La esperanza de los chinos está en un nuevo índice bursátil

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Fotografía: Pexels.

China necesita inversionistas internacionales que compren acciones en sus bolsas locales, lo que requiere indicadores bursátiles útiles para esos inversionistas. La inversión extranjera obligará a las empresas chinas a mejorar sus estándares de revelación de información, protección de intereses de accionistas minoritarios y rendición de cuentas en asuntos ambientales.

Carlos Jaramillo / 7 de marzo de 2019


 

Pocas veces se tiene la oportunidad de presenciar el lanzamiento o la restructuración de un índice bursátil. Construir un índice parece, desde afuera, una tarea relativamente sencilla. Pero hay dos aspectos que los diseñadores toman en cuenta y los usuarios no deben olvidar: la representatividad del sector y la liquidez de los títulos valores.

La construcción de un índice obedece a que hay grupos interesados en conocer de manera inmediata el desempeño de un sector de actividad. Como puede suponerse, algunos sectores están más que vigilados por distintos índices; verbigracia, el mercado accionario de Estados Unidos.

Cuando se lanza o rediseña un índice los encargados de hacerlo tratan de llenar un vacío informativo. En la actualidad, cuando un índice es informativamente relevante, se generan muy rápidamente productos financieros alrededor de él; ETF o derivados, por ejemplo. Ahora bien, si el sector no tiene un volumen de transacciones abundante, el índice no puede entrar en funcionamiento. Se calcula que, en el caso de un nuevo mercado accionario, el setenta por ciento de la capitalización debe estar incluido en el indicador, y todas las acciones que forman parte de ese setenta por ciento deberían transarse diariamente.

MSCI (antes Morgan Stanley Capital Internacional), uno de los tres principales diseñadores de índices financieros del mundo, anunció que a partir de agosto de 2019 el peso de las acciones chinas en su índice de mercados emergentes (MSCI EM) se cuadruplicará: pasará de 0,71 por ciento de la cartera de referencia a 2,82 por ciento.

Este cambio de ponderación no ha sido sencillo para MSCI. El cabildeo del gobierno chino para tener una mayor participación en el índice accionario de mercados emergentes ha sido muy intenso. La capitalización de mercado de las acciones representadas en el MSCI EM es del orden de dos billones de dólares y, si quiere cumplir su aspiración de reducir su apalancamiento financiero, China necesita inversionistas internacionales que compren acciones en sus bolsas locales, lo que requiere indicadores de movimientos de precios que resulten útiles para esos inversionistas.

Entrar al mercado accionario chino es un gran desafío para los inversionistas extranjeros. Por un lado, esta es la segunda economía del mundo: tiene un mercado de 1.400 de consumidores con capacidad de compra creciente. Por el otro, el débil gobierno corporativo y las deficientes regulaciones, que afectan a buena parte de las empresas que cotizan en las bolsas chinas hacen que los comités de inversión de los inversionistas institucionales vean con recelo este mercado accionario.

En 2018 MSCI aceptó, casi a regañadientes, incluir en su índice las acciones tipo A de empresas de China continental que cotizan en las bolsas de Shanghái y Shenzhen, a las cuales los inversionistas extranjeros tienen acceso limitado. Hoy estos inversionistas foráneos poseen apenas el 3,5 por ciento de las acciones tipo A. El rediseñado MSCI EM podría llevar el flujo de inversión extranjera en acciones tipo A de 45 millardos de dólares en 2018 a cien millardos en 2019.

La entrada de bancos de inversión y otros actores institucionales extranjeros obligará a las empresas de China continental que cotizan en bolsa a mejorar sus estándares de revelación de información, protección de intereses de accionistas minoritarios y rendición de cuentas en asuntos ambientales. Lo problemático para los chinos es que con el dinero extranjero vienen preguntas incómodas sobre derechos humanos, participación de minorías en puestos de dirección y, sin duda, libertad política.

Pocos analistas occidentales creen que se concretará la aspiración del presidente Xi: lograr una economía próspera, lo que requiere inversión extranjera, que coexista con un partido comunista fuerte, presente incluso en los directorios de las empresas públicas.


Carlos Jaramillo, profesor del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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