El coronavirus, China y los otros

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Ilustración: Gerd Altmann / Pixabay

La crisis sanitaria podría contribuir a desarticular las fuerzas que han impulsado el alza del mercado accionario. Para la mayoría de los inversionistas lo prudente sería minimizar los flancos vulnerables de sus carteras: activos expuestos al desempeño de la economía china y posiciones accionarias ilíquidas.

Carlos Jaramillo / 15 de febrero de 2020


 

A finales de enero Mohamed El-Erian, economista jefe de Allianz y próximo presidente del Queen’s College de la Universidad de Cambridge, escribió uno de los más relevantes artículos de opinión sobre la reciente crisis del coronavirus y su impacto en los mercados financieros. El-Erian sostiene que la emergencia sanitaria ocurre en un momento de limitadas expectativas de crecimiento de largo plazo de la economía mundial, y cuando los bancos centrales de los países desarrollados carecen de herramientas para hacer frente a una eventual recesión.

A muy corto plazo los mercados accionarios y de renta fija de Estados Unidos y Europa han aguantado razonablemente bien el embate de la incertidumbre ocasionada por el brote epidémico. Pero, a medida que pasan los días, los gerentes de los grandes fondos de inversión se ven obligados a hacer una fuerte apuesta sobre el desenlace de esta crisis.

Quienes creen que en pocas semanas el virus será controlado aprovecharán la situación para comprar, con un cierto descuento, los activos financieros que han sufrido las mayores correcciones: acciones de hoteles, líneas aéreas, casinos y afines, y gran parte de las acciones de oferta pública de Hong Kong y China Continental. Este grupo de actores sigue una estrategia que ha estado vigente desde 2009, conocida como «compra durante la caída», que supone que los mercados financieros siguen siendo robustos y que cualquier caída no es más que una pausa en un mercado alcista.

Otros opinan que el coronavirus puede lograr lo que la guerra comercial chino-estadounidense y otras crisis del último par de años no lograron: producir un quiebre estructural de los mercados financieros. Dicho en otras palabras, la epidemia podría inducir un cambio profundo en las creencias de los líderes de opinión del mundo económico, hasta hace poco convencidos de que los bancos centrales de los países desarrollados querían a toda costa minimizar los brotes de volatilidad ocasionados por eventos económicos indeseables y, sobre todo, que tenían los recursos para hacerlo.

A este segundo grupo de actores le preocupa el hecho de que China sea una economía muy apalancada financieramente, que ha apostado en los últimos años a un modelo de crecimiento basado en un mercado de consumidores nacionales que han tenido una movilidad muy limitada durante la crisis. Algunos líderes de opinión han extraído lecciones del brote de gripe aviar de principios de este siglo, que tuvo un impacto económico menor en China. Lamentablemente, ese ejercicio es poco útil, pues la China de 2003 representaba el cuatro por ciento de la economía mundial, tenía un modelo económico exportador y bajos niveles de endeudamiento.

La China de hoy día genera el 16 por ciento del producto mundial, no dispone de recursos para activar créditos masivos a los sectores productivos, y su población tenderá a reducir el consumo de bienes y servicios en los próximos meses, para compensar los ingresos no percibidos debido a la cuarentena y otras disrupciones relacionadas. El impacto de una contracción de la economía china se sentiría de manera muy desigual en el resto del mundo. Una caída de uno por ciento del PIB chino induciría una reducción de 0,35 por ciento en el PIB de Corea del Sur, 0,30 por ciento en Hong Kong, 0,12 por ciento en Alemania y 0,4 por ciento en Estados Unidos.

Esta dispersión de resultados no es trivial al momento de rebalancear carteras de inversión en respuesta al coronavirus. El-Erian sostiene que el choque sería suficientemente fuerte para desarticular temporalmente las fuerzas que han motorizado el mercado accionario alcista de la última década. Por ello, para la mayoría de los inversionistas, lo prudente sería minimizar los flancos vulnerables de sus carteras: los activos con mayor exposición al desempeño de la economía china y, en particular, las posiciones accionarias ilíquidas. Quienes insisten en la estrategia de comprar durante la caída deben comprar acciones de empresas estadounidenses con sólidos balances que les permitan sobrevivir al coronavirus y sus aún impredecibles consecuencias.

 

Referencia

El-Eiran, M. (2020): «Markets are getting used to shocks but mask risks». Bloomberg. 27 de enero. https://www.bloomberg.com/opinion/articles/2020-01-27/coronavirus-markets-are-getting-used-to-shocks-but-mask-risks



Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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