Cansados de las noticias

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Imagen de Engin Akyurt en Pixabay

Algo se rompió en la comunicación entre emisores y receptores. Las personas no quieren saber de asuntos que no entienden, le asustan, le incomodan o sencillamente le aburren.


La más reciente edición del Digital News Report de la agencia Reuters, considerado el informe más completo sobre el comportamiento de los usuarios de medios y noticias, puso en el tapete una realidad inquietante: la gente está cansada de las noticias.

El informe documenta la desconexión creciente entre el periodismo y el público con fenómenos como una caída en la confianza, un declive en el interés por las noticias y un aumento de quienes las evitan a propósito. Además explora la polarización de las audiencias y el modo en que los jóvenes consumen información (Newman, 2022).

Por un lado, son datos poco alentadores para las empresas de medios de comunicación y los periodistas en general. Por el otro, son excelentes para los totalitarismos y los interesados en ciudadanos poco críticos y desinformados, así como los animadores de la polarización.

En estos momentos sobran las opciones para estar informados: portales noticiosos especializados y generalistas, y redes sociales donde publican contenidos periodistas, medios y voceros. Pero hay algo que está roto en la comunicación entre emisores y receptores. Uno de los datos más relevantes del estudio de Reuters es la evasión selectiva de noticias: las personas no quieren saber de asuntos que no entienden, le asustan, le incomodan o sencillamente le aburren.

Mucha gente comenta que las noticias le producen un efecto negativo en su estado de ánimo. Un porcentaje significativo de personas jóvenes y menos educadas dicen que evitan las noticias porque pueden ser complicadas de seguir o de entender (Newman, 2022).

No es que las noticias sean más complejas que en el pasado sino que, al parecer, la gente no quiere dedicar mucho tiempo a estar informada.

Hay una competencia por la atención de las audiencias que la información está perdiendo con las plataformas de streaming, las redes sociales y todas las opciones tradicionales de información. Al fin y al cabo, el día sigue teniendo 24 horas y hay muchas series en Netflix y demasiados videos virales que ver. De hecho, TikTok se ha convertido en la plataforma de más rápido crecimiento en el informe de este año: llega al cuarenta por ciento de los jóvenes de 18 a 24 años, y un quince por ciento de ellos la utiliza también para noticias. Según el periodista e investigador de la comunicación, Andrés Cañizález:

… la era de las grandes plataformas también ha abierto un consumo a gran escala de contenidos reales, falseados o satíricos. Muchos ciudadanos hoy tienen serias dificultades para diferenciar lo que es un contenido generado por un medio o periodista con criterios profesionales, de cualquier tontería que con intención de desinformar es empaquetada como noticia (Cañizález, 2022).

Pero no todo puede atribuirse a una supuesta banalización de las audiencias ni al desarrollo hipertrofiado de las opciones de entretenimiento o desinformación. Los temas considerados más importantes por los medios de comunicación son, en muchos casos, los que alejan a las personas de las noticias.

La periodista Amanda Ripley confesó recientemente en The Washington Post que había dejado de consumir noticias.

Resulta que cuantas más consumimos sobre sucesos con víctimas masivas, como tiroteos, más sufrimos. Cuantas más noticias políticas ingerimos, más errores cometemos sobre quiénes somos. Si el objetivo del periodismo es informar a la gente, ¿dónde está la evidencia de que está funcionando? (Ripley, 2022).

La presentadora del pódcast How To! atribuye el problema a algo que va más allá del sesgo informativo y del modelo de negocio que privilegia el clic. Sostiene que a las noticias les faltan tres elementos: esperanza para levantarnos por la mañana, opciones que le indiquen a la audiencia que puede hacer algo para combatir el problema y, finalmente, tratar a las personas como si fuesen importantes.

Hay una forma de comunicar noticias, incluidas las muy malas, que nos deja mejor como resultado. Una manera de despertar la ira y la acción. Empatía junto a dignidad. Esperanza junto al miedo. Hay otra forma, y no conduce a la bancarrota ni a la fanfarronería. Pero en este momento, estos ejemplos que he enumerado siguen siendo demasiado raros (Ripley, 2022).

Es difícil generalizar sobre medios de comunicación grandes, pequeños, hiperlocales, especializados, y pretender que una sola receta funcione igual para reporteros, verificadores de datos y productores de contenido éticos que deben sobrevivir en un ecosistema contaminado de propagandistas, saboteadores y empresarios voraces, incluso en contextos como el venezolano, donde la profesión se ejerce con permanentes limitaciones y amenazas.

Pero hay evidencias del fracaso del modelo imperante. Para conquistar audiencias, especialmente las más jóvenes, hay que adoptar cambios de inmediato, no solo en el modo de consumir información sino también en el tipo de informaciones que se comparten.


Luis Ernesto Blanco, profesor de periodismo digital en la Universidad Católica Andrés Bello y jefe de redacción del portal informativo Runrun.es

Referencias

Cañizález, A. (2022, 24 de julio). El periodismo y las malas noticias. El Estímulo. https://elestimulo.com/opinion/2022-07-24/el-periodismo-y-las-malas-noticias/

Newman, N. (2022, 15 de junio). Resumen ejecutivo y hallazgos clave del informe de 2022. Reuters Institute for the Study of Journalism. University of Oxford. https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/es/digital-news-report/2022/dnr-resumen-ejecutivo

Ripley, A. (2022, 8 de julio). I stopped reading the news. Is the problem me — or the product? The Washington Post. https://www.washingtonpost.com/opinions/2022/07/08/how-to-fix-news-media/