El agua potable es salud

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Imagen de Manuel Darío Fuentes Hernández en Pixabay

El desarrollo humano y el progreso de una nación están íntimamente ligados a la edificación de infraestructuras claves. Según Julio Castro, los indicadores de salud son un reflejo de los indicadores de los servicios de agua. A la luz de esta realidad, en Venezuela han reaparecido enfermedades ya erradicadas, como la malaria y muchas otras que solo reportan los países más pobres.


Desde 1989 Venezuela comenzó a reportar aumento de la tasa de mortalidad general, deterioro de la calidad de vida, aumento de enfermedades que habían sido erradicadas, servicios públicos deficientes, baja productividad y políticas públicas inexistentes. Por todo ello, hoy ocupa posiciones deshonrosas en materia de salud y crecimiento en el entorno internacional. El doctor Julio Castro, especialista en infectología y medicina interna, presentó estos y otros datos en una conferencia titulada «El agua potable es salud», organizada por IESA, el marco del Diplomado de Formación de Gerentes para la Industria del Agua y el Saneamiento.

Castro señala que Venezuela es casi el único país del mundo donde ha aumentado la tasa de mortalidad general. «Ni Haití», dice, y agrega que, en 2017, el país había retrocedido cincuenta años en su tasa de mortalidad debido a la reaparición de enfermedades intestinales y virales relacionadas directamente con los decadentes indicadores en materia de suministro de agua. No en balde el acceso al vital líquido se considera un derecho humano básico y fundamental, cuya infraestructura debe ser prioridad de las políticas públicas de cualquier nación.

Perdimos todo lo que habíamos adelantado en infraestructura y, a pesar de que algo queda de esa infraestructura, el deterioro ha sido muy acelerado. Esto nos ha traído un retroceso en la calidad de vida y más muertes.

Castro transmitió un documental titulado La batalla contra la malaria, sobre la obra de Arnoldo Gabaldón (1909-1990), médico, investigador, docente, exdirector de Malariología y exministro de Sanidad, considerado uno de los más importantes epidemiólogos del siglo XX.

Gabaldón desarrolló un programa contra la malaria que eliminó la enfermedad en dos terceras partes del territorio venezolano. En su cruzada, Gabaldón entendió que el agua era un recurso fundamental para el desarrollo de una nación y para acabar con enfermedades que, para la época, devastaban a los poblados venezolanos e impedían su progreso.

 

Venezuela volvió a entrar en la pobreza

Venezuela está regresando al patrón de enfermedades de los países pobres, dijo Julio Castro, y explicó que en estos países las causas más comunes de muertes son enfermedades que en las naciones ricas han sido ampliamente superadas.

En países con bajos ingresos por persona proliferan enfermedades agudas, prevenibles, neonatales, diarreas, malaria, HIV, tuberculosis y respiratorias. Estos padecimientos, detalla Castro, ocupan más del cincuenta por ciento de la carga de enfermedades que producen muerte, y el factor agua potable deficiente está claramente ligado al crecimiento de estas dolencias. Mientras que en los países ricos las enfermedades más comunes están relacionadas con padecimientos metabólicos, degenerativos, cáncer, cirrosis y Alzheimer.

 

Años perdidos

Según Castro, la mortalidad es un indicador fundamental de la calidad de vida y el progreso de un país: un pueblo enfermo no puede trabajar, no puede producir, y Gabaldón lo tuvo claro: en Venezuela la calidad de vida mejoró entre los años cincuenta y ochenta del siglo XX.

Si una persona se muere de neumonía a los treinta años y un niño fallece de diarrea al año y medio dejan un impacto sobre la productividad de su familia. Esa persona se iba a hacer adulta y tener una vida productiva. Eso es lo que yo llamo años perdidos en términos de productividad para la sociedad.

Castro señala que casi el ochenta por ciento de las diarreas son atribuibles a aguas no potabilizadas; igualmente las infecciones respiratorias agudas. En ambos casos son enfermedades prevenibles. «El impacto es mayor en los países pobres».

 

País sin cifras

Castro denuncia que en Venezuela no se publican cifras de mortalidad, morbilidad ni causas de enfermedades desde hace más de cuatro años, lo cual es una clara violación de reglamentos internacionales. Gracias a organizaciones como Médicos por la Salud se ha logrado medir eventos dentro de algunos hospitales; particularmente, lo relativo al suministro de agua.

La primera moraleja, dice Castro, es que la alteración del servicio de agua en los hospitales produce un impacto secundario que compromete su operatividad real. Mientras que el uso de agua por cisternas, manipuladas por manos desconocidas y no certificadas, trae consigo un factor claro de insalubridad.

En el año 2014 el 29 por ciento de los hospitales reportaba tener sistemas de suministro de agua inoperativos o recibir abastecimiento en forma intermitente. Esta situación fue aumentando hasta 79 por ciento el año 2018. Esto de alguna manera se correlaciona con la poca disponibilidad de pabellones y de camas de emergencia.

Después del apagón de 2019 la inoperatividad o intermitencia del agua estuvieron alrededor de sesenta a setenta por ciento. La situación persiste hoy, toda vez que dos de cada tres hospitales en Venezuela tienen agua de manera intermitente o, simplemente, no tienen.

Castro deja claro que la deficiencia del servicio de agua en el país ha traído consigo un grave deterioro de la salud de los venezolanos. La prevalencia de enfermedades diarreicas ha aumentado progresivamente y, a decir del experto, tendrá un impacto sobre morbilidad y mortalidad.

La proliferación de la hepatitis A es otro reflejo de que en Venezuela se ha deteriorado la calidad y cantidad de agua potable disponible. La malaria, que fue erradicada a principios de 1960 en el país (dato certificado por la Organización Mundial de la Salud), es hoy nuevamente un padecimiento tercermundista.

Obtuvimos en 2018 el peor desempeño de malaria en el mundo, cuando cerramos con 500.000 casos, asociados a la utilización del agua en las cabeceras de los ríos donde hay grupos irregulares, corrupción y negocios.

Julio Castro recuerda la tarea de Gabaldón y asegura que en 1960 fuimos el primer país del mundo en eliminarla.

 

La Venezuela posible

Para Julio Castro, no es posible pensar en una Venezuela diferente si no se pueden resolver problemas básicos de infraestructura de servicios públicos, como el agua. Si no se tienen venezolanos más sanos, con mejor calidad de vida, y no se resuelven estos grandes problemas, no será posible avanzar con pie firme. Castro destaca que hace falta la mística y el liderazgo de Arnoldo Gabaldón para hacer frente al trabajo requerido.

Tenemos herramientas que Gabaldón no tenía. Pero tenemos que rescatar lo que quizás en algún momento perdimos en el país, que es esa capacidad de hacer las cosas bien, de manera honesta, hacerlas ajustadas a patrones científicos e internacionales, de los cuales hoy podemos disponer. No es fácil, y es por eso que se requiere del concurso de mucha gente. Y creo que es imprescindible e impostergable empezar.

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