¿Cómo está América Latina en inteligencia artificial?

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Chile lanzó un índice de inteligencia artificial para toda América Latina y advierte sobre los usos éticos de esta herramienta.


Ante un rezago importante con respecto a Estados Unidos y Europa, América Latina trabaja en inteligencia artificial para intentar acortar brechas. Paradójicamente, la aparición de esta nueva tecnología y sus múltiples aplicaciones podrían acrecentar las brechas si no se sigue el ritmo que el avance del mundo requiere. Por ello América Latina está ocupada en preparar técnicos e ingenieros en inteligencia artificial (de los que adolece en cantidades suficientes), fomentar intercambios de conocimiento con países más avanzados, incentivar inversiones en este campo y desarrollar nuevos centros de investigación de avanzada en esta parte del mundo.

Chile lanzó el primer índice latinoamericano de inteligencia artificial, a mediados del pasado agosto, con el fin de que los países de la región cuenten con una herramienta común que sirva de referencia e impulse nuevas acciones. El índice fue elaborado por el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (Cenia) de Chile, con el apoyo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de Estados Americanos (OEA), CAF-banco de desarrollo de América Latina y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

América Latina cuenta con el apoyo de múltiples organismos internacionales en este frente, en el entendido de que urge evitar el rezago que pesa como espada de Damocles. De hecho, el secretario general de la Cepal, Juan Manuel Salazar, hizo un llamado para acelerar el ritmo del movimiento hacia el desarrollo, dado que este «es muy bajo, y no solo por el efecto de la pandemia». La inteligencia artificial, bien desarrollada y empleada, podría apuntalar ese desarrollo.

El índice servirá para medir y comparar el desempeño en inteligencia artificial de los países, visibilizar prácticas que pudieran servir como bases para otros desarrollos, propiciar colaboraciones mutuas y facilitar el seguimiento de indicadores. En el lanzamiento del índice, que se transmitió para todo el mundo vía streaming, el director de Cenia, Álvaro Soto, destacó que una de las mayores utilidades de la herramienta será mostrar las mejores prácticas en inteligencia artificial en la región, para que puedan emularse según las realidades de cada país. La herramienta facilita también datos de investigación y transferencia tecnológica, información sobre políticas públicas, regulaciones y promoción de iniciativas de alto impacto en inteligencia artificial.

Algunas advertencias surgieron; por ejemplo, el riesgo de los sesgos en los algoritmos que podrían aumentar las brechas de género, raza o sectores sociales. Por eso el Cenia ha adoptado marcos de ética y políticas que fomentan el buen gobierno, un aspecto clave para la evolución de la herramienta.

Otro dato que apareció durante el evento de lanzamiento también sirve de advertencia: América Latina tiene gran capacidad para recoger datos, pero no para procesarlos. Solo Brasil cuenta realmente con «supercomputadores», aunque también están por debajo de los parámetros requeridos para una inteligencia artificial de alto impacto.

Se espera que Venezuela se sume al concierto regional en materia de inteligencia artificial, lo que ya está ocurriendo tanto en el gobierno como en el mundo emprendedor en la esfera privada nacional. Nicolás Maduro anunció que el gobierno está utilizando esta herramienta, en el programa Maduro+, dedicado a difundir información política y social, en el cual el mandatario interactúa con «Sira» como copresentadora, una asistente virtual creada con parámetros de inteligencia artificial. Esta iniciativa ha levantado polémicas, pues los analistas advierten que la inteligencia artificial puede brindar información manipulada, por lo que sugieren chequear y debatir los datos que allí se presentan. Asimismo, se teme por el uso de la inteligencia artificial en la campaña electoral de Venezuela, por los desvíos que pueda implicar.

Este tipo de riesgos existe en todo el mundo. Hay alertas e iniciativas sobre ética debido a la forma como se cargan o trabajan los algoritmos, y herramientas como el nuevo índice regional que pueden servir de ayuda no solo para desarrollar nuevas tecnologías, sino también para mantenerlas dentro de parámetros que respeten las libertades individuales, la equidad y la democracia. Hay que repensar modelos educativos, invertir para crear laboratorios éticos en inteligencia artificial, incorporar más datos en los sistemas para evitar sesgos, fomentar políticas y prácticas en ciberseguridad, debatir e intercambiar ideas.

América Latina se encuentra en una fase incipiente en materia de inteligencia artificial y es justamente este principio lo que alienta a «hacer las cosas bien, de entrada». Esto significa, básicamente, estar alertas para usar las nuevas tecnologías para el desarrollo sostenible y no como armas políticas en detrimento de valores fundamentales.


Fabiana Culshaw, periodista y psicóloga.