Jack Bogle: el legado

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Fotografía: captura de Youtube.

El fundador del banco de inversión Vanguard enseñó que la democratización del uso de instrumentos financieros tiene que ser un norte de quienes buscan innovación en el área, pues aunque a corto plazo merme la rentabilidad de la industria, a largo plazo surgirá un mercado más grande.

Carlos Jaramillo / 24 de enero de 2019


 

El pasado 16 de enero murió Jack Bogle, fundador del Vanguard, el banco de inversión líder en el segmento de fondos mutuales y fondos cotizados (ETF, en inglés), y promotor del uso de fondos de inversión indizados (que replican la composición de una cartera de referencia, bien sea de acciones, bonos, materias primas, monedas, etc.) en las carteras de inversionistas individuales. Bogle será recordado no solamente por poner la piedra angular de una industria que a finales de 2018 controlaba activos financieros por el orden de diez billones de dólares, sino también por atreverse a cuestionar creencias muy arraigadas en el mundo de la inversión de títulos de oferta pública.

Si bien la estrategia de invertir en carteras indizadas era conocida para los inversionistas institucionales, cuando se funda Vanguard, Bogle vio la oportunidad de crear vehículos de inversión asequibles al público en general. Con el paso de los años, gracias a los abundantes datos sobre precios de instrumentos de oferta pública, se ha comprobado que en muchas situaciones el desempeño de los gerentes de carteras activas —que se construyen con las percepciones de sus administradores sobre el rendimiento futuro de títulos de oferta pública— no es superior al de las carteras indizadas, aunque cobran una prima por su «conocimiento experto» sobre los mercados financieros.

Si quienes dicen que saben no siempre saben, ¿qué sentido tiene pagar por un conocimiento que no es tal? A partir de este cuestionamiento, y gracias a la masiva oferta de fondos indizados liderada por Vanguard, la industria de la inversión en títulos valores cambió para siempre.

Al cuestionamiento del pago de primas adicionales a los gerentes de fondos activos han seguido las presiones para hacer más explícitos los cargos que los bancos de inversión cobran por la venta de información a sus clientes, y por las transacciones de compra y venta de títulos valores. Para nadie es un secreto que el paso siguiente a la revelación de costos es la lucha de los clientes por su reducción, y la aparición de nuevas tácticas comerciales en las cuales las instituciones financieras competidoras ofrecen los mismos servicios por menos precio y en algunos extremos hasta gratis.

No es de extrañar entonces que grandes inversionistas institucionales se nieguen a pagar por el uso de la información de los departamentos de investigación de los bancos de inversión, o que hayan surgido fondos mutuales y ETF que ofrecen sus vehículos de inversión a cero costo. Estas presiones competitivas en los países desarrollados se van a trasladar a Latinoamérica en la medida en que la tecnología abarate los costos de interacción entre clientes e instituciones, mejore la educación financiera de los inversionistas y los mileniales comiencen a manejar tanto su dinero como el de sus padres.

No en vano Jack Bogle era conocido en la industria de la inversión en títulos valores como el gran «disruptor». Bogle enseñó que la democratización del uso de instrumentos financieros tiene que ser un norte de quienes buscan innovación en el área; pues, aunque a corto plazo merme la rentabilidad de la industria, a largo plazo surgirá un mercado más grande, más inclusivo y más preparado para atender las necesidades de los inversionistas en un mundo en transición.


Carlos Jaramillo, profesor del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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