El modelo condominial es rentable y eficiente para ofrecer agua y saneamiento a asentamientos informales

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Imagen de Tania Dimas en Pixabay

La precariedad de los servicios de saneamiento en zonas informales es un gravísimo problema de salud pública: el cuarenta por ciento de la población venezolana vive en asentamientos no planificados y no todos poseen sistema de recolección de las aguas servidas.


Si ofrecer servicios públicos de redes es un reto complejo para las comunidades debidamente urbanizadas, para los asentamientos informales la situación supone un desafío técnico y económico importante. A las dificultades técnicas y operativas se suman las derivadas de la imposibilidad de planificar. Como explica José María de Viana, coordinador del Programa de formación de gerentes en las áreas de agua y saneamiento del IESA:

Es un problema muy grave, porque es más difícil hacer llegar los servicios y lo es más cobrar por ellos. La proliferación de viviendas informales indica que las políticas públicas de vivienda han sido poco eficaces. Las políticas públicas deben evaluarse por sus resultados y no por sus intenciones.

Según datos de la Cámara de la Construcción, el 45 por ciento de la población urbana requiere vivienda nueva o mejoras estructurales en la que actualmente ocupa. Además, según de Viana, 45 por ciento de las viviendas que hay en la extensa Área Metropolitana de Caracas se han construido en asentamientos que en sus inicios fueron informales.

Hay tal concentración de unidades de vivienda que, en zonas de Petare, por ejemplo, no hay espacio para establecer servicios de educación, salud ni vialidad, y mucho menos para abrir redes de suministro de servicios como el agua. Cualquier sistema que necesite tuberías subterráneas tendrá problemas para establecerse.

 

Sanabria: una voz experta

José Ignacio Sanabria es ingeniero civil de la Universidad Central de Venezuela, con maestría en Ingeniería Hidráulica de la Universidad Estatal de Colorado, Estados Unidos. Es especialista en gerencia de proyectos, evaluación y control de proyectos hidráulicos y planes rectores de acueductos, cloacas, drenaje, aprovechamiento de recursos hidráulicos; tiene una amplia experiencia profesional en el área hidrológica. Sanabria hace un diagnóstico rápido de la situación:

Desde hace muchos años, la construcción incontrolada de viviendas ha venido acompañada de la instalación de redes de tuberías que no responden a ningún diseño, pero se conectan con las redes de Hidrocapital y las otras empresas. De manera que se producen descompensaciones en los sistemas de acueductos y cloacas, así como cambios drásticos en la presión de tuberías, irregularidades en la prestación de servicios, descargas de aguas de lluvia a los sistemas de cloacas y aguas contaminadas a cursos naturales, lo que causa una desmejora de la calidad de vida de las personas.

Sanabria advierte que el problema del suministro de servicios de redes a asentamientos informales no solo es de logística o recursos económicos, sino también un «gravísimo problema de salud pública» con consecuencias que pueden ser alarmantes.

El problema del abastecimiento de agua es fundamental, porque el acceso al agua es un derecho humano, pero el de saneamiento es crítico. Millones de personas están expuestas a contaminación constante por desechos mal manejados, contaminación de agua y exposición directa a aguas servidas, entre otros problemas.

Los terrenos ocupados por viviendas de todo tipo eran zonas verdes o de protección en los planes de desarrollo urbano y se han convertido en zonas marginales. Las quebradas que eran cursos naturales ahora reciben aguas servidas; además, se usan como depósitos de materiales de todo tipo y causan toda clase de problemas y, en ocasiones, alguna catástrofe.

 

La expansión sin planificación

Sanabria trazó una línea histórica de la expansión del Área Metropolitana de Caracas, desde una urbe pequeña en los años veinte del siglo pasado, hasta convertirse en «una sola masa de población que incluye las zonas aledañas de El Hatillo, Baruta, Petare, Catia, El Valle, Coche y Caricuao, que es la Caracas metropolitana de hoy». Sanabria describe de este modo la anarquía que causa la ausencia de instituciones de prestación de servicios:

Los sistemas de distribución son tuberías de hierro galvanizado de media pulgada o tres cuartos de pulgada, que llaman coloquialmente «espaguetis», colocadas por los mismos habitantes de la zona. Cada tubería abastece a una vivienda: agua no contabilizada, evidentemente. La solución de los sistemas de cloacas ha sido el embaulamiento de quebradas, la mayoría sin colectores marginales que recojan las aguas servidas. Esto es un simple ocultamiento del problema, porque las casas siguen descargando sus aguas servidas a las quebradas embauladas. En algunos casos, como en los barrios La Morán o Catuche, se han aplicado otras soluciones, como tratar de canalizar los drenajes y los conectores de cloacas debajo de las caminerías o con embaulamientos, pero esto se ha hecho de manera informal.

Ante la ausencia de una política pública de viviendas eficiente y la precariedad económica y jurídica —que han ocasionado la proliferación de asentamientos informales donde vive el cuarenta por ciento de la población del país—, Sanabria advierte que, a estas alturas, hay que buscar soluciones eficientes que se adapten a la situación concreta y no a los criterios formales de prestación de servicios.

 

El sistema condominial

Para Sanabria, una alternativa más económica y eficiente para regularizar estos servicios de agua y saneamiento parte de establecer un modelo condominial, con administración local. En lugar de que cada vivienda se agencie su conexión al sistema, los sectores pueden organizarse en unidades condominiales tipo manzanas, para que se conecten a una toma única que sirva a varias residencias.

Este sistema ha sido utilizado con éxito en Brasil, pero con frecuencia se malinterpreta el término condominial. Este modelo se basa en dos conceptos primordiales que difieren del concepto convencional.

El primer concepto redefine la unidad en la que se presta el servicio. Los sistemas condominiales organizan cada manzana o grupo, de manera similar a un edificio de apartamentos, que reciben los servicios por una vía común. Con este nuevo concepto la red pública no necesita conectar a cada vivienda, sino disponer de un punto único para cada manzana o grupo.

Esto significa ahorros importantes, porque se requiere aproximadamente la mitad de longitud de tubería para alcantarillado y un cuarto de longitud para sistemas de agua potable. El segundo concepto es una relación más estrecha entre la empresa de servicio y sus clientes. De esta manera, el condominio se convierte no solo en una unidad física de prestación de servicio, sino también en una unidad social, lo que reduce costos para el condominio, sin desmejora en el servicio.

Recuerda la experiencia en Salvador de Bahía (Brasil), un sistema de asentamientos informales muy parecido al de Caracas, donde se estableció este modelo que, en una primera fase, logró conectar al treinta por ciento de la población a la red formal con orden, incluso con tuberías presurizadas para prestar servicio de saneamiento a las zonas más altas.

Las cloacas en estos sectores necesitan grandes tanques almacenadores de desechos sólidos que deben recibir mantenimiento al menos una vez al año. La idea es evitar que se obstruyan las tuberías de cloacas y el sistema funcione regular y eficientemente mediante un sistema de alcantarillado sin arrastre de sólido. Este sistema constituye una tecnología simplificada con bajo costo también utilizada en ciudades de Colombia, México y Brasil.

Sanabria señala que estos modelos son eficientes y más económicos; especialmente cuando, como ocurre ahora en América Latina, se reduce la densidad poblacional. Las experiencias internacionales que han sido evaluadas han logrado reducir los costos de construcción hasta alrededor de los cincuenta dólares por vivienda, muy por debajo de los sistemas convencionales.


Erika Hidalgo López, periodista.