El renminbi y las relaciones peligrosas

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Rusia ha utilizado el comercio con India y China como válvula de escape para neutralizar las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea. Esto implica un mayor uso del renminbi, lo que ha obligado a los bancos chinos a aumentar su exposición a sus contrapartes rusas a una velocidad inusitada.


Es frecuente ver en la prensa económica la afirmación de que India y China son los grandes beneficiarios de la guerra entre Rusia y Ucrania debido, principalmente, a que los rusos han utilizado el comercio con estos países como válvula de escape para neutralizar las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea. Como parte de estos esquemas antisanciones se reconoce un mayor uso del renminbi en las transacciones comerciales, aun en el caso de países que no participan directamente en el conflicto, como Brasil, pero que ven en la hegemonía del dólar un problema de seguridad nacional a largo plazo.

A nadie le hace gracia que sus reservas internacionales denominadas en la moneda estadounidense puedan ser congeladas cuando a la agenda política estadounidense le sea conveniente. Sin embargo, el redireccionamiento del flujo de divisas crea enormes desafíos para quienes los reciben; en particular, los bancos chinos.

La necesidad rusa de sustituir sus contrapartes financieras tradicionales ha obligado a los bancos chinos a aumentar su exposición a sus contrapartes rusas a una velocidad inusitada. En los catorce meses previos a marzo de 2023, las cuatro organizaciones líderes de la industria bancaria china —Banco Industrial y Comercial de China (ICBC, por sus siglas en inglés), Banco de China (BOC), Banco de Construcción de China (CCB) y Banco Agrícola de China (ABC)— elevaron los montos de sus carteras de préstamos de 2.200 millones a 9.700 millones de dólares, de los cuales, según datos del banco central ruso, ICBC y BOC colocaron 8.800 millones de dólares.

Al igual que en otras partes del mundo, las sanciones han propiciado respuestas variadas de la industria bancaria china. Mientras que los bancos de menor tamaño han apoyado a sus clientes rusos, los de mayor tamaño asumieron una posición más conservadora: limitar los préstamos y restringir las transferencias en renminbi de sus clientes.

En 2022 el renminbi fue la principal moneda utilizada por los rusos para liquidar sus operaciones comerciales: alcanzó el equivalente a 185.000 millones de dólares. Antes de la invasión a Ucrania, el renminbi representaba escasamente el uno por ciento de los pagos de Rusia en divisas y en los últimos meses ha subido al 16 por ciento del valor de las transacciones.

La exposición del sector bancario chino a sus clientes rusos es aún modesta. Los casi 10.000 millones de dólares de préstamos son una cantidad marginal frente a los 53,2 billones de dólares en activos que posee ese sector.

Entonces, ¿cuál es el riesgo de prestar dinero a los rusos? En el corto plazo, ninguno. Pero si en un cambio de política los países occidentales y Estados Unidos comenzasen a aplicar las llamadas sanciones secundarias —las que se aplicarían a países que colaboren con Rusia—, los bancos chinos verían secarse muy rápidamente sus fuentes de liquidez en dólares. Esto sería un gran golpe que se sumaría al deterioro existente en la cartera de créditos inmobiliarios que han sufrido el impacto del cambio del modelo de crecimiento del gigante asiático, menos orientado a la construcción de infraestructura y más al consumo.

Mientras que los bancos chinos se expanden en el mercado ruso, otros bancos extranjeros buscan salir del país debido a las presiones de sus gobiernos nacionales, en particular las de los reguladores financieros. Muestra de ello es que la proporción de activos bancarios rusos en manos de prestamistas extranjeros disminuyó del 6,2 al 4,9 por ciento en los catorce meses transcurridos hasta marzo de 2023.

Salir de Rusia no es fácil. Algunas empresas lo han hecho vendiendo operaciones a sus socios locales con compromisos de recompra en el futuro, pero estos no siempre existen. Cuando las empresas optan por cerrar sus operaciones corren el riesgo de que sus activos sean confiscados.

Como ningún escenario político se mantiene indefinidamente, las empresas quisieran conservar la opción de regresar cuando las condiciones sean propicias. Los espacios comerciales que se vacían siempre los llena alguien, y en el caso de la industria bancaria rusa los chinos tendrán mucho que ganar si pueden minimizar el costo de mantener relaciones amistosas, por no decir peligrosas, con el régimen existente.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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