Para Ignacio Combellas, expresidente del Metro de Caracas, volver a tener un sistema de transporte subterráneo de excelente calidad requiere un enorme esfuerzo humano e ingentes recursos financieros. Afirma que es posible recuperar puntos clave y mostrar mejoras sustantivas que los usuarios puedan percibir rápidamente.
El rescate de los servicios públicos es un reto indiscutible para las nuevas generaciones de venezolanos. Deben no solo darse a la tarea de diseñar planes que se ajusten a las necesidades reales de los servicios de agua, electricidad, transporte y telefonía, sino también hacer posible un reencuentro entre lo público y lo privado, que permita controlar la influencia de la política en sectores que deben dar respuestas rápidas y urgentes a los venezolanos.
Para José María de Viana, expresidente de Hidrocapital entre 1992 y 1999, es necesario que los servicios públicos vuelvan a dar buenas noticias, «para que cuando los venezolanos abran el chorro de sus casas se sientan en el primer mundo», explicó a unos cincuenta jóvenes que participaron en el Diplomado de Formación de Gerentes para la Industria del Agua y el Saneamiento.
El Metro de Caracas, recuerda de Viana, fue una señal de excelencia en materia de servicios en el país y América Latina. No solo dignificó la vida de los caraqueños, en especial los de escasos recursos, sino que también cambió la forma de vida de la ciudad. «No solo era la construcción de un transporte subterráneo de primer mundo, sino que se hizo un gran plan de renovación urbana».
De Viana le dio la palabra a Ignacio Combellas, expresidente del Metro de Caracas y uno de los líderes de la puesta en marcha del transporte subterráneo en 1983, para que explicara cómo se convirtió el Metro en «La gran solución para Caracas», y cuáles fueron los elementos clave que hicieron del Metro algo más que un eslogan de buen servicio público.
Del tranvía al asfalto y al Metro
Ignacio Combellas ofreció un recuento histórico de cómo y por qué se concibió el Metro de Caracas, luego de que en 1947 desapareciera el último tranvía de la ciudad, y se abriera espacio al asfalto en un país petrolero que creció de manera vertiginosa entre los años cincuenta y setenta, y el éxodo campesino abarrotó el sistema de servicios públicos.
En enero de 1983, con la participación de estudiantes y jóvenes ingenieros, comenzó la operación comercial del Metro de Caracas. El subterráneo debía convertirse en el transporte más eficiente de Caracas. Ya tenía un enorme potencial de pasajeros, que se contaba por cientos de miles. El diseño de las líneas y sus ubicaciones estratégicas cumplían un cometido: dar mayor movilidad a los caraqueños de escasos recursos y, por ende, a los corredores más densamente poblados de la ciudad.
«El Metro: la gran solución para Caracas» fue una verdadera solución para una Caracas congestionada. Sus usuarios la hicieron suya por los exigentes estándares aplicados en el servicio.
La cultura Metro fue un elemento clave para que la empresa saliera fortalecida. La preparación del personal fue determinante para que los caraqueños se sintieran en el primer mundo. Las campañas previas al inicio de operaciones, para el correcto uso de las instalaciones del Metro, persuadieron a los usuarios. «Y funcionó», acotó Combellas, «tanto así, que hasta hoy la gente lo recuerda».
El Metro de Caracas contó con la asesoría de grandes empresas internacionales de ingeniería y los gerentes de operaciones y diversas áreas recibieron formación de los mejores sistemas de metro del mundo. Según Combellas, esto permitió que no se cometieran los mismos errores de sistemas subterráneos construidos antes en Europa y Estados Unidos.
¿Es posible recuperar el Metro de Caracas?
Para el expresidente del Metro de Caracas, la pregunta es compleja: «Volver a tener calidad en el servicio requiere grandes esfuerzos financieros. Y para eso la empresa debe mostrar seriedad». Pero afirma que es posible recuperar puntos clave y mostrar mejoras sustantivas, que sean rápidamente percibidas por los usuarios.
Combellas sostiene que debe elaborarse un plan básico urgente, cuya aprobación supere la burocracia. «En ese proceso de rescate, por una parte, hay que mantener lo que existe, pero por la otra, hay que identificar acciones que tengan importancia, que sean de bajo costo y rápidas de aplicar. No deben ser de largo plazo». Para Combellas todos los servicios de Caracas, y del país en general, «están en el suelo».
Hay problemas con el agua, la electricidad, el transporte, la telefonía, etc., por lo que todo requiere un plan de acción global, donde se pongan de acuerdo todas las empresas de servicio y presenten un plan al gobierno y a los órganos decisorios. Debe ser una hoja de ruta coherente y con foco en resolver todos los temas.
La privatización: ¿una opción?
La privatización del Metro no es necesariamente la respuesta al problema, explica Combellas: «Nosotros hicimos lo que hicimos como empresa pública. Lo que creo es que hay que volver a rescatar la cultura Metro, incluso en todos los servicios públicos».
Mientras el servicio deje de ser atendido con criterios políticos y se tome en cuenta un plan de acción basado en elementos fundamentalmente gerenciales y técnicos, no hay por qué privatizar el servicio. Casi todos los sistemas de Metro que conozco están en manos públicas, manejados por el Estado.
Aunque el expresidente del Metro considera que la empresa puede operar perfectamente en manos del Estado, y el transporte subterráneo por lo general recibe subsidio, es necesaria una política tarifaria que equilibre las estructuras de ingresos, costos y gastos.