El papel de los pequeños inversionistas en el mercado bursátil estadounidense

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Imagen de Martin Redlin en Pixabay

Los cambios tecnológicos han bajado las barreras de entrada para los pequeños inversionistas, que participan en el veinte por ciento de las transacciones diarias del mercado bursátil estadounidense. El banco de inversión Robinhood ha estado en el centro de la polémica, por ser una de las instituciones escogidas por los pequeños inversionistas para sus transacciones.

Carlos Jaramillo / 18 de marzo de 2021


 

En los años ochenta del siglo pasado, diversos artículos académicos proponían modelos del funcionamiento cotidiano del mercado accionario (modelos de microestructura de mercado). Su propósito era explicar cómo podían afectar el funcionamiento del mercado los distintos actores que participan diariamente en la compra y venta de títulos valores.

A los inversionistas individuales se los describía como participantes con poco patrimonio y escaso conocimiento sobre los títulos valores en los que colocaban su dinero. De hecho, en la bibliografía se les designaba con un nombre un tanto despectivo: operador ruidoso (noise trader). El supuesto es que estos actores transan con base en rumores y tienen una vida efímera, comparados con los inversionistas institucionales, mejor informados y mejor dotados económicamente para enfrentar la volatilidad del mercado accionario.

El arquetipo del operador ruidoso está tan arraigado en el ámbito de la inversión en títulos valores que los reguladores y los bancos de inversión han desarrollado mecanismos y prácticas para evitar que quienes caen en esta categoría accedan a productos financieros que no entiendan o no se ajusten a su perfil de riesgo. En los últimos años, gracias a los avances tecnológicos, la microestructura de los mercados financieros en Estados Unidos ha cambiado considerablemente. Hoy no existen montos mínimos para abrir una cuenta de inversión y, para muchos productos, ni siquiera una inversión mínima significativa, pues se pueden comprar fracciones de títulos financieros.

Pero el cambio más relevante es que las comisiones por compra y venta de títulos valores han desaparecido. Los bancos de inversión, en lugar de cobrarles a los clientes que compran y venden por intermedio de ellos, les cobran a las bolsas de valores y a otros mecanismos similares donde ocurren las transacciones.

Han aparecido actores que no existían una década atrás, como los llamados «operadores de alta frecuencia» (HFT, por sus siglas en inglés): inversionistas que compran y venden continuamente títulos valores haciendo de contrapartes de los clientes de los bancos de inversión. Cuando los bancos de inversión reciben las órdenes de sus clientes, algunas veces las canalizan por los HFT, que pagan comisiones para que los escojan como intermediarios. De estos flujos de transacciones, los HFT infieren tendencias de muy corto plazo del mercado accionario que les permiten seguir operando con terceros. Todas estas operaciones se ejecutan en millonésimas de segundos.

A raíz de la pandemia ha crecido la participación de los pequeños inversionistas en el mercado accionario. Hoy participan en el veinte por ciento de las transacciones de mercado. Muchos son miembros de grupos de discusión en redes sociales, dedicados a seguir el desempeño de títulos valores; y en muchos casos, se especula, se ponen de acuerdo para comprar en masa títulos específicos. Tal es la explicación de lo ocurrido con las acciones de la empresa Gamestop: en quince días, debido a la intervención de estos operadores ruidosos, el precio de la acción subió 1.600 por ciento, sin que hubiese información interna de la empresa que justificase tal alza.

Los académicos y los reguladores de los mercados financieros se preguntan si esta nueva generación de inversionistas individuales, más jóvenes y con menos dinero pero con mayor acceso a tecnologías que sus homólogos de décadas pasadas, son operadores ruidosos o tienen algún conocimiento sobre los títulos valores con los que transan. La respuesta a esta pregunta es muy pertinente tanto para los reguladores como para el resto de los inversionistas.

El profesor Gregory W. Eaton de la Universidad Estadal de Oklahoma y tres colaboradores escribieron, en marzo de 2021, un artículo titulado «Zero-commission individual investors, high frequency traders and stock market quality», en el que evalúan la contribución de estos inversionistas individuales al funcionamiento del mercado accionario. Utilizaron datos de sus transacciones con el banco de inversión Robinhood, que ha estado en el centro de la polémica por ser una de sus instituciones preferidas.

El artículo concluye que estos pequeños inversionistas son clásicos operadores ruidosos; es decir, si cualquiera supiera de antemano que van a comprar o vender e hiciera lo mismo que ellos, no obtendría retornos extraordinarios. En pocas palabras, ellos no poseen un conocimiento especial que les dé alguna ventaja sobre otros inversionistas al momento de transar.

Cuando, por algún problema de la plataforma Robinhood, los pequeños inversionistas dejaron de participar durante algunas horas en el mercado accionario, pero el resto de los actores se mantuvo activo, la calidad del mercado accionario mejoró. Las diferencias de precios de compra y venta de las acciones favoritas de estos actores se redujeron, al igual que la volatilidad de los precios.

Los intermediarios financieros (HFT) que hacen de contraparte de los pequeños inversionistas en la plataforma de Robinhood tienen problemas para gestionar sus inventarios de títulos valores, debido a la volatilidad que los pequeños inversionistas imprimen a los precios de las acciones que compran y venden. Como los clientes de Robinhood son operadores ruidosos, no tiene mucho sentido que los inversionistas institucionales gasten recursos en tratar de entender sus estrategias, pues no hay información valiosa que extraer.

Para los reguladores la historia es distinta: estos actores llegaron para quedarse. Muchos individuos perderán dinero, pero serán sustituidos por una nueva generación de inversionistas atraídos por el gran acceso que hoy ofrecen los bancos de inversión a sus clientes.

Los pequeños inversionistas traen consigo volatilidad y los reguladores, las cámaras de compensación y los bancos de inversión tienen que promover instituciones robustas que soporten los embates de los movimientos bruscos de títulos valores. Ese es el reto.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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