Educación financiera y metas: ¿por qué son importantes para la riqueza de las familias?

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En la medida en que mejora el conocimiento financiero de las familias, aumentan su número de metas y su propensión a invertir en instrumentos financieros más sofisticados.


Las familias tienden a sufrir barreras psicológicas que les impiden solicitar consejos financieros de calidad, y cuando logran hacerlo no siempre tienen las herramientas para llevarlos a cabo. Es muy importante entender los deseos y las metas de los ahorristas, para educar a quienes toman las decisiones financieras de los hogares, recomendarles estrategias para la inversión de sus ahorros y darles realimentación sobre la pertinencia de las decisiones tomadas.

Son los resultados del artículo «Metas de ahorro y mezcla de activos en las carteras de inversión de los hogares», publicado en 2020 por los profesores Kibon, Campbell y Tabner en el Journal of Banking and Finance. En este artículo los autores exploran el efecto de las metas financieras de las familias sobre la composición de sus ahorros.

Los autores utilizaron datos de la División de Encuestas Sociales de la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido, para el período 2006-2016. Con una muestra de 20.000 hogares, la información se refería al monto y la composición de sus activos financieros, el número y tipos de metas de inversión, los horizontes de tiempo en los que deberían ejecutarse, las fuentes de asesoría financiera disponibles, el número de asesores financieros utilizados, la habilidad numérica de quienes respondieron los cuestionarios, la tolerancia al riesgo y una serie de variables sociodemográficas.

Este tipo de estudios responde a la preocupación por el bienestar financiero de las familias. Su propósito es identificar los factores que impiden acumular cantidades adecuadas de riqueza, para formular políticas públicas que permitan hacer más efectivos los procesos de ahorro e inversión.

La identificación de metas facilita la aceptación y la prosecución de estrategias de inversión a largo plazo, y la escogencia de los activos financieros que mejor se adapten a las necesidades y las aspiraciones de las familias. En general, a medida que aumentan el número de metas y el horizonte de inversión para cumplirlas, mayor será la propensión de los ahorristas a invertir en activos riesgosos, como las acciones.

En la medida en que mejora el conocimiento financiero de las familias aumentan el número de metas y la propensión a invertir en instrumentos financieros más sofisticados. Tal conducta la refuerza un mayor acceso a múltiples fuentes de asesoría financiera o a asesores financieros profesionales.

Cuando aumenta la habilidad numérica de quienes toman las decisiones financieras familiares también lo hace la propensión a invertir en activos riesgosos. Este resultado es válido incluso para quienes declararon tener ninguna o solo una meta de inversión. La mayor contribución del artículo de Kibon y sus colaboradores es destacar la importancia de fijar metas de acumulación de riqueza como hilo conductor para mejorar la capacidad de las familias en la búsqueda de su bienestar.

En Venezuela la reducida oferta de instrumentos financieros de oferta pública, la elevada inflación y la ausencia de mecanismos masivos de ahorro sistemático no deben ser obstáculos para comenzar a diseñar políticas públicas beneficiosas para los decisores de los hogares del futuro; es decir, los niños y adolescentes, cuyos currículos escolares deben fortalecer el pensamiento cuantitativo y un conocimiento básico de contabilidad y finanzas, que les permitan el día de mañana tomar las riendas de su bienestar personal y familiar.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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