar.

Un grupo de amigos

Después de tres meses de reuniones y acaloradas discusiones, en abril de 2007 un grupo de amigos decidió fundar Spazio Agorà, cuya principal misión era editar el periódico digital www.agoramagazine.it, lanzado el 20 de julio de ese año. El grupo liderado por Umberto Calabrese, arquitecto con muchos años dedicados al voluntariado social y al activismo político, estaba integrado además por Roberto de Giorgi, consultor y líder de opinión ambientalista, Carla Corsi, docente y consultora en mercadeo con experiencia en el mundo editorial, y Alessandro Bruni, docente universitario en informática y experto programador.

Alrededor del grupo de fundadores se había amalgamado un equipo de redacción formado por periodistas y reconocidos profesionales en áreas tan diversas como crítica de arte, diseño, gastronomía, psicología social, semiología y política. El hilo conductor era su afición por comunicar y la búsqueda de un espacio independiente, en el que cada uno pudiera compartir sus ideas y los frutos de su trabajo creativo. El consenso inicial acerca de la línea editorial de Agorà Magazine era crear una plaza pública en la que los ciudadanos pudieran conversar de todo lo que les interesara y donde nadie sería vetado por su orientación política, siempre y cuando expresara sus ideas con respeto hacia los otros colaboradores y los lectores. Como comentó Carla Corsi:

Escogimos el nombre de Agorà, porque recordaba la tradición de las ciudades estado griegas, donde el ágora era la plaza en la que se tomaban las decisiones relevantes para los ciudadanos, se comerciaba y se asistía a espectáculos y eventos. El lema del periódico sería «retoma tu espacio», para indicar la oportunidad que se ofrecía a quien quisiera participar activamente en un espacio cultural interactivo.

Retomar el espacio

El concepto que inspiraba a Agorà Magazine era el de los periódicos de ciudadanos. Según Clemencia Rodríguez, profesora del Departamento de Comunicación de la Universidad de Oklahoma, este concepto implicaba el uso colectivo de nuevos medios para rediseñar los códigos sociales y legitimar e institucionalizar las relaciones sociales, mediante el empoderamiento de las comunidades. En el periódico los contenidos serían producidos por una red de autores o colaboradores voluntarios, que escribirían o compartirían textos o audiovisuales sobre sus temas de interés. A estos se sumaría un pequeño grupo de periodistas profesionales, en su mayoría jóvenes nativos digitales, que recibirían remuneraciones acordes con su experiencia y trabajo.

La construcción de la red se fundamentó, en un principio, en las relaciones personales del núcleo inicial, con responsabilidades por secciones de contenidos que conformaron la arquitectura de navegación del sitio en internet. Al recordar esta etapa, Roberto de Giorgi explicó:

Cada uno de nosotros movilizó sus redes. Umberto, gracias a sus relaciones sociales y políticas, lograba atraer a personalidades reconocidas del periodismo, la cultura y la política, que escribían para nosotros, dándole credibilidad y prestigio al medio. Carla se movía en el ambiente de negocios, mientras que yo aporté la red de ambientalistas que había formado en años de acción social.

La sección «Política» era el corazón de discusión de la plaza. En ella se encontraban autores de las más diversas afiliaciones, tanto simples ciudadanos como políticos de carrera y candidatos que promovían sus causas. El espacio de creatividad contenía reseñas de exposiciones escritas por críticos de arte y perfiles de artistas clásicos y contemporáneos. En particular, la afición de Umberto por el diseño había inspirado la creación del «Museo del Design Contemporáneo», un espacio en el que jóvenes diseñadores podían publicar sus planos y prototipos, para promocionarlos entre potenciales clientes y salvaguardar sus derechos de autor.

Roberto, por su parte, coordinaba la sección «Ambiente» que publicaba desde noticias hasta investigaciones de mayor profundidad sobre problemas ambientales, con firmas que eran la crema y nata de los movimientos ambientalistas italianos y europeos. También se daba espacio a nuevos escritores. En la sección «Cultura» se publicaban poesías y en «Los libros de Agorà» se presentaban cuentos y novelas inéditos, que con el tiempo se convertirían en la materia prima para el desarrollo de una colección de libros electrónicos.

La sección «Gastronomía» era una combinación de recetas, que venían de los cuadernos familiares de los colaboradores, e investigación gastronómica presentada por reconocidos chefs. También incluía reseñas de restoranes y eventos gastronómicos nacionales y locales. Carla coordinaba la sección «Empresa», que combinaba artículos de opinión y profundización en temas de negocios con un espacio de uso comercial que incluía reseñas de iniciativas, notas de prensa y promoción de lanzamiento de productos.

Una de las secciones de mayor éxito era la «Crónica de tu ciudad», en la que los ciudadanos se convertían en reporteros de los acontecimientos de sus comunidades. Este espacio adquirió una dimensión más formal en 2010, cuando Domenico Esposito se convirtió en su director responsable. Domenico era un periodista de mucha experiencia, cuya red de colegas locales permitió ampliar la cobertura a 800 ciudades italianas y convertir a Agorà Magazine en un periódico de alcance nacional, pero con riqueza de contenido de todas las regiones.

Al cabo de cinco años el periódico contaba con más de 500 colaboradores voluntarios, de los cuales un diez por ciento publicaba con frecuencia semanal y mantenía una conversación abierta con sus lectores, que participaban con comentarios y en algunos casos se animaban a incorporarse a la red. Se originó, así, una natural rotación de autores, que fluía sin incidentes, más allá de algunos casos excepcionales en que era necesario suspender a alguno por comportamientos violatorios del contrato implícito de la plaza. En particular, se censuraba el uso de lenguaje e imágenes inapropiadas, el plagio y la explotación comercial de los contenidos publicados, como el cobro de reseñas y notas de prensa encubiertas. Para algunos Agorà se convertiría simplemente en una forma de expresión y entretenimiento que les permitiría difundir sus intereses y hobbies; para otros sería un espacio donde exhibir sus conocimientos, creaciones y competencias profesionales.

Construcción de la plataforma

Al ser el único del equipo fundador con competencias tecnológicas, Alessandro Bruni había asumido el papel de webmaster, con la responsabilidad de elegir y desarrollar la plataforma de interacción. Esta se fundamentaba en un software abierto para aplicaciones editoriales (SPIP), con una interfaz pública que daba vida al periódico y una interfaz privada, la redacción virtual, en la que los colaboradores colocaban sus contenidos, en espera de que los responsables de la redacción los revisaran y publicaran.

La redacción virtual operaba como un foro de discusión en el que se planteaban temas, noticias de interés y la incorporación de nuevos autores. En más de una ocasión se enfrentaban puntos de vista divergentes sobre la línea editorial. Algunos aplaudían el concepto de redacción difusa automoderada, otros clamaban por un mayor control de los contenidos. Las reglas de publicación eran suscritas por todos los autores al iniciar su colaboración voluntaria, incluido el respeto de la legislación italiana sobre los medios de comunicación social, puesto que Agorà Magazine, a diferencia de blogs y espacios de comunidad, había sido registrado formalmente como un periódico.

La versatilidad de la plataforma pronto permitió su enriquecimiento con una web TV, en la que se publicaban contenidos audiovisuales originales, en su mayoría producidos por el equipo de jóvenes periodistas. La pauta de la web TV se había convertido en una combinación de entrevistas y cobertura de eventos políticos y comunitarios, actividades que podían ser financiadas gracias a la incorporación de reportajes publicitarios y co­merciales. Sin embargo, no siempre la plataforma estaba a la altura del tráfico que originaba, como recordó Bruni:

En los primeros dos años el crecimiento nos tomó de sorpresa. Tuvimos que enfrentar numerosos problemas de inestabilidad del hosting y, en tres ocasiones, realizar migraciones del servidor que afectaron nuestro posicionamiento en los buscadores. Al principio cometimos muchos errores, pero el más catastrófico fue la corrupción de la base de datos de contenidos, cuya recuperación nos llevó semanas.

Pese a varios tropiezos, el sitio adquirió relevancia y llegó al rango 6/10 de Google. En particular, la multiplicación de vínculos de entrada y salida, y acuerdos de reciprocidad con otros sitios había mejorado el posicionamiento orgánico y el tráfico se había estabilizado, dentro de un patrón que veía caídas en los fines de semana y en época de vacaciones.

Las dificultades técnicas aumentaron y el archivo de contenidos se hizo cada vez más extenso: de una decena de artículos diarios a más de un centenar en las ediciones en italiano, español e inglés. Todo esto hacía cada vez más compleja la gestión del sitio. Se hizo evidente la necesidad de rediseñar la plataforma para dimensiones más propias de la capacidad técnica y financiera de un gran grupo editorial que las de un grupo de editores independientes.


Nunzia Auletta, profesora del IESA.

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