La ingobernabilidad frena la planificación urbana de Caracas

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Torres de Parque Central, Caracas.

Mientras que en otros países latinoamericanos se oye con más frecuencia la expresión «ciudades inteligentes», la capital de Venezuela sigue enfrascada en problemas creados por un gobierno que impide a la Alcaldía Metropolitana ejecutar su función rectora de políticas que propicien un desarrollo sostenible.


La mayoría de las personas que habitan Caracas la perciben como una urbe donde el caos, la inseguridad y el desorden reinan por doquier, lo cual dista mucho de aquella imagen de «sucursal del cielo» que tanto se vendió en el siglo XX. Pero, ¿qué llevó a la ciudad a esta situación de descontrol?

Algunos expertos señalan que la ingobernabilidad, creada por decisiones políticas unilaterales del gobierno nacional, es la razón principal que impide la ejecución de una planificación urbana adecuada en la capital. Gustavo Izaguirre, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV), señala que, si bien en Caracas se han hecho intentos de planificación urbana, el problema radica en la discrecionalidad del gobernante de turno, pues la capital es el asiento del Poder Público Nacional.

El decano indica que entre los años ochenta y noventa se planteó la creación de la figura de un alcalde mayor que arrancaría sus funciones con la llegada del siglo XXI, y sería un «director de orquesta» encargado de organizar todos los elementos de planificación urbana de la capital. «Sin embargo, esto no ocurrió así y el gobierno nacional entorpeció esa realidad por razones políticas, e impidió que el Alcalde Mayor ejerciera las funciones de planificación que le corresponden en la ciudad», explica Izaguirre. De esta manera, la ingobernabilidad interrumpió la planificación urbana de la ciudad, y trajo como resultado la ejecución de una serie de obras improvisadas en los últimos 17 años.

Alta densidad «mandatoria»

La posición de Izaguirre es compartida por Zulma Bolívar, presidenta del Instituto Metropolitano de Urbanismo (IMU), adscrito a la Alcaldía Metropolitana. Para ella Caracas siempre ha estado planificada como ciudad y nunca le han faltado lineamientos en esta materia. «Pero, en la práctica, las decisiones reales vienen de la mano de gobernantes, incluyendo el presidente de la República, lo que ha afectado la ejecución de esos planes».

Bolívar refiere que Caracas es la ciudad con mayor densidad «mandatoria» en metros cuadrados, lo que implica una superposición de poderes, porque cuenta con un alcalde metropolitano, cinco alcaldes locales, un gobierno del Distrito Capital impuesto desde el Palacio de Miraflores y un ministerio de Transformación para la Gran Caracas. «Si no se logra una coordinación total entre todas estas instancias, el resultado es el caos, porque no hay coincidencia de lineamientos, concertación de intereses ni, por supuesto, logro de objetivos y metas que favorezcan al ciudadano, lo que crea ingobernabilidad», comentó.

Para la presidenta del IMU hay que comprender que los límites políticos administrativos son un «adorno» en el ámbito jurisdiccional. Funcionalmente, Caracas termina siendo un espacio de relaciones más amplias, que le brinda oferta laboral y prestación de servicios a los habitantes de periferias como los Altos Mirandinos, el eje Guarenas-Guatire, los Valles del Tuy y el estado Vargas.

El primer trauma

Desde sus orígenes, Caracas fue planificada siguiendo las reglas de las ciudades de las colonias españolas que giraban alrededor de una plaza central. Así lo subraya José María de Viana, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello y expresidente de Hidrocapital y Movilnet, quien explica que así se mantuvo la urbe hasta el siglo XX, cuando arrancó el proceso de modernización a finales del gomecismo y la transición hacia una nueva era democrática, con importantes avances de renovación urbana, como la construcción de la urbanización El Silencio.

De Viana sostiene que la planificación de la ciudad de los años cincuenta, sesenta y setenta se hizo con mucho orden, incluso se crearon zonas residenciales como Caricuao y Ruiz Pineda, con criterios urbanísticos modernos de vialidad, comercio y educación. Pero, a su juicio, el primer trauma que sufrió Caracas ocurrió entre los años sesenta y setenta con la migración rural hacia la urbe, atraída por el empleo y el importante crecimiento económico de la época.

«A partir de ese momento la ciudad comienza a vivir un proceso violento y acelerado de invasión de zonas de la periferia, sin los requisitos de energía, agua y vialidad. Fueron invasiones en zonas verdes de la ciudad que llegaron primero que los servicios», dijo de Viana. Resalta que, entonces, Caracas se vio atropellada por una realidad de ciudad que no estaba preparada para crecer a ese ritmo.

¿Misión anarquía?

Para el decano de la Facultad de Arquitectura de la UCV, en el caso de la Gran Misión Vivienda Venezuela no hubo planificación, sino una política de intervención aislada para realizar construcciones que carecen de servicios de comunidad y condiciones urbanas. Izaguirre destaca que esos edificios tienen problemas técnicos en su diseño estructural y han incrementado el caos en la ciudad.

Bolívar, por su parte, subraya que esta misión, además de ser una demostración de la anarquía del gobierno central, es un ejemplo de improvisación que no cumple las leyes urbanísticas y ambientales.

En Caracas existen zonas decretadas de posible desarrollo residencial que cuentan con el respaldo de estudios realizados en los años setenta. Pero se obvió esto y las autoridades fueron permisivas y ciegas al dar luz verde, por ejemplo, a los edificios que levantaron en la avenida Bolívar y que ocuparon terrenos que pertenecían a una zona de esparcimiento como es el paseo Vargas, o las construcciones de Fuerte Tiuna que es considerada una zona militar y de seguridad nacional.

Agregó que no hubo estudios de impacto ambiental, vialidad o certificación de servicios, con lo que se terminó construyendo incluso una suerte de «guetos», como Ciudad Caribia o Mariches, lejos de las zonas de empleo y con poco acceso a los servicios.

El problema del agua

Según de Viana, el problema del suministro de agua en la capital data desde su fundación, porque las fuentes locales en el valle de Caracas son muy limitadas y al principio eran tomas de los ríos de la Cordillera de la Costa, que son de baja producción y dependen de la estacionalidad. «Esto hace que en 1870, el presidente Antonio Guzmán Blanco fabricara el Acueducto de Macarao, que llevó el vital líquido hacia la ciudad con un canal de 54 kilómetros de distancia desde el río Macarao hasta El Calvario», relató.

Conforme fue creciendo la urbe, el problema radicaba en buscar nuevas fuentes que no solo se encuentran fuera de la capital, sino que están a menor altura sobre el nivel del mar, por lo que la ciudad tiene que consumir hoy la cuarta parte de su energía eléctrica en tratar de subir el agua hasta Caracas, y si hay fallas eléctricas la situación se complica. Según de Viana, la última investigación que se hizo de las fuentes que podían surtir a Caracas se realizó en los años cincuenta y ya tiene más de sesenta años de vigencia. «En la década de los cincuenta se construyó la planta de La Mariposa que se surte del río Tuy. En los años siguientes se elaboró un sistema de conducción de agua con tuberías de dos a tres metros de diámetro y en los años setenta se construyó la planta de La Guairita», detalló.

Las principales fallas ocurrieron al llevar el servicio a zonas populares que comenzaron a tener acueductos y cloacas improvisadas. En las barriadas, el servicio de acueducto y cloacas es deficiente e incluso hay sectores de la ciudad —Carapita, El Junquito y Petare, por ejemplo— que actualmente pasan más de treinta días con grifos secos, debido a la precariedad de los acueductos que los surten.

De Viana señala que la última gran inversión en agua potable para la ciudad se realizó en 1998, cuando Hidrocapital puso en funcionamiento el embalse de Taguaza, ubicado en los Valles del Tuy, que estaba planificado desde los años cincuenta.

No obstante, con el cambio de gobierno en 1999, quedó pendiente el embalse de Cuira, también en los Valles del Tuy, que lleva años en construcción sin que se conozca cuándo estará listo. Esto demuestra que Caracas tiene ya 17 años sin tener nuevas fuentes de agua y se calcula que la ciudad ha experimentado un crecimiento de treinta por ciento en su número de habitantes en este período.

Hacia una ciudad inteligente

Si bien Caracas está lejos de lo que se denomina una «ciudad inteligente», sí se ha abierto el debate para discutir las directrices sobre las cuáles la capital debe desarrollarse. Marcelo Ricigliano, director general y cofundador de Vikua (empresa dedicada a proponer soluciones a problemas relacionados con tránsito, transporte y seguridad), refiere que el concepto de «ciudad inteligente» tiene que ver con una estrategia en la forma de concebir la urbe que parte de diferentes características como servicios básicos garantizados (agua, electricidad, aseo urbano, telefonía móvil, acceso a Internet), inversiones en materia de infraestructura de vialidad, seguridad para tener una urbe que se pueda vivir y transitar, apertura de espacios verdes y parques para el disfrute de las personas y sistema de transporte sin contaminación que permita un desplazamiento eficiente gracias a una infraestructura adecuada y segura.

Ricigliano considera que la disposición actual de la ciudad, con cinco alcaldes más un alcalde mayor, hace casi inviable un plan de desarrollo urbano, pues grandes ciudades de la región como Bogotá y Lima solo cuentan con un alcalde y resulta menos complicado planificar y tomar decisiones. Asimismo sostiene que lo ideal es un plan de desarrollo urbano que no esté dividido en municipios y que establezca espacios públicos de convivencia. Para ello propone que se invierta en tecnologías adecuadas para el transporte y las comunicaciones (WIFI público y señal de telefonía móvil en toda la ciudad) y se centralice la gestión de la ciudad con un sistema que sea automático y eficiente, e implique el manejo de información en tiempo real mediante dispositivos y aplicaciones tecnológicas que permitan ver lo que ocurre en la ciudad. Por último recomienda una gran inversión en infraestructura y sistemas de seguridad; porque, a su juicio, no se puede concebir una ciudad en la que no se puede vivir tranquilamente.


Este artículo se publicó originalmente en la edición octubre-diciembre de 2015.

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