Fondos activos: ¿una especie en extinción?

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Fotografía: Pixabay.

Con la creciente popularidad de los fondos indizados —que replican la composición de un índice y cobran comisiones muy bajas— se ha creado una corriente de opinión según la cual los fondos activos están en extinción: no generan retornos cónsonos con las comisiones que cobran.

Carlos Jaramillo / 28 de noviembre de 2019


 

Las estrategias activas parten del supuesto de que un gerente profesional de inversiones es capaz de identificar, anticipadamente, una tendencia del mercado financiero y construir una estrategia ganadora a partir de esa información. Cuando este gerente es exitoso, los fondos de inversión a su cargo exigen a los inversionistas el pago de una prima por disfrutar de la «sabiduría» de una de esas rock stars del mundo de la inversión.

Los fondos de cobertura —clásicos representantes de los ejecutores de estrategias activas— se remuneran tradicionalmente con el esquema 2%/20%: cobran una comisión fija equivalente al dos por ciento del valor de la cartera y un veinte por ciento de los beneficios obtenidos. En el año 2008 estos fondos recibieron comisiones en el orden de 19,1 por ciento de los beneficios obtenidos, que han caído a 16,4 por ciento en el segundo semestre de 2019.

El refinamiento de los mercados financieros —impulsado por las nuevas tecnologías y el proceso reflexivo ocasionado por la crisis financiera de la década pasada, que dejó en evidencia los costosos y opacos servicios cobrados por los grandes bancos de inversión— ha creado un nuevo ambiente de inversión. Los inversionistas institucionales se han vuelto más exigentes con sus proveedores habituales de servicios de asesoría de inversión.

En la medida en que existe mayor capacidad computacional y evoluciona la inteligencia artificial es posible delegar, en computadoras «entrenadas», la revisión de enorme volúmenes de información e identificar esas tendencias que estaban reservadas casi exclusivamente a los gerentes de fondos activos. Hace un par de décadas los grandes inversionistas institucionales estaban dispuestos a pagar importantes comisiones a los gerentes profesionales que detectaran las grandes tendencias y les recomendaran las llamadas estrategias de valor (identificación de activos subvaluados) o momentum (identificación de segmentos de mercado que liderarán el crecimiento de la economía en los próximos años). Ahora los inversionistas requieren mucho más.

La reducción de los costos de análisis de información ha abierto las puertas a los ETF y los fondos mutuales para competir con estrategias de comercialización de servicios de inversión más económicas, que cuestionan la pertinencia de contratar los costosos servicios de inversión de los fondos activos. Se pueden encontrar indicios de la pérdida de participación relativa de los fondos activos al desglosar el volumen de transacciones de los distintos grupos de administradores de renta variable dentro del volumen de acciones transadas en Estados Unidos durante el último año con base en los cálculos de J.P. Morgan: 60 por ciento en productos derivados sobre índices bursátiles, 15 en ETF y sus derivados, 9,9 en títulos individuales que incluyen las transacciones de fondos activos, 8 en fondos de alta frecuencia, 5 en transacciones mediante algoritmos y 2 por ciento en opciones de cobertura.

Probablemente los fondos activos que sobrevivan, y algunos lo harán, a los embates de los fondos indizados sean los que puedan identificar nichos del mercado accionario que no sean de interés para los grandes inversionistas institucionales, debido a su baja capitalización y poca profundidad, y donde la baja liquidez de los títulos valores transados ofrezcan la posibilidad de captar retornos extraordinarios. Los inversionistas institucionales están cada vez menos dispuestos a pagar elevadas comisiones por servicios de inversión poco diferenciados.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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