El cripto ETF

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Imagen de Benjamin Nelan en Pixabay

Con la aprobación de una emisión de ETF de bitcoines se abre un nuevo camino para este activo financiero. Aunque pueden convertirse en un éxito comercial inmediato, esto no significa que se hayan resuelto algunos problemas asociados a su naturaleza poco convencional.


  La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por su sigla en inglés) autorizó el pasado 10 de enero de 2024 la emisión de fondos de inversión cotizados (ETF, en inglés) que permiten la comercialización de bitcoines. Hasta ese momento los interesados en adquirir esta criptomoneda en mercados regulados estadounidenses podían hacerlo comprando contratos a futuro o acciones de empresas que las acumulan, como es el caso de MicroStrategy, una compañía desarrolladora de software que posee más 189.000 unidades de este criptoactivo, lo que la califica como el mayor tenedor de tales bienes a través de un vehículo de oferta pública.

La SEC autorizó a once empresas —entre las que se encuentran el administrador de criptoactivos Grayscale Investments y los emisores de fondos de inversión BlackRock y Fidelity— para ofrecer a sus clientes ETF que adquieren bitcoines en el mercado de contado (spot market). Tales ETF pueden convertirse en un éxito comercial inmediato, pues uno de los grandes deseos de los fanáticos de las criptomonedas es transarlas mediante instrumentos de oferta pública, lo que les permitiría tener un agente de custodia, conocer cotizaciones al instante y gozar de la protección de un robusto marco regulatorio.

Quienes se oponen a tal autorización temen que los inversionistas estén expuestos a fuentes de riesgos que en la actualidad no pueden preverse. El hecho de que el bitcóin sea parte de los mercados financieros regulados no significa que se hayan resuelto algunos problemas asociados a su naturaleza de activo financiero poco convencional.

El papel del bitcóin en el mundo de los activos financieros puede describirse a partir de dos posiciones extremas. La primera es la de quienes son seducidos por la posibilidad de realizar ganancias extraordinarias a corto plazo, por diversas razones, como la ocurrencia de un halving (el momento en que el ritmo de creación de nuevos bitcoines disminuye a la mitad, lo que incrementa su precio), y, más recientemente, los que esperan un creciente flujo de fondos hacia este mercado, debido a la aparición de los nuevos ETF. Algunos especialistas pronostican que la autorización de la SEC para la emisión de ETF de bitcoines podría incrementar el precio de esta moneda de los 44.000 dólares por unidad a mediados de enero de 2024 a 200.000 a finales de 2025.

A quienes pertenecen a este primer grupo no les preocupa si el bitcóin cumple una función especial dentro del sistema de pagos o si es eficaz como reservorio de valor. Saben que esa moneda es muy volátil y piensan que, si son capaces de predecir con suficiente anticipación cuándo comenzará una nueva ola de alzas de su precio, los beneficios pueden ser enormes. Estos actores desean que se universalicen los mecanismos de compraventa de criptoactivos y se reduzcan las percepciones negativas sobre su uso, sobre todo las que los vinculan con actividades delictivas.

El segundo grupo de actores considera que las criptomonedas son simplemente instrumentos de especulación que no han mostrado ninguna utilidad concreta —es decir, no funcionan como instrumentos de pago de uso universal ni como cobertura contra la inflación— y su gran volatilidad las descalifica como reservorios de valor. Además, los críticos sostienen que, al formar parte del sistema general de pagos, pueden ocasionar riesgo sistémico.

Es indudable que en estos momentos hay un fuerte apetito por opciones de inversión que vayan más allá de los clásicos instrumentos de renta fija y variable, o de los fondos de capital privado, y a este público apuntan los nuevos ETF. A pesar del visto bueno de la SEC, queda la pregunta esencial: ¿cuál es la función económica que justifica la existencia de los criptoactivos?


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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