Criptoactivos: ¿una amenaza en ciernes para el sistema financiero internacional?

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Imagen de Satheesh Sankaran en Pixabay

El FSB publicó un reporte sobre los criptoactivos que resume sus riesgos para el sistema financiero internacional, en la medida en que se desarrollan productos y servicios basados en la tecnología de cadena de bloques.


El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) es un cuerpo internacional que evalúa los sistemas financieros de los países del G20 y elabora recomendaciones para promover la estabilidad financiera en el mundo. El 16 de febrero de 2022 publicó un reporte que resume la evolución de los criptoactivos en los últimos años y los riesgos que imprimen al sistema financiero internacional, en la medida en que se desarrollan productos y servicios basados en la tecnología de cadena de bloques.

La capitalización de los criptoactivos se multiplicó 3,5 veces durante el año 2021, para ubicarse en unos 2,6 billones de dólares, un monto relativamente pequeño dentro del total de los activos manejados por las instituciones financieras en el ámbito internacional. Sin embargo, la conexión entre estos activos y las instituciones financieras conocidas como sistémicamente importantes (que requieren mayor capitalización que sus pares nacionales, por su capacidad de transmitir riesgo sistémico), aunque de poca cuantía en la actualidad, sigue creciendo año a año.

Los episodios de volatilidad de precios de los criptoactivos no han sido capaces, hasta ahora, de contagiar de manera importante a los mercados financieros tradicionales. Pero se mantiene latente una pregunta: ¿cuándo comenzarán a hacerlo?

La respuesta no es sencilla, pues existe un vacío de información que impide a los organismos reguladores del sistema financiero calcular la verdadera exposición a los criptoactivos. Parte de ese vacío se debe, en buena medida, a que los criptotítulos transados y las plataformas de crédito donde se intermedian están fuera del alcance del entramado regulatorio convencional.

Las grandes instituciones financieras del G20 han aumentado su participación en el mundo de los criptoactivos, como inversionistas y como proveedores de servicios. Paralelamente se han hecho más populares estrategias financieras sofisticadas, que incluyen productos derivados y mecanismos de apalancamiento que usan criptoactivos como referencia.

Lamentablemente los pequeños inversionistas, que han entrado masivamente a transar con esta familia de activos, tienen escaso entendimiento de los costos, las comisiones, los conflictos de intereses y la inexistencia de mecanismos de reparación o recuperación de las inversiones. Tampoco se conoce mucho sobre la resiliencia de las instituciones que hacen del comercio de criptoactivos su actividad de negocios medular.

El reporte del FSB identifica tres segmentos de mercado a los que se debe hacer seguimiento continuo para identificar fuentes de vulnerabilidad sistémica: 1) criptoactivos sin garantías como es el caso de los bitcoines, 2) criptoactivos cuyas emisiones se basan en reservas en dólares conocidos con el nombre de monedas estables (stablecoins) y 3) plataformas de finanzas descentralizadas. Como es de suponer, estos tres segmentos están íntimamente relacionados y, a efectos regulatorios, deberían evaluarse conjuntamente.

Las estructuras de las monedas estables tienen problemas similares a los de los bancos comerciales, tales como descalces de liquidez, riesgos de crédito y riesgos operativos. Esto les hace vulnerables a corridas sobre sus reservas.

Una cantidad relativamente pequeña de plataformas de comercio de criptoactivos —que ofrecen múltiples tipos de servicios y actividades, incluidos préstamos y custodia— canaliza la mayoría de los criptoactivos que se negocian. Algunas organizaciones operan fuera del perímetro regulatorio de una jurisdicción o no cumplen las leyes y regulaciones aplicables, lo que implica una potencial concentración de riesgos y sugiere falta de transparencia en sus actividades.

El crecimiento de las monedas estables ha continuado a pesar de las preocupaciones sobre el cumplimiento de normas, la calidad y la suficiencia de los activos de reserva y los estándares de gestión de riesgos y gobernanza. En la actualidad, tales activos se utilizan principalmente como un puente entre las monedas fiduciarias tradicionales y los criptoactivos, lo que tiene implicaciones para la estabilidad y el funcionamiento de los mercados de criptoactivos.

Si una de las mayores monedas estables llegase a la insolvencia, los problemas de iliquidez podrían afectar no solo al ecosistema de criptoactivos, sino también al mercado de financiamiento de corto plazo. En este mercado es donde los emisores de estas monedas compran y venden títulos financieros que forman parte de sus reservas, debido a posibles ventas desordenadas de tales títulos financieros para resolver necesidades de liquidez.

El FSB seguirá trabajando en identificar las fuentes de vulnerabilidad asociadas con el crecimiento de productos y servicios amparados por la tecnología de cadenas de bloque. Se espera que los reguladores nacionales incluyan las observaciones de este organismo asesor en la gran discusión que dará forma a la interacción de los criptoactivos y las instituciones financieras ya reguladas. Lo que los reguladores del G20 deciden, tarde o temprano, se transforma en estándar global.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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